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04 de abril, 2021.
Buenos Aires, Argentina.

Julián Álvarez.

Estaciono frente al edificio blanco y de estilo moderno en el que el GPS y Benjamín, el cuñado de Niccóla, me indican. Aprovecho que pude estacionar bien y no en doble fila para sacarme el cinturón y bajar del auto para dirigirme hacia una de las puertas traseras y así poder ayudar a Benjamín a llevar a Lina, quien a estas alturas ya es un peso muerto. El chico tiene sus músculos pero tampoco va muy sobrio que digamos así que mejor lo ayudo.

Llegamos hasta la puerta y el portero nos recibe.

— Dejá, Julián, ya me ayuda Pepe a llevarla hasta el depto. — Benja me sonríe un poco antes de palmear, como puede, el hombro que no estoy usando para sostener a Lini. — Mil gracias, posta, sos un crack adentro y fuera de la cancha.

— ¿Seguro? — pregunto al chico. Intercambio mi mirada entre él y el tal Pepe, que es un señor de unos cuarenta y tantos con cara de buenardo, y ambos asienten. Me encojo de hombros antes de pasarle el peso de la castaña a Pepe. — Bueno, ojalá la resaca mañana no le sea tan fuerte.

Benja sonríe divertido mientras yo llamo al ascensor. Niccóla tiene su mirada perdida, está parada atrás de su hermana pero es como si no estuviese acá, su mente está en cualquiera.

Camino hasta ella y paso uno de mis brazos por sobre sus hombros para llamar su atención.

— Gracias por traernos y ayudarnos, Juli, y p... — empieza hablar pero yo la corto.

— No me agradezcas nada, al menos no todavía, y vamos así me acompañas a bajonear por ahí. — digo con una pequeña sonrisa en mi rostro.

Por algún motivo verla tan cara larga, con la mirada perdida y el maquillaje un poco corrido por las lágrimas que aunque ya no estén presentes, por lo húmedo de sus ojos sé que en cualquier momento volverán, me pone mal y me hace sentir que necesito y tengo que ayudarla a sentirse mejor.

— No tengo ganas de ir a ningún lado, en serio, solo quiero dormir. — un mini puchero tiene lugar en su rostro y sé que es porque quiere llorar. Ganas de ir a buscar a ese gil y cagarlo a trompadas no me faltan, pero mayores son mis ganas de sacarle ese puchero a Niccó y cambiarlo por una sonrisa.

— Bueno, si querés quedate acá pero en 15 minutos me tenés con unas hamburguesas. — hacemos como una batalla de miradas algunos segundos hasta que la rubia suspira blanqueando sus ojos.

— Bueno, pero metele porque te juro que me duermo. — se da por vencida y mi sonrisa crece. Asiento y beso una de sus mejillas con una sonrisa en el rostro antes de quitar mi brazo de sus hombros.

— Eu, — me giro cuando escucho a Benjamín. El chico me tira unas llaves y las agarro en el aire. — sexto D.

Asiento y le doy las gracias antes de irme casi corriendo hasta mi auto. Hago memoria por unos segundos para recordar cuál McDonald's o Burger King me queda más cerca, y cuando me ubico bien arranco el auto hasta el lugar.

No tardo más de 15 minutos en llegar de vuelta al departamento, por suerte no había más que una pareja delante mío en el AutoMc y este está cerca del departamento de Lina y Benjamín.

Tengo la suerte de que el mismo espacio en el que estacioné antes sigue libre, así que lo dejo ahí y me bajo.

— ¿Usted es novio de la señorita Niccóla? — me pregunta Pepe con una sonrisa chica apenas me abre la puerta.

PERDAMONO' • Julián ÁlvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora