Cap. 5: Disparos

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KAIRA

Me desperté casi de un salto, había tenido otra pesadilla. Hacía demasiados años que soñaba lo mismo noche tras noche, al principio no lograba dormir pero poco a poco me fui acostumbrando y encontré una forma de conciliar el sueño. Los sonidos de las olas al romper en la orilla, eso me ayudaba enormemente a acostarme.

Conseguí levantarme de la cama, hoy había quedado a las diez para que Gerad me enseñara a disparar mejor de cómo lo hacía. Y es que a veces no atinaba en el blanco cuando se trataba de un sujeto pequeño. Sé que es difícil pero también frustrante.

Bajé las escaleras y como todos los días desayuné, me duché y leí un rato. Antes de que Gerad viniera volví a mi habitación y me cambié, pero justo antes de salir por el gran portón escuché la voz de mi hermanastro. Me giré para verle y ahí estaba, en la barandilla de las escaleras, dispuesto a bombardearme con preguntas.

—¿A dónde vas? —vuelta a la rutina.

Ya sabía yo que lo de ayer no sería eterno.

Dale tiempo al chico.

—No te importa, adiós.

—Sí me importa, dime a dónde vas.

—Que tengas un buen día —y dicho esto cerré la puerta tras de mí.

Gerad ya me estaba esperando en su coche gris impoluto. Abrí la puerta y me senté de copiloto.

—No me saludes, verás quién te va a enseñar a disparar.

—Perdón. Culpa de tu amigo.

—¿De Logan?

—Sí, de ese. Dile que no sea tan controlador.

—No me digas que le has dejado con la palabra en la boca.

—Pues sí, se lo merece. Es un gilipollas, el mayor gilipollas que he conocido.

Gerad se rió y nos pusimos en marcha. No sabía dónde iba a llevarme pero no pregunté, me permití disfrutar del viaje. Durante este Gerad puso música y reconocí la canción al instante, era Fuimos de Pole. Me encantaba este género así que bajé la ventanilla y me puse a cantar con el viento golpeándome la cara.

Fuimos leyendas del lugar que no estaba de moda, y lo pusimos a brillar más que aquellas farolas.
Fuimos poesía en cada paso, niña poca broma, tengo de testigos a más de un millón de personas.
Quiero un coche antiguo y un coco nuevo, para un poco, pisar el freno.
Y no me sale, siempre me muevo haciendo arte, también dinero.
Ardía Roma, fuimos piratas, no nos cansamos de meter la pata, pagé mil deudas, Barna me mata. Fuimos la prueba de que todo son etapas.

Cuando me giré de nuevo hacia Gerad, este se había quedado mudo mirándome extrañado. Sus ojos iban de la carretera a mí y de mí a la carretera, ¿tan raro era cantar?

—¿Tengo algo en la cara?

Tardó un poco en responderme. Wow, sí que le había impactado.

—No, es que no me esperaba que te pusieras a cantar y menos que conocieras esta canción.

—Hay muchas cosas de mí que no sabes.

Ambos reímos. Seguimos cantando —él también— canciones de Pole y antes de lo previsto llegamos a un descampado a las afueras de la ciudad. Salimos del coche y fue al maletero a por una bolsa negra, estaba llena de armas.

you can be king againDonde viven las historias. Descúbrelo ahora