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La joven escogió su mejor vestido, el único que no se atrevió a utilizar hasta aquel momento. La prenda que ha guardado con tanta ilusión para una ocasión especial. Sin embargo, no habrá más ocasiones de llevarla puesta más que esta.

Evelyn observó entonces la ínfima habitación donde ha pasado gran parte de su vida. No echará de menos nada que hay allí, ni siquiera la hermosa vista que la brinda la ventana todas las mañanas. Nadie la echará de menos tampoco. Evelyn sabe que no es querida por los criados, y menos aún por su familia.

Evelyn también sabe que es culpable por recibir dicho desprecio. Pero, es demasiado tarde de postrarse y rogar ser perdonada. Sus manos están mancilladas con la sangre de la "favorita". Así es como Evelyn llama a Rebecca, su insufrible hermana menor incluso ahora.

— Debo apresurarme.— Alcanza el vestido con prontitud. Hoy no tendrá ayuda para vestirse, y tardar más de la cuenta no es beneficioso para ella.— ¡Maldición!— Pelea un largo rato con los encajes del pesado vestido, para darse cuenta con disgusto que no es capaz de atarlo sola.— Ni una lágrima, no te atrevas a hacerlo ahora.— Se autorrecrimina tras sentir un fuerte ardor en la garganta, conteniendo así el sollozo que amenaza con hacer acto de presencia.

Nadie creerá en Evelyn aunque ella grite ser inocente a pleno pulmón. Por eso ella no les dará el gusto de verla llorar. Ni siquiera escucharla.

Una sonrisa se forma en el rostro de la joven. Su piel tan oscura como la noche ahora posee un tono falto de vitalidad, y su cuerpo regordete carece de la esponjosidad tan típica en ella. Encima, para aumentar su estrés, alguien entra por la puerta sin tocar. Ahora Evelyn ya no es una dama, sino una criminal. Y los criminales pueden ser degradados como mejor le plazca los demás.

— ¿Vienes a humillarme hermano mayor? — Con dificultad Evelyn se vuelca hacia la figura, con el vestido puesto hasta la cintura, y en paños menores delante de él. Lo que ve no la sorprende en lo más mínimo. — ¿Incluso ahora llevas la armadura puesta? Oh, no hace falta que digas una palabra hermano. Lo sé.— Deja de mirarlo y vuelve una vez más con los encajes del vestido.

Entonces de repente, ella siente manos frías tocarla la espalda y apartar sus manos de la gruesa tela de la vestimenta. Con cuidado Lave empieza a atar los extremos del vestido con destreza, haciendo así que Evelyn se sorprenda por un momento antes de reír.

— No te daré las gracias por eso.— Avisa mordaz, y como respuesta recibe un apretón en uno de los encajes.— ¡Cuidado!

— No sigas hablando.— Una voz gélida es lo que recibe Evelyn como respuesta. Tan gélida como las manos que la tocan. Al menos él ha tenido la delicadeza de quitarse los guantes de la armadura para tantearla. Otros no tendrán la misma consideración.

— Me aborreces hermano mayor.— Exhala con fatiga.— Tanto como la favorita.— Es honesta, y por extraño que parezca no recibe ninguna respuesta por parte de Lave.— Estarás contento ahora ¿No? — Ladea la cabeza a un lado, intentando ver algo, alguna reacción debajo del casco resplandeciente que esconde el hermoso rostro de su hermano mayor. Sin embargo no percibe nada.— Haré compañía a mi insufrible hermana bajo tierra.

Lave se aleja entonces y Evelyn lo nota. Oye como la armadura chirría con los pasos que él da hacia atrás, pero no sale de la habitación.

— ¿Necesitas algo más hermano mayor? — Ella se sienta en la cama con tranquilidad.— ¿Una confesión quizás?— Encara de frente al ser que tiene delante. Aun sin los guantes puestos él parece inhumano con la armadura. No obstante, cuando lleva el traje típico de corte, es tan hermoso como una rosa y tan pálido como las nubes del cielo.

Evelyn es la única que es diferente de toda su familia. La han enseñado desde muy joven la historia de su padre. Descendiente de esclavos libres. Y como prueba irrefutable de ello, Evelyn nació negra. Además, si no fuese porque ella es clavada a su padre, su madre habría ido a la horca por adulterio.

— La has asesinado.— Lave declara y Evelyn no capta más que frialdad en su tono. Él nunca ha sido cálido para empezar.

No es momento ni la ocasión de reírse, pero Evelyn lo hace aun así. Todo es tan cómico que ella no puede evitarlo.

— ¿Eso crees hermano?— Cruza los brazos con tranquilidad.— Por primera vez te quitaré la razón. No, yo no la maté.— Siguió mirándolo atentamente en medio a risas.— Pero si me alegré de saber que ella había muerto. — Confesó.— No me haré la víctima, sé que la hice la vida imposible y que por ello tengo las manos tan sucias de sangre como quien la vendió aquel veneno.— Se puso cómoda sobre el colchón antes de seguir.— Pero, mi felicidad no me convierte en una asesina.

— Que Dios se apiade de tu pobre alma.— Es lo último que profiere Lave antes de salir por la puerta, dejando Evelyn sola.

— Adiós a ti también hermano.— Mira al suelo unos instantes y la sonrisa se borra del rostro de la joven.

Quizá lo peor de toda aquella situación sea la espera. Saber que hoy será ejecutada pero no en que momento. Y que nadie, absolutamente nadie, la echará de menos.

Entonces la puerta vuelve a abrirse una vez más. Es la hora. La muerte asoma la cabeza y Evelyn no puede hacer más que darle la bienvenida.

Un amor de villana [Hiatus]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora