Vacío
Me encontraba realmente nervioso, de camino a casa, luego de dejar atrás aquello con MinGi, solo podía pensar en el postre. Me arrepiento realmente de haberme comprometido a llevar algo. Soy poco agraciado en estos dotes y no quiero arruinarlo. Mi idea inmediata fue pasar por la casa de Ólavur, estaba esperanzado en encontrar alguna buena idea que me sacara de este gran aprieto tonto en el que me había metido solo. Pero cuanto más me acercaba a aquella casa, más dudas me asaltaban. Ólavur es un gran cocinero, pero cocinero de puerto, un pescador que hace cosas sencillas y aunque lo subestimo, no creo que sea capaz de hacer un platillo sofisticado.
Es que si lo que Esben dice es cierto, entonces MinGi tiene demasiado dinero, y no puedo llegar con un postre ordinario. Quizás por estar menospreciando al viejo es que me encuentro con su casa vacía, me siento desilusionado. Sé que podría ir directo a una pastelería, pero por alguna razón mis piernas me llevan a la casa de Torvi.
— Mousse de chocolate— Me sugirió sonriendo mientras invitaba un té caliente—. Es simple, a casi todos les gusta y es perfecto para el clima frío.
Parecía coherente y solo acepté, tampoco tenía demasiado tiempo para pensar en algo. Me quedé en su casa mientras ella me hacía el gran favor y una vez estuvo todo listo me apresuré a ir a la mía para prepararme. Ni bien me alejé algunos metros, la llovizna se hizo conmigo, congeló mis mejillas y me empapó por completo. A pesar del tiempo por aquí, a veces no me acostumbro a que el clima sea tan feroz.
En el abrigo de mi hogar exhalé el último aliento caliente sobre mis manos frías, guardé el postre en la heladera. Me desvesti con algo de prisa a la vez que buscaba qué ropa iba a ponerme en la noche, quería algo que me haga ver elegante pero no demasiado mayor. Solo por precaución guardé velas en el bolsillo de mi abrigo más pesado, solo por si la luz nos dejaba. Quería anticiparme a todo, quería que esta noche sea especial y hermosa. Luego de bañarme y ordenar un poco, las horas se cumplieron y dejé mi hogar con entusiasmo, todo estaba muy oscuro, por lo menos las calles por las que decidí transitar. La ventisca era fría, demasiado fría, temblaba dentro de mi gran abrigo... al parecer aquí los abrigos nunca son suficientes, siempre estás condenado a tener más y más.
— ¿Adónde vas tan de prisa?— Escuché a mi izquierda, las farolas de la calle dibujaban una sombra alargada en el piso que en su comienzo no tenía más que a un ser opuesto, robusto y amenazante.
— Aren, no quiero problemas—Dije y seguí mi camino con la misma prisa que llevaba momentos atrás. Tan solo me había alejado cuatro cuadras de mi casa y aun me quedan otras cuatro hasta llegar a la zona pesquera. Sin saber decir cuántas me faltan de allí hasta la residencia de MinGi.
— ¿No? Pensé que si, vaya...—rio— Yo tampoco quiero problemas, por eso no me meto dónde no debo—me paré en seco y giré a verlo, Aren estaba muy cerca ya, me había estado siguiendo con la misma velocidad.
— ¿Qué quieres? No me intimidarás como haces con los demás.
— ¿Te atreves a pensar que soy intimidante? Claramente es lo que azota tus pensamientos, tal vez te intimido, tal vez me temes como el resto de esta estúpida gente— Escupió al piso. Decidí ignorarlo, no pensaba perder el tiempo con ese sujeto que no valía nada, sin embargo, cuando quise darme cuenta, mis manos estaban amortiguando una caída y mi bolso cayó al piso. Me giré en el suelo para ver a mi atacante sobre mi, este me golpeó en el estómago y luego me dio una patada— ¿Te crees la gran cosa? No lo eres, solo eres un extranjero, un sucio extranjero, ¡ponte de pie y pelea como un hombre! Ahora estamos solos, no tienes a nadie que impresionar. Me gritaba mirando a su alrededor, moviendo sus brazos hacia todas partes, como si fuera el dueño de la tierra que pisa. Luché por ponerme de pie lo antes posible, tomé una postura de defensa, aunque no tenía nada más que mis puños para poder defenderme.
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Bajo tu piel [YunGi][COMPLETA]
FanfictionYunho se ha mudado a las Islas Feroe en un intento de alejarse de la estresante vida que lo tiene atrapado en Corea del Sur. Después de cinco años de residencia en el archipiélago, se siente un feroés más, se ha metido tanto en la comunidad que es c...