Epílogo.

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Jenny.

Paredes blancas, sábanas blancas...

¿Dónde estoy?

Abro con pesadez mis ojos.

Frunzo mi ceño al no reconocer el lugar donde estoy. Las paredes son blancas, el techo también al igual que las sabanas que están cubriendo mi cuerpo.

Hay un extraño olor.

¿Estoy en un hospital?

¿Porqué?

Miro con desesperación a todos lados, no reconozco nada. Allek no podría haberlo hecho, ¿verdad?

—¡Allek! ¡Lo prometiste, Maldita sea!

De inmediato se escucha la puerta (blanca también) abrirse, y de allí entra un señor de unos cuarenta y algo. Él viene vestido con una bata blanca.

—¿Quien es usted? ¡¿Quien eres?!

Él me mira como si ya estuviera acostumbrado a eso, cosa que me confunde.

Los latidos de mi corazón empiezan a hacerse acelerados.

—Ya basta, Thompson.

Alcé una ceja y me alejé un poco más, quedando en el rincón de la camilla.

—¿Cómo sabe mi nombre? ¿Quien es usted?

—Lo has vuelto a hacer, ¿Verdad?— pregunta él con tono cansado.

—¿Hacer el qué?

—Imaginar cosas.

Lo miro como si le hubiera salido otra cabeza.

—¿Por quien me tomas?

—Jenny, tienes esquizofrenia. Estoy cansado de repetirtelo.

Siento como el aire abandona mis pulmones.

—¡Mentiroso! ¡Mentiroso! ¡Ellos son reales! ¡¡Ellos existen!!

—¿Quien?

Lo señalo acusatoriamente.

—¡¡Allek, los chicos, todos!! ¡No soy esquizofrénica! ¡Quiero irme a casa con mamá!

Él niega con la cabeza.

—No, Jenny. Mataste a tus padres cuando tenias dieciséis.

La respiración se me corta. Trato de buscar aire pero es imposible. Sujeto mi pecho.

—Ibas a ir a prisión pero descubrieron que sufrías de una esquizofrenia Post-Traumática, por lo que te integraron al psiquiátrico.

—No-No... Mi mamá, ella... Ella no está muerta. Yo estaba... Con ella. No... No es verdad.

Él asiente.

—Sí, si lo es. Mataste a tus padres.

—¿Usted tiene permitido echarme en cara todo esto, aunque sea mentira?— Hablé. Estaba segura de que eso no se hacía.

Él sonríe de lado.

—No. Me despedirían. Pero eres la paciente más difícil que he tenido, así que espero que no le digas a nadie. Aunque, ¿Quién le creería a una psicópata?

Sus palabras se sienten como una patada en el estómago.

—Ellos existen. Allek vendrá por mí. Ellos vendrán.

Él bufa.

—Oh, claro. Quiero ver eso.

—Tú... Te odio. Quieres hacerme creer cosas que no son. ¡¡No estoy loca!!

Todo Por Ella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora