Capítulo 8

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—Madame, ¿Desea un poco más de vino? —la tranquila y amable voz de un joven mesero, llamó la atención de Mikoto, quien solo asintió a lo pregunto con una sonrisa dulce en su rostro. Después de todo, el joven chico la había regresado a la realidad, después de mantenerse por mucho tiempo en sus pensamientos.

Tomando la copa entre sus dedos, observa desde su solitaria mesa hacia la dirección en donde se encontraba el ya no tan pequeño rubio que ella tanto quiere, este se mantenía dando las órdenes a los demás, sonriendo a los comensales, mientras los llevaba a su mesa.

Sostenía una sonrisa tan brillante, pero el color azul claro que siempre lo ha acompañado, se hallaban apagados. Todo su exterior solo era una gran capa a todo lo que internamente estaba guardando. Ya deseaba Mikoto poder leer los pensamientos que tantos males provocaban al menor, la mujer desearía tener todo el poder para ayudar a su familia, a su hijo y a la persona que en verdad ama. Frente a sus ojos nada puede pasar desapercibido.

Se amaban, pero uno de ellos da más que él otro, y ella sabe quién es quién.

Su mirada va hacia el anillo que adorna su dedo anular, aquel pequeño símbolo de unión que Fugaku se había tomado la molestia de comprar con sus ahorros, el mismo que marcó su unión y el inicio de su familia. Un anillo que guarda historia entre ellos, secretos que conocen los corazones de ambos, como esposos, con el pasar de los años, su amor no ha acabado.

Y ella quería que fuera así para los dos.

Entonces, Mikoto, se cuestiona por largos minutos si de verdad era lo correcto, ella no quería que su hijo se casara, porque no había un futuro asegurado, sin embargo, con el chico con el que forjó un lazo de amor, parecía solo dudar.

Mikoto no quiere unir a Naruto en una relación donde Sasuke flaquee por lo mínimo. No es lo correcto para el corazón de ambos partes, no es lo mejor para ambos.

—¿Le traemos ya el postre, madame? —escucha a su costado por lo que levemente voltea, en donde Naruto la observa esperando pacientemente su respuesta. Mikoto solo puede observar los sus ojos que vio crecer, los mismos que atrajeron y envolvieron el corazón de Sasuke y siente ganas de llorar, siente que está fallando consigo misma y con ellos. ¿Dónde quedó la confianza para cumplir su plan? No lo sabía—. Madre ¿Desea algo más...? ¿Está bien? ¿Ocurre algo?

—Hhmm... postre... ¿Crees que puedes sentarte conmigo? —respondió y preguntó con calma, mientras sentía como su —futuro— yerno limpia las lágrimas que inconsciente salieron de sus ojos con su pañuelo. Naruto asintió en respuesta, dejando un beso en su frente y murmurando un todo estará bien.

Quizás fue por los sentimientos encontrados, con una unión de sus pensamientos, que lograron quebrantarla.

Agradecía estar en una sala privada, por lo que al momento de la puerta ser cerrada por Naruto, dejó salir esa frustración que mantenía acumulada en su pecho. Todas las cosas que solo habían logrado pasar en las últimas tres semanas.

La distancia que estaba ocurriendo frente a ella, que se quebrantaba. Naruto ya no hablaba de Sasuke, y su hijo se mantenía tan pensativo que preocupaba. Era madre y como una, deseaba lo mejor para todos, mucho más para ellos.

El abrazo de Naruto fue sorpresivo para ella, quien tan distante del mundo real que no prestó atención a su llegada, ni cuando coloco el postre ya pedido en la mesa.

—Este es mejor Chesseecake del restaurante, quizás esto la pueda animar. Y no se preocupe Yahiko me ha dado permiso por veinte minutos, por lo que dígame ¿Qué ocurre? ¿Ha sido Sasuke otra vez?

Mikoto no sabe si asentir con la cabeza para desahogarse o solo responder con otra pregunta, después de todo eso también incluía al rubio frente a ella.

—¿Puedo hacerte una pregunta, cariño?

—Sí, hay problema

—¿Tú... amas a Sasuke?

—Lo hago —respondió sin titubear, con una sonrisa triste—, pero él quiere hacer su vida sin mí, no interferiré.

—Pero, él te necesita, ahora está actuando como un cabeza hueca, sé que te necesita.

Naruto ríe por lo escuchado—. Jamás pensé, que usted era que lo llamaría, solo puede decir que ese cabeza hueca esta grande y hace lo que quiere.

—¿Crees que amarlo es un error? —Naruto niega con la cabeza.

—Quisiera sentirlo de esa manera, pero no puedo, quizás el tiempo me lo dirá.... —se encoge de hombros—...quien sabe....

...

Dio tres toques en la puerta blanca frente a ella, no tuvo que esperar mucho para que esta fue abierta por un Sasuke cansado, quien solo la observó para dejarla pasar. Sasuke se deja caer en la cama, mientras ella arrastra la silla del escritorio, quedando frente a su hijo.

—Sasuke, hijo, dime lo que verdad quieres. Sé que estas enojado conmigo, que no deberías, pero, necesito saber la verdad. ¿Por qué ella? Dame razones para creerte, sinceridad. ¿Cómo la conociste? ¿De verdad te quieres casar?

—Por ser ella, solo eso... la conocí cuando salí del trabajo. ¿Casar...? ¿Sí?

Mikoto estiró su mano hasta el lado derecho de la cabeza de Sasuke, para jalarle la oreja.

—Sasuke tienes veintidós, casi a nada de cumplir los veintitrés, ¿No está embarazada? ¿Verdad? —Sasuke negó—. ¿Seguro?

—Sí.

—¿La amas?

Sasuke le sostuvo la mirada, pero no contesto.

—Entonces, ¿Qué hay de Naruto? —notó la mirada de sorpresa—. ¿Qué hay con sus sentimientos, con tus sentimientos? ¿Qué va a ocurrir con todos esos escenarios vergonzosos que me demostraban? Dime, Sasuke, ¿tan pobre es lo que sientes?

No hay respuesta.

—No entiendo lo que estas queriendo hacer, no le veo el sentido a esto —se acomoda en su asiento—. ¿Amas o no amas a Naru? Solo tienes que responder con la verdad.

Ve dudas en la mirada que heredo de parte de ella, nota el movimiento de sus manos y la tensión creciendo en sus hombros. Quizás reflexionaba o solo sostenía pensamientos los cuales lo llevarían a la misma decisión.

Mikoto se levanta de su lugar, acarició los cabellos largos de color negro que caracterizan a su familia, beso su frente y salió de la habitación, dejándolo solo, cerró la puerta con cuidado, ya esperaría a que la cena llegué para notar algún cambio.

—¿No bajara Sasuke? —preguntó Fugaku, mientras observaba a su esposa servir la cena, mientras él acomodaba la mesa. Mikoto solo negó con la cabeza, ya sabía que eso podría pasar—. ¿Hablaste con él?

—Sí, la última es la vencida, cariño.

Esperaba que fuera esa la última, deseaba que lo fuera. 

El Idiota Es Mi Hijo (Sasunaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora