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pétalos de camelia

Creían que por ser navidad los capítulos serían felices y de cenas navideñas? Ja, aquí les va un Capítulo karzer con la temática de la ficticia enfermidad de ✨"Hanahaki"✨

Si no tienes ni idea de que es, no te preocupes, no es necesario del todo para entender, pues voy explicando un poco lo que es durante el capítulo.

Narrado en segunda persona, y ese "tu" es Axozer, o sea, estarás leyendo en segunda persona lo que le pasa, paso y pasará a axozer... Compren pañuelos

(Arriba la canción que elegí es lovely, es una cover para que quien no sepa inglés vea cierta referencia y de paso le haga llorar más XD... Aunque también recomiendo si les gusta más poner idfc, hay ya elijan según quieran llorar más o menos XD)
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- tus pupilas se expandieron como los pulmones tras inhalar, precisando de dicha fuerza para exhalar. Tus ojos también desprendían una luz única en tu esplendor, mas no por tu pureza y felicidad, si no por tu dolor y anhelo. 

Tu brillante rostro  relucía bajo la luz tenue de la luna y las mareas distantes serenaban el alma corrompida por la desdicha del dolor, con tus ojos enterrados junto la amarga agrupación de tierra removida y bloque de piedra tallado a detalle y con sumo cariño para quienes dejaron atrás su nombre en la historia.

Los pétalos de camelia pardos como el cobre se escabullían entre tus dedos mientras las hojas del viento ondeaban cerca de donde se encontraban ellos. Tus ojos se llenaron de lágrimas cuando la fragancia exótica de la planta embriago sus pulmones con el dulce sabor de unos efímeros recuerdos  perdidos en el tiempo.

tan solo el recordar antes y después de un inicio marcado por una fina y rosada línea dolía más de lo que tu mente consideraba tolerable, abrasaba el alma y ahogaba el cuerpo en tus propias lagrimas. 

Los puños temblaban impotentes, queriendo descargar su violencia, pero  solo tragas una vez mas tu rabia, dejando que el los instintos mas básicos fuesen tu motor energético primario, secundario y terciario.

de mientras, el resto de esfuerzos del organismo se limitaban a recordar y crear fantásticos finales envueltos en una alegría armónica y utópica, casi tanto que dañaba aun mas los ojos y la mente al tratar de comparar con la realidad y los pedazos sueltos de tus sueños.

La ansiedad, con un carácter depredador, engullía entre sus fauces la vitalidad, y acunaba con sus garras los recuerdos que antaño llenaban de alegría al joven, más ahora eran un cúmulo de agónico dolor.

Ciego era con la palabra que más empatizas desde hace ya un tiempo, ciego por no ver lo obvio, la culpa caía sobre sus párpados, bloqueando su terrenal y visión de una forma más literal.

El sueño se volvió tu refugio cuando las lágrimas se consumían en las primeras y últimas horas del día, las cuales curiosamente eran las mismas.

Las cadenas serpenteantes recorrían tu cuerpo y se posaban cuidadosamente sobre sus articulaciones, mientras una voz rogaba en un plano inmaterial por qué apretara esas mismas cadenas, que las hicieras parte de ti, solo para que una vez las cadenas te retenían y de tan pesadas y asfixiantes que resultaban al adherían a tu cuerpo, la misma voz te reprochaba tus acciones y dejaba caer, en un gesto hipócrita, la densa mochila donde cargaba la culpa, sobre tus hombros, haciendo de ti tu propio juez y verdugo, incluso de tu percepción de los demás, tu mala interpretación de los demás, sacabas al jurado dictaminando tu sentencia con toda seguridad.

Una falsa sensación de egoísmo se aferraba a tus emociones, tratando de negarlas y restarle su vital importancia, como si fuese polvo sobre un trofeo.