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Un hombre de mediana edad, que en el pasado ha sido la codicia de las madres más hambrientas por casar a sus hijas con un duque de buena casta. Ahora se encuentra sentado plácidamente en la silla de cuero que antes perteneció a su padre, como también al padre de su padre.

De postura erecta, con el pelo decorosamente peinado hacia atrás. Solo hay un mechón que baila a sus anchas en la mejilla del señor de la casa. Sin embargo, muchos lo conocen mejor como el Duque Tulipe.

Él una vez fue joven, y lo que ahora es una mata de pelo repleta de canas, una vez ha sido negrura en estado puro. Dicen además, los familiares y amigos más cercanos, que William es la vívida imagen de su fallecida madre, lady Aurore Clain Tulipe.

Es una suerte que él no haya heredado también la frágil salud de Aurore, sino que apenas la belleza que había en ella. Sin embargo, por otra parte está Benjamín Walton Tulipe, hermano mayor del Duque, que no ha tenido la misma suerte.

Benjamín ha sido enfermizo desde siempre, cosa que ocasionó que el Ducado fuese traspasado a un Joven William a la temprana edad de 5 años. Los Tulipe tenían pavor quizás, de que Benjamín no durase hasta el siguiente invierno. Aunque por cosas del destino, Benjamín aún sigue tan vivo como cuando era joven. Solo que por desgracia, la salud de él nunca ha dejado de pender de un frágil hilo.

Dos toques en la puerta es suficiente para hacer que William levante la vista del libro que está leyendo con avidez.

— ¿Sí?

— Soy el mayordomo sir. ¿Puedo entrar?— Pregunta Gordon al otro lado de la puerta.

— Adelante. — William deja el libro sobre la mesa con pesadez y espera a que el criado entre. Una vez lo hace, Gordon realiza una corta reverencia y mira al duque a los ojos.— ¿Cuál es la razón de peso para interrumpir mis quehaceres?

— Pido perdón en molestarle señor, pero vuestra hija desea hablar con usted.— Explica solemne.

William frunce el ceño con desconcierto. Es raro una ocurrencia de esta índole.

— Que mi hija más joven pida permiso para entrar, sin duda es un avance en sus modales.— El duque razona en voz alta.— Pero ahora que mi frágil raciocinio comprende lo mucho que ella ha florecido, anhelo con desespero la infanta que una vez fue.

La expresión de Gordon cambia de seria a incómoda tras escuchar al Duque. Y mentalmente, él se aprehende de no haber sido más específico con su amo.

— Me hiere enormemente llevarte la contraria sir, pero no es lady Rebecca quien solicita disfrutar de tu escaso tiempo.— Hace una segunda reverencia a modo de disculpa.— Sino lady Evelyn, mi señor.

Con apenas escucharlo, la expresión del patriarca cambia. Se le frunce el ceño y la postura se le vuelve rígida. El ambiente se hace más cargado. Puede que hasta agobiante.

En parte, porque toda vez que Evelyn requiere de la atención de William, no es exactamente para comentar cosas agradables. Si no todo lo contrario.

Quejas de los inútiles que son los empleados.

Que necesita una habitación más espaciosa.

Y sobre todo, agravios a Rebecca, con Evelyn escudándose que en la corte la comerían viva caso no fuese capaz de escuchar una mísera crítica.

— ¿Qué quiere esta ingrata ahora? ¿Ponerme más de los nervios?— El duque acaricia la cien con fastidio.

— Pido perdón si mi presencia te afecta para mal, mi señor. — La voz que responde no es la de Gordon, sino una distinta.

William alza la mirada, estupefacto por unos segundos. La puerta vuelve a abrirse, y de ella sale Evelyn, haciendo una larga reverencia y mirando al suelo con humildad.

— No sabía que estabas fuera Evelyn.— Él se recompone con la misma facilidad.

— He ordenado al mayordomo que no dijera nada al respecto, señor.— Finalmente Evelyn alza la mirada y se encuentra con los ojos castaños de su padre.— Puedo retirarme si así desea usted.

— No será necesario.

— Gracias, señor.— Evelyn sonríe antes de volcar su atención al mayordomo.— Puedes irte Gordon. Ya no requiero de tus servicios.— Es escueta y directa, lo que obliga a Gordon asentir. Pero, él no se retira de inmediato, sino que mira al duque como forma de confirmación. Este gesto es suficiente para Evelyn alzar la mano en alto y detener la partida de él. La sonrisa de la ella se desvanece del rostro en un pestañeo.— Acércate criado. Ahora.— El tono de Evelyn es gélido, y antes mismo de que el Duque diga "A", la mano derecha de Evelyn se estampa en las mejillas del criado. Sorpresa es lo primero que esboza tanto Gordon como también el duque. Sin embargo, esto cambia rápidamente a enfado.

— ¡Evelyn! Pero como te atreves...— La cara del duque se desencaja, pero extrañamente, el rostro de Evelyn no muestra vestigios de arrepentimiento.

— Perdóname señor, — ella empieza.— Incluso aceptaré gustosamente el castigo que me otorgues por dicha afrenta. No obstante como hija de usted, la sangre Tulipe corre por mis venas, y cualquier falta de respeto, por pequeña que sea es inaceptable.— Ella agacha la cabeza.


--------------Notas de la autora--------------

¡Holis! Muy buenas. Aquí estoy yo, Melody, tan tranquila después de todo un mes sin actualizar nada jojojo. Y prometo estar aquí el siguiente mes también.  Don't worry people.

Pues nada, al lío que sino me voy de las ramas. Este capítulo está partido en dos. Es decir, en mi Patreon lo encontraréis completito. El único problema es que no es gratis.  SIN EMBARGO, siempre podréis esperar al próximo día 25 para así disfrutarlo gratis aqui en Wattpad. Yo Apenas comento eso para las lectoras más ansiosas, y por supuesto, para la gente que pueda permitirse a ello. Mi Patreon está en la Bio de mi perfil.

De momento, ¡Nos vemos el próximo día 25!

Bye, bye.


Un amor de villana [Hiatus]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora