Extra: Snowflakes

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Shōto no comprendía qué tenía de especial la navidad.

Cuando se lo preguntó a su amigo, Midoriya, este le dijo que es porque suele ser de los pocos días en los que se puede estar en familia disfrutando una gran cena. Uraraka secundó con que los regalos también son parte de su encanto. Iida y Yaoyorozu también apoyaron la idea sonrientes.

Pero, Todoroki siguió mirándolos como si esa historia no fuese con él.

Endeavor siempre estuvo ocupado. Si no era por estar entrenándolo para ser el mejor héroe, tenía que trabajar en una jornada que podía durar días. Antes estaba tan enfrascado en su deseo del poder que no le importaba si sus huesos dolían o las ojeras en su rostro, nunca se mantenía quieto. Además, desde el incidente con su madre y su hermano mayor Touya... su propio hogar llegó a sentirse frío.

Natsuo siempre se iba a casa de algún amigo por esos días, si no se encerraba en su alcoba hasta nuevo aviso. Fuyumi por su parte solía hacer una cena cómoda para los dos, ya que nadie más comía en esa casa. Incluso así, no llegó a sentir esa calidez que se esperaba tener por esas fechas.

¿Qué tenía de especial la navidad, de todas formas?

Al menos eso era lo que su yo más joven pensaba. Y cuando se lo dijo a su novio, este lo miró extrañado.

-Y, ¿piensan hacer algo este año?

-No lo sé- dijo-. Supongo que ya no lo vemos necesario y simplemente lo pasamos como otro día más.

-Ya veo...

Katsuki se acostó en el pecho de Shōto, meditando quien sabe que cosas. Siempre le parecerá linda esa expresión relajada que puede llegar a tener, aunque el resto insista que da miedo porque no va con él. Tal vez deba de sentirse afortunado por ser de los pocos que saben de la gran gama de emociones que Bakugō puede llegar a mostrar.

Se quedó tan embelesado por las facciones del rubio qué no sintió que este se moviese, besando su mejilla para después hacerlo en sus labios. Sonrió y este también lo hizo.

-¿Qué tal si vienes a mi casa entonces? La vieja va a estar más que feliz de recibirte- ofreció.

Obviamente Bakugō ni le dió tiempo para responder, porque ya le estaba escribiendo a su padre avisándole que se robaría a su hijo por una noche. Osea, igual iba a decir que si porque nunca le puede negar nada a su novio y menos con esos ojos brillantes, pero le hubiese gustado que lo dejase hablar siquiera.

Aunque lo bueno de cuando hace eso es que tiene oportunidad de atacarlo de forma amorosa como lo hace Keigo con Enji cuando este no le presta atención. Para su desgracia los vio, pero podía aplicarlo en Katsuki, así que no fue gran pérdida. Siempre lo ponía feliz verlo fruncir su ceño como un gato al que no paran de darle mimos en su rostro cuando lo besa repetidas veces, junto a las caricias que brinda en su cintura y caderas.

Cosas buenas han ocurrido desde que empezaron a salir, para ambos. Ahora, después de meses, el rubio es más abierto a sus sentimientos y su relación con él. Por eso para nadie de la clase 2-A les pareció extraño verlos tan acaramelados durante el almuerzo. Acaramelados dentro de lo que podían ser esos dos claro está. Tener a un Shōto apoyado sobre el hombro de su pareja mientras abrazaba su cintura con una de sus manos y la otra se dedicaba a comer el almuerzo que este le preparó era lo común en su día a día.

Katsuki estaba muy centrado en su teléfono móvil así que el de cabellos bicolor tuvo que tomarse la molestia de darle de comer. Aunque cabe decir que le costó hacerlo sin que esté lo regañase porque era muy tonto y vergonzoso, pero lo ignoró y siguió con lo suyo, haciendo que al final cediera.

Father and sonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora