La galaxia de sombras.

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Caliente.

Se siente tan caliente y sofocante.
Hay un fuego abrasador recorriendo e incendiando mi cuerpo... hasta mi alma. Mi alma que se retuerce con la llama que depositas con tu tacto. Me siento como un demonio profanando la limpidez de tu cuerpo. Pero ¿no es esto lo que anhelabas? ¿Es esto un sueño, o estoy pisando el infierno?

Me miras silenciosa, gritando con los ojos que te arrastre conmigo al abismo, pero eres tú quien me toma. Te retuerces sobre mí con una gracia tan arruinada y corrupta; y cual majestuosa mantis, te enrollas, tan ansiosa por devorarlo todo, y tomas mi cabeza, y con ello mis sentidos y cada ínfima parte de mi ser, entonces ¿el infierno sí eres tú?

Está entre tus piernas.
Entre ese par de cremosos, níveos y lisos muslos que se ciñen a mí con exasperación, mientras satisfaces tu apetito codicioso por estar en la cima. Siempre tan codiciosa. ¿Qué eres tú y por qué osas arrebatarme la cordura, la decencia... El alma?

Y hay sonidos. Sonidos de humedad resbalando hacia un caudal salado, agridulce. Y luego viene un lamento sin palabras, pero que lo dice todo. Y tu cara contraída en una mueca sin nombre. Tu voz está estropeada, como estropeada está mi conciencia por verte sobre mí, empapando todo de oscuridad, torciendo la realidad.


Si el infierno es así, termina de llevarme contigo, ahí donde reside tu alma, tu melancolía.

*

*

La piel de mi cara arde. El reflejo del espejo me devuelve la imagen de un hombre de cabellos negros y desordenados, de piel pálida y con el labio inferior lacerado, acompañado de una pequeña mancha rojiza bajando por la barbilla. Finos trazos carmesí como hilos, bajan desde mi cuello hasta mi clavícula. Se ven como el bosquejo de un artista contemporáneo experimentando con líneas sobre su nuevo lienzo. Sí, yo soy tu nuevo lienzo. Y me gusta. Ver ese desastre que tu deseo ha hecho en mí, sólo despierta el hambre voraz en mi regazo.

Miro las marcas en mi cuerpo y asumo que en mi espalda tus uñas han dejado rastros de tu delirio. La segunda vez, fuiste más indómita. Tus movimientos de fierecilla rota me lo arrebataron todo. Sobre mi hombro, las magulladuras de tu boca han dejando salpicaduras color púrpura que me gusta ver adornando la palidez de mi piel. Mi temperatura corporal pronto comienza elevarse y no quiero, pero ¿Qué puedo hacer con estos pensamientos y deseos que mi ser entero tiene hacia ti?

Me mojo la cara con agua fría para cortar de tajo lo que me atormenta desde que te colaste como una intrusa en mi interior. Miro la imagen que me devuelve el espejo. Las manchas purpúreas que rodean mis ojos revelan la falta de descanso, y me veo como un hombre cualquiera, entonces ¿por qué querrías estar conmigo? ¿Acaso no era Yuuji un ser más cálido? Dejo escapar un largo suspiro sin quitar la mirada de mis ojos en el reflejo, ¿cuál es mi atractivo? ¿Por qué yo? Tras unos minutos perdido en el reflejo y en los pensamientos danzando en mi cabeza, me acomodo la playera, entonces apago la luz y abandono el cuarto de baño.

Me instalo en algún rincón de la cocina para beber café, mientras pienso incesantemente en los sonidos que inundaron tu habitación: pequeños lamentos de sirena erizando la piel, y tus pequeñas manos robando cada centímetro de mi ser. Nobara, me tienes arruinado, y es que, si tú me lo pidieras, iría contigo directo al infierno. Chasqueo la lengua. ¿Cuál es el punto de todo esto?

—¡Pero qué aspecto tienes! —Escucho la voz áspera de Maki interrumpir mis cavilaciones, ¿Cuándo llegó ella aquí? Su cara muestra una expresión socarrona, mientras señala los vestigios que tu codicia dejó sobre mi piel.

Untouchable.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora