Katniss

171 6 0
                                    

Era momento de dejar a Jonathan. ¿Dime otra vez por qué estás haciendo esto? Me preguntó Lissa. Ella estaba sentada en mi cama, revisando mis CDs y fumando un cigarrillo, el cual estaba rápidamente apestando mi habitación, a pesar que ella había jurado que no lo haría, ya que ella lo sostenía afuera de la ventana. Incluso antes de dejarlo, odiaba bastante el hedor del cigarrillo, pero con Lissa siempre dejaba pasar las cosas más de lo que debería. Yo creo que todo el mundo tiene al menos un amigo así. Es decir, Me agrada Jonathan. A ti te agrada todo el mundo, le dije, acercándome al espejo y examinado mi delineador de labios. ¡Eso no es cierto! dijo ella, recogiendo un CD y volteándolo para examinar la parte de atrás. Nunca me agrado el Profesor Mitchell. El siempre me miraba los pechos, cuando me levantaba a hacer teoremas en la pizarra. Él miraba los pechos de todas. Lissa, le dije. La secundaria se acabó. Además, los profesores no cuentan. Yo solo digo, dijo ella. La cosa es, proseguí mientras delineaba mis labios, deslizando el lápiz lentamente, es verano ahora, y me voy a la universidad en Septiembre. Y Jonathan...no sé. Él no es uno de los que se conservan. Y no se va a ajustar a mi horario si de todas formas vamos a romper en unas semanas. –Pero puede que no rompan. Me incliné hacia atrás, admirando mi atuendo, y tomé mi labial para salir de noche. Romperemos, dije, No voy a ir a Stanford con más ataduras de las absolutamente necesarias. Ella se mordió el labio, luego colocó uno de sus rizos detrás de su oreja, inclinado su cabeza con la expresión de dolor que siempre tenía últimamente cada vez que hablábamos del final del verano. La zona segura de Lissa eran las ocho semanas que quedaban antes de que todos partamos en distintas direcciones, y odiaba pensar más allá de eso. Bueno, claro que no, dijo en voz baja. Quiero decir, ¿por qué lo harías? Lissa, Dije, suspirando. No me refería a ti. Lo sabes. Me refería a... Señalé la puerta del cuarto, ligeramente abierta, a través de la cual podíamos oír a mi madre trabajando abajo, con violines de fondo. Tú sabes.

Ella asintió. Pero la verdad, yo sabía que ella no entendía. Lissa era la única de nosotros que estaba nostálgica porque la secundaria se había terminado. Ella de hecho lloró el día de la graduación, fuertes sollozos, asegurando que en cada foto y video se viera con los ojos rojos e hinchados. Dándole algo de qué quejarse por los próximos 20 años aproximadamente. Mientras, Jess, Chloe y yo no podíamos esperar subir el escenario y recibir nuestro diploma, para ser libres al fin, libres al fin. Pero Lissa siempre se tomaba las cosas muy a pecho. Eso fue lo que nos hizo ser tan protectoras con ella, y lo que me preocupaba más de dejarla. Ella fue aceptada en la universidad local con una beca completa, algo demasiado bueno como para dejarlo pasar. Ayudaba que su novio, Adam, también fuera a asistir ahí. Lissa tenía todo planeado, como irían a orientación juntos, vivirían en dormitorios cercanos, compartirían un par de clases. Tal como en secundaria, pero más grande. La sola idea me produjo comezón. Pero la verdad, yo no era Lissa. Había pasado los dos últimos años enfocada en una cosa, que era marcharme. Irme. Obtener los títulos que necesitaba para finalmente vivir una vida   que me perteneciera solo a mí. Sin planes de boda. Sin desordenados enredos románticos. Sin nuevos padrastros. Solo yo y el futuro, finalmente juntos. Ahora había un final feliz en el que podía creer. Lissa alargó la mano y encendió la radio, llenando la habitación con una canción Boppy, el coro iba la-la-la. Caminé hacia mi guardarropa, manteniendo la puerta abierta, para examinar mis opciones. ¿Entonces, que usas cuando vas a dejar a alguien? Ella me preguntó, haciendo girar un mechón de pelo en su dedo. Negro, ¿por el duelo? ¿O algo alegre y colorido, para distraerlos del dolor? O quizás usas alguna clase de camuflaje, algo que te ayude a desaparecer rápido en caso de que no se lo tomen bien. Personalmente. Le dije, sacando unos pantalones negros, Estoy pensando oscuro y ligero, con un poco de escote y ropa interior limpia. –Usas eso todas las noches. Esta es como todas las noches, repliqué. Sabía que tenía una camiseta roja limpia que me encantaba en alguna parte del closet, pero no pude encontrarla en la sección de franelas. Lo que quería decir que alguien había estado aquí, tomando mis cosas. Yo mantenía mi closet en la forma que mantenía todo: limpio y ordenado. La casa de mi madre estaba normalmente en caos, así que mi cuarto siempre había sido el único lugar que podía mantener de la manera que yo escogiera. La cual era en orden, perfectamente organizado, todo se podía encontrar fácilmente. Okey, quizás era un poco obsesiva. Pero y qué? Al menos no era perezosa.

Una cancion para Katniss (Everlark)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora