Capítulo 10

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Con el pasar del tiempo, los días se convirtieron en semanas y lo que parecía ser el buen entorno que rodeaba la casa, se notaba apagado. Mikoto, solo logró notar mínimos movimientos entre ellos, después de todo, no los podía mantener vigilado las veinticuatro horas al día. Por lo que todo le intrigaba. Quería respuestas, las necesitaba, se sentía ahogada al no saber que deparaba el futuro para su familia.

—Ya hiciste mucho por él, si Sasuke quiere continuar con eso, no podemos hacer más nada, cariño.

Fueron las palabras que Fugaku le había dicho en la cena, después de ella haberse desahogado con él. Fugaku se había rendido primero que ella, e Itachi no estaba en casa, por lo que su opinión quedaba descartada, solo que ella esperaba que no sonara como su esposo, porque se sentiría peor. Después de todo ella quería la felicidad de su hijo.

No algo falso, no algo que no durará hasta que la vejez llegué a su vida. Lo que ella veía, solo traía problemas e infelicidad.

Había hablado con su hijo, se sinceró lo suficiente con él, y preguntó, le preguntó tantas cosas para saber que ella no era la que estaba errónea, que no era un capricho como miradas externas podrían creer.

Quizás faltó algo, Mikoto no lo sabe, por mucho que ansié la respuesta, la verdadera razón, se hallaba muy lejos de ella. Por lo que, como madre y amiga, le tocaba esperar. Esperar que el tiempo haga solo su trabajo sin la intervención de manos mortales.

Por lo que la llamada de Tsume para una salida de amigas, fue lo suficiente reparador para ella. Logró que parte de la tarde solo se concentra en las variedades de postres que le presentaron o la ropa que había buscado para modelarle a su esposo.

Despejó su mente, que al llegar a casa ya era un tarde, pasada las nueve de la noche. Así que se encaminó a su habitación para dejar las compras sobre la cama, tomó un baño y ya cansada por el ajetreo anterior, fue a la cocina por una merienda nocturna, solo para darse cuenta que la puerta que daba al patio trasero se hallaba abierta. Se asustó al principio al notar una sombra sobre la banca de madera que se hallaba en la entrada del invernadero.

—Mamá... —escuchó la voz grave y melancólica de su hijo menor. Sentía un deja vú.

Y mientras se acerca, puede notar una copa a medio rellenar de vino tinto, mientras su mirada solo se mantiene, en el cielo despejado de la noche. Ya en la cercanía, notó su mejilla roja y su expresión aliviada. Mikoto quería que fuera lo que ella estaba pensando, por dentro deseaba que todo se hubiera acabado.

—Siempre tuviste razón, mamá. Siempre la tuviste... —empezó Sasuke, Mikoto solo se limitó a asentir, dándole la oportunidad para que se desahogara, sentándose a su lado—. Creí que, casándome con una mujer, no los decepcionaría, que seguirían viéndome como su hijo menor, después de todo, habría un bebé de mi sangre en la familia. Creí que lo que mantenía con Naruto, estaba fuera de toda las normas que el abuelo impuso, que por mucho que amara a Naruto lo que queríamos vivir era imposible... quería que Sakura sirviera como nuestro escudo contra las posibles críticas.

Mikoto asintió, queriendo darle un golpe por pensar así de ellos, su abuelo puede tenga diferentes ideales a ellos, pero ponerlos todos en el mismo pedestal.

—Sin embargo, usted se negó a admitir una boda, y eso me enojo, pensé que con eso sería suficiente, pero su negación y que pensaras tan cerca de la verdadera intención, me asustó. Empeoró al Naruto saberlo, llevamos o llevábamos un año juntos... hoy cumpliríamos nuestro segundo aniversario —ríe amargo, mientras observa la copa que reposaba entre sus dedos—. Naruto me odia, todo lo que vivimos lo destruí al creer algo que jamás estuvo.

—Pero, puedes arreglarlo. Puedes pedirle una segunda oportunidad, después de todo eres humano y como una cualquiera, también te equivocas. Hablarle con la verdad, no ocultes más nada, porque lo empeoraras. Créeme hijo, no metas más la pata, dañaras más que su corazón y eso ya no se puede recuperar.

—Lo sé.

Y el silencio que abarcó el ambiente, fue lo suficiente como para que matriarca Uchiha bailara internamente a notar que su hijo ya había logrado la idiotez que mantenía,

—Es gracioso saber que la chica de cabello rosa —dijo Mikoto, al igual que escucha decir a su hijo "Sakura" al mencionar a la mujer—, bueno ella, de verdad había creído que iba a ser la oficial. Estaba planeando la boda con mucho lujo, si te hubieras casado con ella al final. Hijo, iría a tu boda, pero vestida de negro, eso iba a ser tu funeral desde luego.

Sasuke ríe con la ocurrencia de su madre.

—Entonces... —Mikoto le dirigió una mirada interrogante.

—Entonces, ¿qué?

—¿Qué esperas? El perdón no te va a caer del cielo, así que levántate y ve a enfrentarlo.

—Hhmm... a esta hora no está en casa.

—Ve a buscarlo, no pongas excusas flojas, dime que no lo quieres y ya, así le digo a Kurama que lo vaya a conquistar —la mujer sonrió al ver la arruga de sus cejas en la frente de su hijo, incluso parecía que estuviera mordiendo la piel interna de su mejilla—. ¿Lo has visto? Es tan guapo, su cabello rojizo y largo, un cuerpo tonificado y alto, perfecto para mi niño. ¿Estás de acuerdo? ¿Sasuke?

Al parecer su hijo se levantó en medio de su fascinación por el exnovio de Naruto. Mikoto estaba segura que eso funcionó como un empuje para su hijo, y aunque dijo todo eso, prefería que el rubio llevara el apellido de la familia que de otra persona.

—Naruto de Uchiha, se escucha mucho mejor. 

El Idiota Es Mi Hijo (Sasunaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora