«El único y más grande placer del amor consiste en la seguridad de hacer algo malo.»
*
La luna brilla imperiosa sobre nosotros, mostrando un lienzo negro moteado con pequeñas estrellas salpicadas en toda su extensión. Estoy exhausta después de haber caminado toda la tarde y le pido que nos detengamos. Me mira como intentando descifrar la expresión de mi rostro.
—Ya sé —dice con ese timbre de voz que tanto me gusta—, pasemos a comer una hamburguesa.
Le dedico una sonrisa fugaz, casi imperceptible.
—Me leíste los pensamientos, en realidad estoy hambrienta —le digo, y lo miro de reojo. Su rostro es sereno y fresco— ¿Cómo haces para saber lo que necesito en los momentos justos?
—Se llama observación —responde, orgulloso de poseer dicha habilidad —1125 días me respaldan.
La verdad es que, él y yo poseemos esa conexión en la que a veces sobran las palabras.
—Tonto.
Él deja caer su brazo entorno a mis hombros y yo siento cómo mi piel se eriza al instante. Me gusta que sea más alto que yo, y que su tacto sea sutil y cálido. Desliza suavemente sus dedos sobre la piel desnuda de mi brazo. Se siente como una corriente eléctrica.
Caminamos abrazados un par de metros más hasta la entrada subterránea. Se separa de mí.
—Bien, las damas primero —pronuncia con tono caballeroso, mientras me abre paso, mirándome con esos ojos juguetones.
—No es necesario que utilices esos modales conmigo —respondo, asestando un suave golpe sobre su pecho. Entonces nos sonreímos y bajamos las escaleras que conducen al bar que nos gusta frecuentar.
Nos sentamos en la barra y miramos el menú, mientras jugueteamos como dos críos. Después de un rato, nuestra orden llega y él me mira comer.
—Tú sí que devoras la comida —dice—, arrasas con ella —concluye, sonriendo burlonamente y tomando su hamburguesa entre sus manos—. Ni siquiera he comenzado y tú ya vas a terminar.
—Cállate —respondo—, se debe a que la dama que te acompaña realmente tiene hambre. No podía con su propio estómago —digo, mordiendo mi hamburguesa y dedicándole una mirada de complicidad.
—Eres un hermoso desastre —dice. Acerca su rostro al mío y besa la comisura de mis labios. El estímulo es delicioso. Me quedo perpleja un instante. Inmediatamente después, continuamos comiendo en silencio.
Terminamos y salimos del bar. El viento es fresco y nos hace temblar al pisar el exterior. Nos miramos, sonrientes. Me gusta toda esa mezcla de emociones surcando mi alma. Es hermoso.
Caminamos hacia el edificio donde vivimos, y entonces, mi mano se entrelaza con la suya, grande, cálida.
—Yuuji.
—¿Sí?
Detengo mis pasos, obligándolo a parar conmigo.
—No me dejes nunca —le digo de repente. Él me mira con rostro reflexivo.
—No lo haré.
—¿Lo prometes?
—Lo prometo. No dejaré de amarte mientras respire —responde, apretando mi mano—. Pero si tú me dejaras, yo moriría.
Acerco mi cuerpo al suyo y levanto la vista para reflejarme en sus ojos. Me pongo de puntillas y le beso los labios «Yo también moriría», susurro. Me rodea con sus fuertes brazos, acomodando mi cabeza debajo de su barbilla. Cierro los ojos. Me parece escuchar el sonido de sus latidos. Permanecemos así indefinidamente. Me gusta, no quiero dejar de estar así.
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Untouchable.
FanfictionMegumi es un escritor solitario que vive en Niigata, y ha estado enamorado de Nobara durante años pero nunca se lo ha dicho porque ella es novia de Yuuji, su mejor amigo. Sin embargo, algunos meses después de publicada su primera novela, Megumi y N...