Capítulo 5

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Mikoto aplaudió varias veces, sintiéndose orgullosa de sí misma. Había creado en la pequeña habitación que utilizaba para ella, un tablero a lado de las fotos familiares, en donde se hallaban cuatros puntos importantes para lo que quería hacer.

Ella quería felicidad en la vida de sus hijos, querían que fuesen felices sin importar el género, ella velaría que esas personas serían las indicadas para ellos.

Más cuando ella también no pudo evitar llorar cuando escucho a su hijo rubio. Esas lágrimas reprimidas fueron tan dolorosas de escuchar. Tanto así, que, en la mañana, fue ella la que despertó al pequeño, lo abrazó, acarició entre sus dedos ese corto cabello rubio, y lo consintió todo lo que pudo en ese lapso de tiempo. También quería verlo sonreír, quería ver esos brillitos en sus ojos.

Había estado planeando todo el fin de semana que ahora temía que no funcionara, no quería que algo saliera mal o que el final fuera el peor.

—Así que, Salvar la felicidad de mi idiota hijo menor, jamás pensé que serias tú la que llamarías a nuestro hijo así —interrumpió sus pensamientos, aquel hombre, que logró enamorarla a pesar de su tan serio carácter. El único que tuvo la paciencia para enfrentarse al lado rebelde de su joven.

Fugaku se acercó hacia ella, extendiendo sus manos hacia la cadera de su esposa, atrayéndola a su pecho. Dejó caer un beso en su mejilla, haciéndola sonreír.

—Mnn. Sasuke ha hecho sufrir a Naru, cariño, así que, esta vez debo meter manos a sus decisiones. Luego me lo va a agradecer.

—Lo hará —afirmó. Fugaku, estrecho a su esposa entre sus brazos, balanceándose suavemente. Y Mikoto suspiró al sentir el apoyo silencioso de su esposo. Ambos estaban preocupados por lo que acechaba el futuro, y tan confundidos de un amor que no habían vistos ellos florecer.

—Entonces —continuó el hombre—. ¿Cuándo empezará el primer punto?

—Si todo va bien, el miércoles sin falta. Sasuke está libre de su trabajo, y Naruto trabaja en la mañana. Solo que no sé sobre Itachi.

—Si es en la noche, ambos estaremos aquí —avisó Fugaku. Queriendo también poner un poco de su parte. Y no dudaría que su hijo mayor, también sería un gran apoyo. Mikoto asintió, dejando caer un casto beso en los labios de su esposo. Consciente que ahora solo podía esperar.

Solo que eso no evita que este ansiosa.

Cuando llegó el día miércoles, la mujer Uchiha, no dejaba de arreglar las habitaciones cómplices en lo planeado. Sintiendo la mirada extraña de su hijo mayor, quien habían regresado a la casa al olvidar algo en la oficina, pero eso no la detuvo.

Empezó a caer la noche, mientras terminaba de preparar la cena, el timbre cayó a sus oídos, por lo que corrió hacia la puerta mientras se limpiaba las manos con el paño de la cocina, detrás de esta se encontraba el joven Naruto, el cual le regaló una sonrisa adorable para Mikoto. Pero, hubo algo que no pudo evitar hacer y eso fue elogiar a su otro hijo.

—Cariño, pero mira esas pintas, ¿Debo preocuparme por si te raptan? Tan guapo que se ve.

Y cada palabra que salía por parte de la mujer, la piel canela de Naruto empezaba a sonrojarse. Mikoto lo tomó del brazo para que pasara, mientras cerraba la puerta. Caminaron ambos hacia la cocina, en donde Naruto dejó un mediano pastel de frambuesa descansando en la encimera.

—¡Ay, cariño! ¿Por qué tú si puedes ser puntual? Ya decía yo que las costumbres de ese profesor se les pegaron a Sasuke y a Itachi, solo espera a que llegue Fugaku.

—Hhmm... ¿Puedo preguntarle algo? —escuchó Mikoto, mientras tomaba los platos y asentía en respuesta—. Hace mucho que no cenamos juntos, pero... ¿Hay algún motivo en especial?

El Idiota Es Mi Hijo (Sasunaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora