𝓒aitlyn:
Hazme dueña de las cosas que puedo controlar y sirviente del amor que me merezco conocer.
Todo volvió a su cauce meses después de que el trágico acontecimiento sacudiera mi vida quebrajándola por completo. Cuando los ángeles caen con sus alas rotas, sólo puedes pedir que Dios te de una segunda oportunidad para volar y sino puede ser el Creador, entonces tendrás que ser tú la encargada de surcar el cielo con tu propia fuerza. Luché hasta que la explosión no fuera un hecho aislado y ocasionase el estallido en mi ánima. Ya no era una aspirante a sheriff, era un hercúleo soldado; autoritaria, sensata, inclemente hasta con mi propio ser, sanguinaria pero justa.
Si esa niña volvía a interponerse en mi camino, vería el final de la peor forma posible.
El sol comenzaba a salir y lavar el cielo de nubes. Cuando salí del hospital donde se me tenía presa cómo si yo fuese el peligro para este mundo, ingresé en la Academia para una recuperación militar que mejorase todas mis capacidades físicas y mentales hasta volverme incapaz incluso de fallar una bala que debía ser perdida. Jayce nunca aprobó ninguna de mis decisiones después de que los Kiramman estuviesen muertos, pero no me importó en el momento en él que formé parte de manera tajante y oficial en el clan Ferros.
Más tarde de desechar de mi pensamiento lo que sería una molesta adversidad para él mismo, me acerqué al arsenal para recoger el arma que me correspondía usar. Reuniendo toda la paz posible para reunirme con mis compañeros.
En mi recorrido al campo de tiro, admiré las paredes lisas verdosas, resguardadas de la humedad y el techo bien decorada con lámparas de araña colgadas. Ese palacete contaba con todo lo que me hacía feliz ya que combinaba el lujo con el gusto bélico, conformando un lugar de retiro arriesgado más cuidado.
- ¿Soldado Kiramman? - Preguntó la mujer que me había traído aquí cuando apenas podía abrir mis párpados. Me giré sobre mis tobillos y respondí con una elegante reverencia. - Hoy no vamos a entrenar, hay una cuestión más importante que hemos de estudiar.
Silco era nuestro problema principal pero lidiábamos con misiones esenciales; desde hacer polvo cualquier contrabando de Brillo, hasta acabar con la vida de cualquier iluso que se creyera con la valentía de ser un villano. Desde que nuestro equipo estaba en funcionamiento, habíamos acabado con el cincuenta por ciento de crímenes de ambas ciudades. Nadie nos quería cerca porque éramos aniquiladores en potencia de cualquier rasgo de maldad aunque tuviéramos que tirar de ésta para hacerles presencia.
Me coloqué mejor mi sombrero alto de color violeta y acompañé a mi jerarca con determinación a la sala de reuniones; donde todos mis camaradas se hallaban alrededor de la mesa esperando que Camille comience con su lección de pura información que nos tenía a todos en vela. La autómata se colocó cerca de una pizarra y después de dejar mi armamento sobre una pared vacía, me senté en el único sitio libre, justo al lado de una chica con la que había tenido el placer de hablar en dos ocasiones contadas. Allí la gente no hacía amigos, sólo éramos peones de una partida de ajedrez que debíamos de ganar sin ser tumbados.
Un suave golpe al tablero, dio la vuelta al mismo y mostró lo que se escondía; un encriptado mapa con un centenar de pistas que deseaban explicar el alto número de crímenes que habían surgido desde que la explosión de Zaun tomó la vida de casi una cuarta parte de la población.
- Una persona está haciendo limpieza de esperpentos. - Dijo mi próxima al percatarse de que el asesino del cuál estábamos hablando, se dedicaba a servir a la Parca para que aquellos que se habían intoxicados fuesen con ella directamente. - Deberían pagarle por hacer un servicio comunitario.
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Devil meets Kiramman.
Romans"Persigue a la muerte en la oscuridad de la condenación, apiádate de tu propio ser y deja que el demonio salga de la prisión." Bajo el crepúsculo eterno, se rige una región llamada Zaun, desamparada y concomida por los pecados más humanos. Sobreviv...