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Ambas siguieron estrechando sus manos de manera amigable

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Ambas siguieron estrechando sus manos de manera amigable.

—Llegas muy tarde —comentó suavemente Lisa.

—Y tú llegas demasiado hermosa —ante el halago la pelinegra sonrió medio apenada, siendo apreciada por la vista de Jennie—. Lo siento pero tienes razón, en verdad que llego muy tarde. Pero por favor, toma asiento.

Lisa asiente con lentitud y acude a la petición, dejando que se sentara frente a ella.

—Y dime: ¿Habías hecho esto antes? —pregunta, entrando poco a poco en confianza con tan apuesta chica.

—¿Qué? —miró al rededor y luego a la pelinegra frente a ella—. ¿Ir a un restaurante con una chica preciosa? —Lisa baja la mirada algo cohibida y feliz otra vez—. Pues, quizás un par de veces.

—Eh... no. Me refiero sobre las citas por internet, AmorReal.com.

—AmorReal.com —murmura más confundida que cualquier otra cosa. Se da cuenta de la mirada de Lisa y ella también observa el pequeño cartelito.

«Lisa. Hobbies: Bailar y escribir»

Alzó nuevamente su vista e intentó sonreír.

—Pues no, la verdad jamás. Es mi primera vez.

—También lo es para mí.

—Oh, ya veo.

—¿Y por qué me escogiste a mí?

—¿Es en serio lo que preguntas? —frunció levemente el entrecejo. Haciendo entender que la pregunta era demasiado desentonada—. Solo mírate. Pero yo me arrepentí y quité mi foto antes de publicar mi perfil —contestó rápidamente.

—¿Eh? —mierda—. Oh, pero, es que... te describiste de una manera tan bella que quedé-

—Pero solo escribí tres palabras —le interrumpió—. Recepcionista de banco.

Jennie asintió haciéndose la buena entendedora.

—Exacto. Tras esas palabras, hay una historia.

—¿Qué historia?

—La historia de mi abuela —contestó, tratando de no hacerla dudar más, por más estúpidas que parezcan sus palabras. Con que le creyera era más que suficiente.

—Oh....

—Mi abuela era recepcionista de banco. Se ganaba la vida atendiendo llamadas en el banco y con su esfuerzo nos crió a todos nosotros. Pero un día, al pasar su última llamada... —actuó como si el tan solo recuerdo le doliera—... ella falleció
—se le "quebró" la voz.

—Dios, lo siento mucho —respondió Lisa con sinceridad y empatía. Ella también tenía una abuela y no podía ni siquiera pensar en que algún día pudiera perderla.

The wonseog | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora