Cap. 24

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¿Te gusta mi vestido?.----- Ella se movía con revuelo intentando mostrarme cada detalle de su bonito atuendo.
---Tu hermana ha insistido en que desayunemos con tu Padre. Mi cara de fastidio le hizo reír por lo bajo. Sin disimulo alguno me tomé unos segundos para admirar lo hermosa que era y como ese vestido podía hacerla lucir cómo la más grande y preciosa estrella. ----Pero no me has respondido...¿que te parece mi vestido? ¿Me veo bien? ¿Te gusta?. Estiró sus delgados brazos expresando con ellos lo frustrada y nerviosa que se sentía. Me acerqué embelesado por lo bonita que se veía. ----¡Me gustas más tú!.---Le respondí.

Se que mi apariencia era un desastre. Mi pelo alborotado y mis ojos hinchados. El pantalón simple de mi pijama y está camiseta vieja color blanco que me hacían lucir tan desaliñado. Sentí mis mejillas arder pero me era inevitable no acercarme para dejar un beso sobre su blanquecina piel. Ceñí mis brazos a su cintura al notar como sus ojitos se derretían en olas de miel al ver a este simple mortal.
---¿Cómo es posible que alguien tan perfecta como tú guste de alguien cómo yo?---. Acerque más su cuerpo al mío notando como sus mejillas ardían en un rojo vivo al igual que sus hombros descubiertos en los cuales pose mis manos regalándole suaves caricias que la hicieron disipar la tensión que había en ella.
---Eso mismo me pregunto yo.---Su risilla divertida resonó entre las paredes de la habitación.
----Algo bueno debe haber en mí como para tenerte babeando. Con una gran sonrisa en los labios besé su cuello desnudo. Su piel se erizó al sentir mi aliento por lo que me fue inevitable no posar mis labios detrás de su oído besando suave y pausadamente. ----Todo en ti está bien Yoongi. Susurró disfrutando mis besos. ---Pero me está matando que me dejes así de caliente. Mis manos bajaron por inercia a su cadera la cual sujete con fuerza y repegué a mi pelvis.

No era tonto, sabía a la perfección lo que ella quería, yo también me moría de ganas por sentirla pero... tenía miedo. Anteriormente había estado con unas cuantas personas y con ninguno sentí está necesidad desmedida por cuidar y proteger como a Ella. No quería ser insuficiente o uno de esos tontos que se dejan guiar por el calor de las sábanas. No quiero cometer algún error o alguna estupidez en el acto. Ella me gustaba tanto que tenía miedo de hacerla sentir insegura o lastimarla. De no ser lo suficientemente delicado o precavido, me aterraba que me ganara la calentura y no fuese suave y tierno como ella lo merece.
Mis dedos se movieron a la curvatura de su trasero presionando un poco mientras todos esos pensamientos taladraban mi mente. Nuestras lenguas hicieron contacto y una tormenta de excitación invadió mi cuerpo de pies a cabeza. Tomé su culo con fuerza apretando sus cachetes con mis manos. Mi mente quedó en blanco cuando dejo un gemido en mis labios.
---¿Porqué me la pones tan difícil Helena?.---Le mordí con fuerza.
----Prefieron ponertela dura, cariño.
La alejé bruscamente de mí jalando mi vieja camiseta hacia mi entrepierna intentando ocultar la erección que se encontraba latiendo buscando llamar su atención. Pude ver su mirada herida pero mi obsesión por hacer las cosas bien con ella era más grande que nada.
----Te prometo que quiero.-Relamí mis labios con brusquedad exhalando con fuerza.----Pero hoy no.
Le escuché bufar.----No es la primera vez que me dices eso ¿A caso yo... te doy asco?.---Me reprocho a punto de romper en llanto.
----¿Asco? ¿Tú? ¡Por supuesto que no!
Me sentí un estúpido. Me senté en el sillón grisáceo que servía de decoración de la habitación que jamás había sido usada.
----Por favor , ven... siéntate aquí. Palmee mis muslos.

Aún con su mirada herida y sus ojos brillosos pues retenían unas cuantas amargas lágrimas se acerco a mí y se sentó con sosiego en mi muslo izquierdo.

Suspire frustrado ante la situación.----No vuelvas si quiera a pensar en ello. Me abrace con fuerza a su cintura situando mis labios sobre su hombro.
----¿Cómo demonios puede pasar eso por tu mente?, Pienso que es demasiado notorio lo mucho que me pones... es solo que no quiero arruinarlo. Su suave y afligida voz me interrumpió .

HELENADonde viven las historias. Descúbrelo ahora