Capítulo tres

978 111 40
                                    


Estoy asustado, nunca he caído desde tan alto, cayéndome dentro de tus ojos oceánicos ❞

════ ‧₊˚☂˚₊‧ ════

‧₊˚
      ‧₊˚
‧₊˚
      ‧₊˚
 ‧₊˚
      ‧₊˚

Se creaba un espectáculo conmovedor cuando los ramajes floridos de los árboles, eran acariciados por el rumor caprichoso del viento, provocando que los pétalos rosáceos y blanquecinos cayeran llovedizos, danzantes y parsimoniosos en el aire. Mas sin embargo, los ojos azules no estaban embelesados por esos bailarines agraciados del viento, sino que estaba enamorado del cielo resplandeciente entre los ramas floridas.

Su mirada cautiva de lo intangible, desinteresada de la mágica primavera que lo rodeaba, abismada en el firmamento cerúleo adornado de esponjosas nubes. 

Hasta que él le habló;

—Hey —la persona que lo sostenía entre brazos llamaba su atención suavemente, haciendo que desviará la mirada a esos ojos violetas, que le miraban con intensidad —. ¿Cómo te llamas?

La timidez repentinamente envolvió a Vincent. Ninguno de los dos había entablado una conversación durante todo el viaje por Altus.

Habían estado realmente desconcertados por el agradable silencio, perturbados por la ausencia de la tortuosa algarabía en sus cabezas, ya que ambos estaban acostumbrados  al incesante ataque de sus penurias internas, memorias.

Un viaje encantador y tácito que no duró mucho tiempo, como todo lo bueno, puesto que al vampiro no le había alcanzado lo suficiente para pagarlo completo, gracias a que había despilfarrado todo lo que cargaba en su miserable ser.

No estaban demasiado lejos de la mansión del vampiro, pero era una distancia que el humano no podía recorrer.

La mirada azulada resbala hasta su tobillo hinchado, no podía caminar con normalidad mientras estuviera lastimado. Para su buena suerte, el vampiro de cabellos plateados era tan increíblemente bondadoso, que ofreció llevarlo entre sus brazos, no parecía importarle sostener su peso y el del amargado gato sobre su hombro.

No era el silencio acogedor del carruaje, ahora era un silencio más incómodo gracias a los nervios provocados por la cercanía, y contradictoriamente al mismo tiempo era afable.

No entendía realmente cómo podía sentirse tan tranquilo, debería estar inquieto al estar en brazos de un desconocido, no pensar que estaba acurrucado en tanta tranquilidad, no debería sentir que el mundo inesperadamente se había convertido en un lugar afable.

Abrió la boca con la intención de contestar, pero rápidamente mordió su lengua, para mentir con descortesía;

—Vanitas —susurró mientras escondía el rostro contra el pecho del moreno, una reacción involuntaria —. Me llamó Vanitas.

Vanitas no es su verdadero nombre, sin embargo, ahora que lo piensa mejor, se da cuenta de que tampoco es una mentira. Prácticamente es un regalo dejado por alguien especial y el nombré con el que siempre se presenta. 

—¿Cómo el Vanitas de los cuentos para niños? —cuestiona con intriga el vampiro.

Cuentos.

La mayoría de los vampiros ni siquiera creían la existencia de un vampiro nacido debajo del resplandor de la luna azul, y muchos otros se mostraban renuentes a aceptar los verosímiles hechos detrás de esas fábulas esparcidas, conscientes de la verdad.

Los cuentos decían que el vampiro de la luna azul secuestraba a los niños que se portaban traviesos, que les cantaba anatemas y les embrujaba con su bastón, robándole sus verdaderos nombres y ensuciando sus alma. Los cuentos inculcan miedo y repudio.

☂ 𝕖𝕧𝕖𝕣𝕓𝕝𝕦𝕖 ─「ⱽᵃⁿᵒᵉ | ⱽᵃⁿⁱᵗᵃˢ ⁿᵒ ᶜᵃʳᵗᵉ 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora