ABEL " El Lado Oscuro Del Placer"

Capítulo 46 "Nadie Puede Saberlo"

Dos días habían pasado ya y Aileen no había vuelto al hospital a verlo, bueno, no del todo, pues el doctor le contó que iba a averiguar con él como estaba, pero no sé animaba a ir a la habitación donde estaba y lo más seguro era que lo hiciera por lo pasado la última vez.

—¿Listo para irnos? —Preguntó William entrando, al fin le habían dado el alta—.

—Sí —Se vistió y salieron del hospital, él aún necesitaba dos días de reposo, subió a su habitación y tomó su teléfono para llamar a Aileen, pero ella no contestó, estaba seguro de que lo odiaba—.

AILEEN

"Me sentía terrible y la lluvia solo hacía más sombrío mi ánimo ¿En qué momento Abel había cambiado tanto? Me preguntaba mientras ojeaba las fotos del álbum que guardaba en el baúl que conservo desde niña, éramos tan felices, desconozco por completo al hombre que tengo al frente".

Tomé entre mis manos algunos recuerdos de Abel que me había dado antes de marcharse con su madre y los acerqué a mi pecho, extrañaba a mi dulce príncipe, ese que me cuidaba y que a veces intentaba salir a flote, pero que el nuevo Abel se negaba a mostrar.

Vi el celular encenderse de nuevo, mi rubio volvía a llamar, pero no estaba de humor para contestar, cerré la llamada mientras seguía viendo sus fotos, hasta que un golpe en la puerta me interrumpió, corrí escaleras abajo pensando que eran mis padres que llegaban de su viaje, pero no fue así.

—¿Qué haces aquí? —Miro con sorpresa a Abel que hace presencia en mi casa—.

—No contestabas mis llamadas —Responde haciendo una mueca de dolor, su rostro está pálido—.

—¿Estás bien? —Pregunto sin poder evitar que note mi preocupación—.

—Lo estoy ahora —Me mira acercándose a mí, pero yo decido alejarme—.

—Es mejor que te vayas Abel —Sugiero—.

—No me iré hasta hablar contigo y aclarar las cosas.

—No hay nada que aclarar Abel, dejaste las cosas muy claras en el hospital.

—Aileen las cosas no son así —Intenta explicarme—

—No me interesa como sean, solo quiero que te vayas —Pongo mis manos en su pecho tratando de marcar distancia y él se queja de dolor, creo que le he topado la herida— lo siento —Me disculpo y en un descuido su mano se hunde en mi cabellera y me acerca a él de forma abrupta dándome un beso que me toma por sorpresa—.

Sus labios se aferran a los míos y sus brazos se envuelven en mi cuerpo sin dejar un centímetro entre nosotros, no hay brusquedad en sus actos, pero si una necesidad que se mezcla con la mía, es algo a lo que no puedo resistirme.

—Abel, por favor —Susurro sobre su boca que sigue dándome besos cortos, sus manos suben a mi rostro buscando mi mirada y junta su frente con la mía, puedo sentir su respiración irregular tratando de normalizarse—.

—Perdóname —Dice lleno de arrepentimiento abrazándose de mi cintura— fui un idiota contigo en el hospital, yo..., yo solo intento protegerte.

—¿De qué?

—De todo, todos —Recalca— no quiero que te lastimen Aileen —Me confiesa— no me perdonaría si algo malo te llegara a pasar, debiste alejarte de mí —Me reprocha— debiste salir de la habitación el día del baile, lo que pasó esa noche nunca debió pasar.

—¿Te arrepientes de lo que pasó aquella noche?

—Sí —Responde sin titubeos— me arrepiento de permitir que te involucraras conmigo.

—Abel yo te amo, ha sido así desde siempre.

—Mi vida no es fácil Aileen, no sé cómo termine todo, yo guardo muchos secretos que harán que el imperio de mi abuelo caiga y eso traerán consecuencias graves que pueden costarme la vida, y no quiero que tú formes parte de esas consecuencias.

—¿Estás terminando conmigo? —Lo cuestiono al borde de las lágrimas—, ¿es eso?

—Aileen, tú no te mereces esto, tú no eres una chica que deba ser escondida o negada, te mereces alguien que pueda andar orgulloso de tu mano, te mereces a alguien que te haga feliz, no como yo que te tiene en un sube y baja de emociones.

—Yo te amo a ti Abel.

—Aileen yo no puedo prometerte nada más que una relación clandestina.

—Está bien, entiendo que debemos ser cuidadosos, lo seremos de ahora en adelante, pero no me alejes de ti —Lo abrazo—.

—Aileen tal vez sea mejor separarnos.

—No —Hundo mi rostro en su pecho dejando que mis lágrimas salgan— no me dejes.

—Pequeña —Seca mis lágrimas— por favor no me hagas esto.

—Si nadie debe saber de esto, nadie lo sabrá, pero no estoy dispuesta a dejarte.

Un silencio sé cola entre nosotras y puedo ver el infierno en su mirada mezclado con la contradicción que siete al no saber si quedarse conmigo o alejarse de mí, no hay tiempo para dudas, mis labios vuelven a buscar los suyos y rodeó con mis brazos su cuello hasta que él termina por ceder a mí.

—Aileen no lo hagas —Advierte al ver que mis manos intentan desabrochar su camisa—.

—Por favor Abel, no me rechaces.

—No traje protección.

—Está bien, estoy tomando anticonceptivos.

—Joder Aileen no me hagas esto —Aprieta mis muslos—.

—Voy a hacerte muchas cosas Abel, me lo debes —Lo jaló de la mano y lo guio hasta mi habitación— han sido días de espera, de espera por ti, por tus besos —Muerdo sus labios— por tus caricias —Lo empujo hasta que se sienta en la cama y no tardo en sentarme a horcajadas sobre él—.

—Estás tan húmeda Aileen —Murmura gustoso rozando sus dedos en mi intimidad—.

—Estoy así por ti —Muevo mis caderas invitándolo a que me invada, y lo hace, tardamos segundos en desnudarnos y mucho menos en amarnos, su boca recorre mi cuerpo hasta llegar a mis pechos e invadirme por completo—.

—Aileen —Me besa sin perder el ritmo de sus penetraciones haciendo que mi sexo se contraiga y llevándome a experimentar un orgasmo que hace que solloce de placer por la intensidad del acto—.

—Te amo —Sonríe mi rubio, diciéndome esas dos palabras que tanto deseaba oír y regalándome besos, y tiernas caricias que logran apaciguar los temblores de mi cuerpo—.

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