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Sede principal de Servicio de Inteligencia Nacional / Corea del Sur (Seúl) / 11 de febrero del 2016

Un conjunto de hombres uniformados se adentraban a conversar con el criminal capturado en su última y reciente misión, que por si no fuera poco, era el más buscado en aproximadamente doce países según la INTERPOL

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Un conjunto de hombres uniformados se adentraban a conversar con el criminal capturado en su última y reciente misión, que por si no fuera poco, era el más buscado en aproximadamente doce países según la INTERPOL.

—Buen día, Mayor Kim —un policía hizo una leve venia y se dispuso a dirigirlos.

El mencionado correspondió al saludo, con la mirada neutra y la actitud reflejando seriedad, fue como llegó a su ansiado destino. Realmente estaba orgulloso del arduo esfuerzo que hicieron para lograr grandes hazañas como aquella.

Otro guardia de seguridad estaba parado al lado del gran portón de aluminio que encerraba al sujeto. Kim hizo un pequeño ademán y de inmediato acataron su orden, abriendo un pequeño compartimiento de cristal y colocando el dedo índice de uno de los vigilantes. La pantalla biométrica detectó la huella digital y en menos de tres segundos la gran puerta se abrió eficazmente.

Cuatro agentes armados estaban a cada lado suyo, dispuestos a entrar con el de mayor rango. Sin embargo, este no se lo permitió.

—Solo entraré yo, ustedes estén pendientes aquí afuera.

Y aunque a nadie le convenció la idea, no tuvieron más remedio que obedecer. El joven se acomodó la cabellera y se adentró al fresco y enorme cuarto, sonriendo de lado al ver al criminal sentado en el piso y comiendo una miserable pizza.

—Nos vemos otra vez, Mayor Park —dijo con amabilidad, una claramente falsa y fingida.

—Al parecer sí —sonrió—. Y déjeme decirle que no en su mejor situación —soltó una risita ronca—. ¿Cómo está, Gwon? ¿Sabe lo que le espera, verdad?

El señor de unos casi cincuenta años, rodó los ojos, cansado de tener que escuchar lo mismo de varios oficiales que estuvieron de guardia. Y que sea el Mayor Kim, apenas un hombre inexperto, le daba reverendamente lo mismo.

—¿Y tú sabes que no estaré mucho tiempo encerrado en esta pocilga, cierto? —contraatacó más que enojado—. Soy Gwon MinHo, niño —alardeó de su nombre para luego hacer menos a Kim—. No me interesa tus medallas de reconocimiento, ni tu estúpido título. Ambos sabemos que yo siempre saldré ganando.

—Me encantaría decir lo mismo, pero ya se lo contarás a alguien en la cárcel de Estados Unidos. ¿Te agrada la idea de tener nuevos amigos? —se burló una vez más, sonriendo ladinamente.

—No sabes con quién te estás metiendo —se levantó rápidamente, con la mirada reflejando odio puro.

—Y tú tampoco sabes con quién estás hablando —respondió tratando de no perder la cordura y golpearlo en ese instante—. Respeta a tu autoridad.

Una sonora carcajada llena de ironía y exageración salió de los labios de MinHo.

—¿Autoridad?

The wonseog | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora