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Justine entra por la puerta con una expresión indescriptible. El rostro ideal para enseñar a su señora. Demostración de respeto y nada de sonrisas. Justine y Evelyn no son íntimas. Sonreír está fuera de lugar.

Esta es la relación entre dama y criada ejemplar.

—¿Me has llamado señorita Tulipe? —La criada dice con la voz dulce y la cabeza encorva hacia adelante.

Justine se muestra incluso más rígida de lo normal. ¿Asustada quizá? Evelyn supone que sí.

"¿Tendrá ella miedo de que yo la lastime de alguna forma?" Las criadas ya habrán empezado con los rumores. Tal cual Evelyn se imagina.

—Sí, lo hice. —Evelyn finalmente responde a Justine levantándose del banquillo frente al tocador. La criada retrocede un paso hacia atrás, con la cabeza agachada. —Me acompañarás a la modista. Necesito nuevos vestidos y arreglar uno que me queda pequeño.

—Sí, señorita.

—El vestido que necesita ser reajustado está en aquel baúl. —La criada tarda un pestañeo en ponerse en marcha. Con desenvoltura, la joven se acerca al baúl robusto y pesado. Hecho del mejor roble en toda Gables. El pestillo no tiene candado, después de todo, no hay nada de valor adentro aparte de la prenda.

Se oye un molesto chirrido del cierre mientras Justine lo abre. Como si el metal estuviera oxidado a falta de uso.

Ninguna de las dos comenta nada al respecto. No hay necesidad.

Entonces, cuando Justine eleva el vestido en alto y la luz del día lo alumbra al completo, una punzada le viene a Evelyn en el pecho.

Duele demasiado recordar.

Evelyn contiene el infame ímpetu ordenar a que Justine queme la prenda y la haga cenizas. El mismo vestido que Evelyn tanto atesoró antaño...ahora solo es un recordatorio del futuro que la espera si ella hace las cosas mal.

—¿Es este el vestido señorita Tulipe? —Justine pregunta, indiferente a la mirada conflictiva de Evelyn.

Por eso, sin poder hacer mucho más, Evelyn respira hondo y conta mentalmente hasta diez. Cuando cree que ha recuperado el control de si misma, Evelyn asiente con la cabeza sin más.

♣♣♣

El tiempo fluye lento mientras Evelyn observa a Justine doblar la tela de la vestimenta y prepararlo todo.

La criada, aunque impertinente al principio, cumple con lo que se la ordena. No que eso a Evelyn la importe. Justine no seguirá mucho tiempo a sus servicios de todas formas.

Según Evelyn recuerda, meses después del baile estival, la criada renunciará. Y la favorita, con lo benévola que es, la acogerá bajo sus alas.

Una vez estando el vestido envuelto en papel con un cordón que sujeta el paquete, Justine lo sostiene de forma pulcra antes mientras vuelve a mirar al suelo a espera de una nueva orden.

—Y bien, ¿A qué esperas? La puerta. —Evelyn señala la salida con el rostro impasible. Justine alza la cabeza de inmediato.

—¡Perdone señorita! —Sin querer, la joven tropieza con la enagua del su propio vestido, casi tirando el paquete que lleva en manos, y viéndose obligada a disculparse otra vez debido a la descortesía en frente de Evelyn.

Un amor de villana [Hiatus]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora