Matheo Riddle
Había llegado el día.
Me moví con cierta rapidez por los pasillos del castillo sorteando a los niños perdidos de primer año que, después de llevar casi un mes aquí, seguían sin conocer el castillo al parecer. Cierto es que a mí me había costado un par de semanas memorizar cada aula, dormitorio, pasadizo... pero a fin de cuentas ese era uno de mis cometidos aquí; conocer el castillo como la palma de mi mano. Y a eso me había dedicado estas últimas semanas.
Cuando crucé la sala común estaba prácticamente vacía, tal y como había previsto. Había aprovechado para saltarme la asignatura de Encantamientos que, como había estado observando, coincidía con el momento en el que el mayor número de estudiantes estaban tomando clases y mi objetivo, además, tenía una hora libre.
Subí hasta una de las habitaciones y, sin llamar a la puerta, me adentré sin importar qué o quién.
-¿Qué mierda haces? -escuché molesto a Malfoy.
-No vamos -Sentencié sin esperar respuesta.
Saqué mi varita mientras él se quedaba estático en su posición, así que perdiendo un poco la paciencia ante su impasividad le agarré con fuerza del brazo y tiré de él.
-Hoy es tu gran día Malfoy, no vayas a echarte atrás ahora -fue más una amenaza que una sugerencia y el tragó saliva.
Alcé mi varita y lancé un hechizo en parcel que, en cuestión de segundos nos hizo aparecer en la entrada de la mansión Malfoy.
En mi tiempo por Hogwarts había descubierto que algún tipo de encantamiento que rodeaba el castillo impedía cualquier tipo de hechizo de teletransportación o desplazamiento a fuera de la escuela, pero si había algo que también había descubierto era que los hechizos en lengua de serpiente no se veían afectados por esa restricción, lo que me había permitido salir y entrar del castillo libremente.
En cuanto llegamos solté su brazo y me encaminé hacia la puerta de entrada, pero enseguida noté que él no me seguía, se había quedado atrás mirando hacia la mansión con cierto temor que pretendía ocultar pero se hacía inevitablemente visible en su mirada.
-No tenemos todo el día -estaba empezando a perder la paciencia.
Malfoy comenzó a caminar a paso lento y yo volví a pensar en todas las veces que había repetido que esto no era buena idea. Poco importaba la lealtad de Lucius Malfoy y su esposa si era su hijo el que tenía que jurárnosla.
Esta situación me irritaba bastante, pero esto era lo que pasaba cuando no eras tú el que estaba al mando, por mucho mejor que pudiera hacer las cosas.
Nada más cruzar la puerta de la casa vi como se acercaba Narcisa Malfoy a abrazar a su hijo, y lejos de querer presenciar un reencuentro familiar entré al salón de la mansión en donde ya se encontraban algunos mortifagos hablando entre ellos en susurros, susurros que cesaron en cuanto me vieron entrar.
Algunos de ellos agacharon la cabeza ante mi paso y otros me dirigieron un "Señor" a modo de saludo. Me deleité mientras caminaba hacia mi sitio en la alargada mesa de los Malfoy ante el miedo que estos mortífagos demostraron ante mi paso.
Algunos me temían por ser el hijo y heredero de Lord Voldemort pero mi ambición no se conformaba con que me temieran por mi posición sino por mi nombre, y me enorgullecía saber que muchos ya lo hacían, estremeciéndose bajo mi mirada.
Si algo tenía que agradecerle a mi padre respecto a eso era el haberme enseñado desde pequeño que el mejor respeto se infundía a base de miedo, y yo era experto en provocarlo.

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Lost control
FanfictionLa oscuridad y penumbra en la que cayo el mundo desapareció tras el anuncio de la muerte de Lord Voldemort. Los mortifagos y seguidores de este se ocultaron, y no se volvió a saber de ellos. En el mundo mágico todo volvió a la normalidad, eso si, si...