15 | Amor de despecho.

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Podrías sentir su energía aunque no estés cerca de el, se percibía su vibra al hablar, al moverse entre la gente. La forma en que tomaba su copa de licor, la forma en que te seducía con la mirada, jamás encontrarás a alguien como el.

Si te acercabas lo suficiente no podrías alejarte más nunca de el, querrías que las personas que están a su lado no estuviesen, como un depredador quiere a su presa para si solo. Jamás me gustó la forma en que sus ojos se cristalizaban por la canción específica que sonaba, quizá eran las copas de más pero su traviesa sonrisa ocultaba un mueca extraña. Lo único que quería hacer esta noche era bailar con el, conocerle a el, pero a la más mínima intimidad se alejaba o cambiaba el tema, estaba acostumbrado a las aventuras para su amor de despecho, que cargaba consigo todo el tiempo que lo conocí.

El negro jamás le había quedado tan bien a alguien hasta que lo ví en el, rodeando sus partes del cuerpo, sintiéndome celoso de las cadenas que adornan su cuello. De la copa que toca sus labios, del mismo aire por tocarle el cabello.

Crecí cerca de el está noche, conociendo más que al chico codiciado de toda la barra. Mis manos inconscientemente fueron a su espalda baja, mis labios sintieron la hambruna y con ello el deseó inmenso por comerme sus labios está noche. La noche caía más y más, junto con un poco de tela que estorbaba está noche, medicados de un amor de despecho por ambas partes, si te soy sincero lo estaba disfrutando más de la cuenta.

Había perdido toda ebriedad, la electricidad que invadía mi cuerpo por estar encima del suyo, mi piel sonriendo al compás de mis besos. Sabía que era una manzana prohibida la primera vez que lo ví pero cariño, tenía toda la espalda mordida.

Mi nombre jamás se había escuchando tan bien y si no estuviera tan drogado de decepción amorosa, me habría aprendido el tuyo. No era el mejor de los lugares, pero estaba siendo nuestro.

Bajo la luz de la luna, bajo la luz de la bombilla del bar, bajo la luz del cuarto de hotel. Bailaban dos extraños, sintiéndose plenos por momentos y vacíos otros muchos más, sin la necesidad de hablar sabían que hacían cada uno, se buscaban uno con otro.

Sin embargo uno de ellos había estado toda la noche en vela, muriendo de frío y arrepentimiento en el cuarto de los dos. Jugando con sus manos, conteniendo sus lágrimas y fallando al instante, contando los segundos de soledad en ausencia de su amor y este último dándole a alguien más su amor de despecho. Se sentía tan impotente ante la situación, en su mente formulaba mil y un escenario, ninguno apuntaba a su favor.

Con el ardor que le provocaba su herida interna, sus ojos rojos por llorar demasiado, el pensamiento constante sobre dónde podrá estar.

Recostó su cabeza en el almohada de la cama de hotel, cansado de sentirse culpable, mirando a un lado y no ver a su chico risueño. Moriría está noche y rogaría por olvidar la cruda moral del día siguiente.

Apagó su luz, dando por finalizada está noche de amor de despecho.

R e h a b // R e v e l a c i ó n.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora