Capítulo 11

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Luego de haber hablado con su hijo, estuvo parte de la noche y lo que iniciaba la mañana del sábado ansiosa. Preparando el desayuno para solo ellos dos, pero las teorías de lo que estaría pasando con su futuro yerno y su hijo, no salían de su cabeza.

Principalmente porque no quería regresar al inicio del problema, un Sasuke inseguro y la falsa sonrisa de Naruto.

Ella solo necesitaba un cambio de página para el libro de sus vidas.

Sin embargo, en ese momento Mikoto se encontraba libre de todos sus deberes, ya sea con ayudar a su esposo, su hogar se encontraba impecable, incluso sus amadas amigas se encontraban ocupadas o fuera de la ciudad por lo que seguir en casa con sus pensamientos se volvieron un problema. Así que tomó las llaves de su auto y asegurándose de tener suficiente combustible, decidió dar un paseo por la ciudad y fuera de esta, por la larga carretera que conectaba a Konoha con Suna, quizás llegaría a mitad del viaje y llegaría a mitad del viaje o iría directamente, no podía confirmarse eso a ella misma.

Después de todo sus nervios se encontraban solo con su hijo menor.

El auto se colocó en marcha, mientras que subía el volumen a la bocinas para internarse en la voz del vocalista a Skillet.

Tarareando al ritmo de la música, se cuestiona sobre los años que ha estado viviendo. Lo que ha observado el conflicto de su familia antes de ella casarse, su primer embarazo, la perdida de este. Su primer divorcio y la tristeza que tuvo en dos años antes de conocer al hombre con el que comparte lazos.

Cuestiona a la nada su felicidad, las primeras veces, las discusiones, las lágrimas y la tranquilidad que siempre llegaba a sus vidas cuando todo parecía caer.

Mikoto gira el timón para adentrarse en la tranquila carretera, reduce la velocidad, el volumen de la música baja ahora reemplazo por la dulce voz de Adele.

Mikoto ve una luz en su pasado, sus dos tesoros, esos pequeños que ella tanto protegía con temor a perderlos, ve el amor y su dedicación a la familia. Ve sus metas cumplirse, sus profundos anhelos siendo hechos realidad.

Ve a un niño rubio, tímido de la mano de uno más adulto, en donde pide permiso para jugar. Puede ver sus curiosos ojos y la sonrisa iluminarse cuando ella acepta, al igual que puede hablar con el rubio mayor, y conoce un poco más de su vida.

Luego, las cosas parecen mucho más animadas en casa. Mikoto ve felicidad en su hogar las risas y los pequeños pasos corriendo haciendo eco por los pasillos. Los escucha cantar, leer, aunque, fuese de manera incorrecta.

Ve a su hijo menor, siendo un niño normal, comportándose como alguien de su edad, poco a poco deja de retraerse.

Su hijo mayor se une al pequeño grupo. Y cuando meno lo espera, encuentra a cuatro hombrecillos durmiendo en una colcha en el medio de la sala. Tanto su esposo no se pudo resistir a ellos. Itachi, Sasuke y Naruto dormidos entre los brazos del hombre al que consideraban alguien aterrador y duro.

A través de los frondoso arboles puede ver recuerdos de antes de su ahora.

Y Mikoto es feliz. Ella ama si presente y si las cosas no cambiaban también amaría su futuro.

Mikoto tampoco sabe cuánto tiempo se internó en su viaje, pero la llamada de Fugaku con una promesa de llevarla a cenar hace que inicie un viaje de vuelta a su hogar. Con el ánimo de Courtesy Call en si entorno, apresuro su llegada, quizás para ese momento su hijo había podido marcarle.

Cuando estaciona enfrente a su hogar, siente su móvil vibrar, siendo a quien ella tanto esperaba.

Un simple y corto mensaje como lo haría su hijo. En este se encontraba la foto que dominaría 'selfie' en donde apareció el rostro manchado de un extraño maquillaje sin siquiera quitar la seria de su mirada, aun con aquellos extravagantes tonos, con un Naruto sacando la lengua con diversión, señalando su arduo trabajo.

"Tengo una última oportunidad" como leyenda.

Como respuesta la mano un "suerte" y algunos corazones incluidos para el ánimo del chico. Bajó del auto y se encamino hacia la puerta de su hogar, en donde con tanto solo abrirlo, fue recibida por un camino de velas y pétalos de rosas rojas que, mientras las seguía, pasaban por la cocina, y daban al patio de atrás.

No pudo evitar sonreír al ver a su esposo, mientras que las múltiples preguntas se daban a relucir. Después de todo, no recordaba que fuera un momento importante. Más cuando el evento icónico, como lo era su cumpleaños ya había pasado. Y era casi imposible de que su querido Fugaku supiese sobre el logro de su hijo menor.

—Cariño —lo escuchó decir, mientras se acercaba hacia la puerta donde aún se mantenía detenida por sus pensamientos. Fugaku extendió un ramos de rosas en su dirección, y sin mirarla fijamente, murmuró un te amo, y las palabras exactas para Mikoto—. Feliz aniversario, querida.

Sonrió, y acortó la distancia mientras dejaba caer un beso en los labios de su esposo, repitiendo un te amo, y dándole las gracias por estar a su lado.

Había estado sumergida con la vida de sus queridos hijos, que había olvidado aquel momento tan importante en su vida. Ese que la llevó al presente que tanto amaba. Una vida que no pensó tener, sosteniendo la mano de un buen hombre, que se avergonzaba con facilidad a su lado, y la amaba como si fuera la primera vez.

La felicidad de sus hijos estaba completa, ahora ella podía disfrutar un poco más de la suya con aquel hombre que movía aun su corazón. 

El Idiota Es Mi Hijo (Sasunaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora