Capítulo 003

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Santino no paraba con su bromita y pretendía que sus tutores se dieran un beso. Se removía en brazos de Gastón, de acá para allá, sin detenerse y sacudiendo sus bracitos 

-          ¡¡Metito, metito, metito!!

-          ¿Qué esperás, mexicana? Dame mi beso

-          ¿Eh?

-          Es uno en el cachete y listo

-          Está bien – Mía se acerca despacito a su ex y le planta un suave y dulce besote en la mejilla. Gastón tenía toda la intención de mover su cara y que fuera en los labios, sin embargo, se quedó quieto

-          ¡¡Bavoooooooooooooooo!! – Aplaudiendo, Santino se bajó de su tío y corrió a su cuarto – ¡Mamo a Dicky, mamo! – Los adultos ahí presentes no dejaban de mirarse y sólo los alaridos del enano los sacaron de su ensoñación

-          Es hora de moverse, ¿no?

-          Así parece, mexicana

-          ¡Quedo hedado!

-          ¿Querés helado, loquito?

-          Ti, muto hedado de cocote

-          ¿Ricky vende?

-          No se, ni idea. En todo caso, después de ir ahí, pasamos por una heladería

-          Es buen plan

-          ¿Yyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy?

-          Ya vamos, acelerado – Lo alza – ¿Tenés todo en la mochi?

-          Ti, guguete y dopita, tía punió

-          Siendo así, ¡a ver a Ricky! 

Salieron los tres y subieron al coche de Gastón, el pelotero quedaba cerquita, pero el ambiente se sentía demasiado húmedo como para que Santi anduviera a pie. Llegaron al lugar indicado y al pequeño Piñeyra por poco y le da un soponcio ante semejante espectáculo; había toboganes, piletas de pelotas, trampolines, castillos inflables y juguetes desparramados por doquier. Sin esperar a que sus tutores dijeran nada, el nene salió disparado hasta uno de los toboganes 

-          ¡Adiba, ti! ¡Dindo, dindo, toboán!

-          Tranquilo, piojo

-          Atuda, tío, no tubo tolo

-          A ver… – Gastón lo ayuda a trepar la escalera y Mía se pone al final de la rampa

-          ¡Anda, Santi, tírate!

-          ¡¡Tiiiiiiiiiiiii!! – Sin miedo alguno, el pequeño se lanzó y cayó directo a los brazos de su madrina – ¡¡Ota, ota!!

-          ¿No piensas saludar a Ricky y Mayte, piojosito?

-          ¿None tán?

-          Ahí, mirándote y esperando un saludito de su consentido

-          ¡¡Holaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!! – El matrimonio recibió a Santi con todo el cariño. Ricardo fue el mejor amigo de Pablo y era padrino del enano. Mayte se hizo muy amiga de Manu también y tenía la mejor actitud para con Mía, las dos se habían aprendido a querer muchísimo

-          ¡Hola, campeón! ¿Te gustan los juegos?

-          ¡Ti, Dicky, e dindo!

"Nadie como vos"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora