Capítulo XXIV

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Advertencia: Posibles spoilers de los eventos más recientes del manga (más o menos). Y lo siento si hay algún error en mis nulos conocimientos de francés jaja

Aroma a hogar

Bienvenue!

La cafetería tenía un estilo paradójicamente minimalista para el atuendo de su dueño. Algunos helechos se escurrían de sus recipientes y el aroma a flores se entremezclaba con el del café recién molido y los dulces horneándose. Olía bien y el ambiente era acogedor, quizás por eso las personas se detenían frente al letrero y leían el menú con estilizadas letras hasta decantarse por entrar.

A Midoriya le encantaba ayudar a sus amigos, así que, con el panfleto repleto de cupones que apareció en su buzón, no pudo negarse a asistir a la primera semana de apertura de la nueva cafetería en una de las zonas comerciales de Musutafu. Todoroki tenía trabajo, así que estaba solo él, con una de sus camisetas aburridas sintiéndose pequeño al percatarse de que uno de sus compañeros de clase había conseguido todo eso él solo.

Aoyama ajustaba la iluminación del local porque ya estaba entrada la noche y se armó con una sonrisa cuando vio a Izuku a solo unos metros de la vitrina donde se exponían sus creaciones. Las luces de tonos cálidos hacían maravillas en sus ojos, y Aoyama deseó que Shouto estuviera allí para que confirmara la sublime belleza de Izuku.

Mon dieu! Midoriya, pensé que no vendrías.

—¿Cómo no iba a venir? —Izuku jugueteó con la asa de su bolso cruzado, apenas capaz de colocar un pie tras otro.

—Pues las noticias están repletas de sus proezas y... Este solo es un local cualquiera de un viejo colega.

—De un viejo amigo —corrigió Izuku, acercándose un poco más—. Te ves muy profesional.

—¿Eso crees? Mis años de estudio en el extranjero no fueron en vano, entonces.

Midoriya se sentía un poco pequeño al ver a Aoyama tan seguro. Después de todo, ¿qué sería de él sin OFA? ¿Se vería así? ¿Como si fuera capaz comerse al mundo? No lo sabía y no quería pensarlo más, porque esa era la noche de Aoyama y no de él y sus preocupaciones infundadas.

—¡Y todo luce delicioso! ¿Qué me recomiendas?

—Para ti... —Aoyama señaló unos macarrones con un suave tono verde—. De menta.

—O-oh... —Midoriya se sonrojó—. Debería llevar unos para Todoroki, también. Se lamentaba no poder venir, pero está ocupado con un caso. Al parecer un villano que arrestó Endeavor hace unos años regresó para cobrar venganza. No sé, siento que es el más propenso a verse inmiscuido en enfrentamientos dignos de los cómics de antes.

Kuga sonrió, pareciéndole tonto que Midoriya llamara a Todoroki por su apellido, pero no quiso ponerlo en evidencia. Después de dejar los estudios de héroe, pese a que muchos le insistieron en lo contrario, se dedicó a la pastelería. El discurso de Uraraka sobre quién cuidaba a los héroes había calado profundamente, y quería crear un espacio en el que se pudieran relajar luego de sus arduas labores.

Su pequeña cafetería tenía esa área común y dos salas privadas. Por supuesto, había sido duro abandonar sus sueños, pero había construido otro con sus propias manos y se sentía orgulloso. Tokoyami, que había sido de los primeros en ir, halagó la estética; Momo compró té con entusiasmo; y Rikido le dio el visto bueno a sus dulces. Y ahora estaba Midoriya, y eso bastaba para afianzarse más a ese futuro que estaba construyendo y no a sus arrepentimientos.

—Recomiendo los de cerezo —puntualizó Aoyama y rio cuando Midoriya enrojeció otro tono más.

—Bien, ponme esos para llevar y un mochaccino para tomar acá, por favor.

Guía para lidiar con un alfa... y no morir en el intento (TodoIzu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora