Capítulo X

534 82 8
                                    

Besos a prueba de cicatrices

Tras la insistencia de Todoroki, pese a que Midoriya consideraba que no era necesario porque la herida en su cuello ni siquiera era tan profunda, pidieron una cita al médico que, por su condición de héroes, les fue otorgada prontamente.

Los atendió una doctora que, según las impresiones de Midoriya, debía tener algún kosei que le permitía ver lesiones en el cuerpo por cómo clavó los ojos en su cuello apenas entró, pese a llevarlo cubierto. Agradeció que la mujer no mencionara nada sobre cómo había ocurrido la herida, porque debía intuirse, y se limitó a preguntarle algún síntoma extraño y recetarle un antibiótico tópico profiláctico e indicarle medidas generales de limpieza y cuidado de la herida. A Izuku le pareció que la mujer hubiera querido decir algo, pero solo los despidió con una sonrisa y un apretón de manos.

Pero fue a raíz de ello que Midoriya recibía cada ocho horas un recordatorio de Shouto, si no era que se le presentaba con los ojos brillando con su obstinada resolución para limpiársela él mismo. Aunque, en ese momento, quizás llevó las cosas al extremo.

—¡Pu-puedo hacerlo solo! —reclamó, intentando apartar sus manos de su cuerpo.

La risa femenina lo hizo enrojecer mientras su otro compañero suspiraba, como si fuera un caso perdido.

—Todoroki me insistió en que me asegurara de que te curaras tu herida —pronunció Uraraka, disfrutando de atormentar a su mejor amigo—. Ahora... Yo quiero saber cada detalle de cómo fue que ocurrió esto.

—No creo que sea necesario cuando está tan implicado —musitó Iida, cubriéndose el rostro mientras asistía a Ochaco con las gasas estériles.

—Mira —canturreó ella—, si Tenya lo ha dilucidado, es porque está más que claro qué ha pasado entre ustedes

—¡N-no...! No ha pasado nada que no deba pasar entre nosotros —los acusó con un mohín—. Al igual que con ustedes, ¿no?

Uraraka se armó con una sonrisa cálida mientras terminaba de colocar esparadrapo sobre la gasa. Por su parte, Iida disimuló su sonrojo con una tos.

—Tenya no me muerde.

—Ocha... ¡Uraraka! —reclamó el antiguo delegado de clase, perdiendo los estribos.

—Aw, ¿aún te da pena llamarme por mi nombre en público? —rio, enternecida—. Pero estamos con Deku, dudo que le moleste.

—No me molesta —le siguió el juego solo porque deseaba que el objetivo del tono bromista y sabelotodo de su amiga cayera en alguien más.

—... Como sea —Iida intentó recomponerse y clavó sus pupilas en Midoriya, transmitiéndole con la mirada que no se convertiría en el foco de las bromas de Ochaco—. Me preocupa que Todoroki te haya mordido de esa forma. Quiero decir, cuando los alfas lo hacen en un omega, solo se deja la marca porque...

—Porque los alfas tienen precursores de la coagulación y cicatrización en la saliva, cuyos receptores muy convenientemente están en los omegas. Lo sé, Iida...

—Lo que me importa es que Todoroki lo sepa.

—Lo sabe —defendió Midoriya—. Es solo que... A veces es difícil, quiero decir, no para mí, sino para él. Siento que siempre debe estar controlándose y... A veces... Bueno, yo...

—Preferirías que no se controlara —ofreció Ochaco, esta vez sin tomárselo de broma, e Izuku asintió, encendiéndose en escarlata.

—Pero el resultado es este —puntualizó Tenya—. Y no creo que sea justo para ti, Midoriya.

Guía para lidiar con un alfa... y no morir en el intento (TodoIzu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora