- 11-

43 6 0
                                    

— Uhum. — Evelyn murmura de forma poco agraciada para llamar la atención de las sirvientas. Ambas criadas rápidamente se vuelcan hacía Evelyn en una rígida reverencia. Asustadas quizás, de que Evelyn se desquite con ellas de la misma forma que han escuchado con Gordon, en el despacho del duque hace unos minutos.

Sin embargo, Evelyn no hará algo así. Además, ella espera vehemente de que las criadas no hayan escuchado nada sobre la nueva regla del duque: Que Evelyn no puede castigar a los criados. Sería un problema acaso esto ocurriera. Pero de momento, no le queda otra a Evelyn que actuar como si las sirvientas no hubieran escuchado nada en absoluto.

Sin embargo, la joven se da cuenta de un detalle importante:

"No me sé sus nombres."

Y por la situación en la que Evelyn está ahora, no tiene el lujo de dejar algo así pasar por alto. Mucho menos, sobre los residentes de la mansión Tulipe. Los criados son tan importantes para ella como su propia familia. Ya que ellos son los ojos que todo ven, y los oídos que todo captan.

No importa que muchas de las cosas que ellos digan no son correctas, o incluso, para horror de Evelyn, cuchicheen medias verdades. Una mentira repetida en las bocas de muchos, se convierte en una consistente verdad. La vida de Evelyn es prueba fehaciente de ello.

<< Gordon la vio cerca del cadáver de Rebecca, en el lejano futuro, acompañado de un sirviente que lo acompañaba. Luego de eso, más criados alzaron la voz, clamando haber presenciado exactamente lo mismo. Otros añadieron detalles más sórdidos, aunque el resto simplemente alastró el rumor por la corte. Llegando a los oídos de las damiselas, y estás, pasando el cotilleo a los nobles.

Por suerte, Evelyn es una dama de alta cuna. Y si el Duque así quisiera, una formidable cantidad de oro habría sido capaz de callar a la lengua más viperina de la corte. La iglesia siendo la más afilada de todas ellas.

Incluso, se podría haber investigado la causa de la muerte de "la favorita" con rigurosidad.

Confirmando así la inocencia de Evelyn.

Sin embargo, a veces lo simple suele ser también lo ideal. Los criados del propio ducado catalogaron a Evelyn de asesina. Una mujer envidiosa y rencorosa de la dulce y cálida favorita. Y los familiares de Evelyn... Se tragaron todas y cada una de sus miseras palabras. >>

"La patraña de los sirvientes tuvo más peso que mi testimonio." Evelyn suspira para sus adentros.

<< Ella recuerda también cuando el duque entró en la habitación de ella. Las manos de su padre nunca pesaron tanto como Evelyn pensó que alguna vez haría.

No una caricia. Ni siquiera un interrogatorio.

Tan fuerte fue el golpe que Evelyn sangró por la nariz. La duquesa ha sido la siguiente en abofetear a Evelyn, para después echarse a llorar tirada al suelo. Siendo ella, consolada por el Duque no mucho después.

Si Lave estuviese allí, también habría abofeteado a Evelyn con igual dureza. Pero él aún se encontraba fuera, en una guerra que Evelyn conoce tanto como los caballeros que pierden la vida luchando por ella.

La joven recuerda haber implorado a su padre piedad, la primera vez en años que ella pedía una migaja de consideración de él.

—¡Soy inocente mi señor! — Dice en medio a llantos, arrodillada en el suelo, y agarrándole de las rodillas a él. Pero el Duque la aparta con dos fuertes manotazos. — Oí un molesto ruido mientras paseaba por el pasillo de camino al jardín.— Explica aun cuando no la piden testimonio. —¡Provenía de la habitación de Rebecca! ¡Más criados lo habrán oído, estoy segura mi señor! Preguntarles. — Pero el hombre parece indiferente ante tal confesión. Y ningún criado la tiene en tan alta estima como para afirmar ser aquello la verdad.

— Tenías el frasco del veneno en manos cuando te han encontrado dentro de la habitación de Rebecca, Evelyn. —La respuesta del Duque es cruda y sin vestigios de pena. —Envenenaste a tu hermana. Eres una vergüenza para esta familia. —Se arrodilla ante Evelyn —.Y eres con creces, una deshonra para mí —. La coge del mentón con dureza, como quien contempla a un perro salvaje.— Arruinaste la poca luz que aún alumbraba en mi corazón.— Los ojos del duque están rojizos e hinchados. Indicio de haber llorado por un largo tiempo. — Me quitaste a mi hija más querida.

La declaración del duque dolió tanto como la bofetada que él dio a Evelyn antes.

No, esto ha dolido mucho más.

Quizá en parte, porque la Evelyn de entonces jamás hubiese esperado una respuesta así del hombre que más añoró: Su padre.>>

—¿Señorita? — Una de las dos criadas hablan, haciendo así que Evelyn deje de recordar los hechos que aún no han pasado. Y que, con suerte, no ocurrirán esta vez.

Un amor de villana [Hiatus]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora