Katniss

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Katniss, verdad. El es simplemente maravilloso, Lola, por favor. Se lo que estas pensando lo hago. Pero este es diferente. No lo haría como este. No me crees? Deje el montón de comprobaciones que había estado contando y la mire. Estaba inclinada sobre su codo, con la barbilla ahuecada en su mano. Uno de sus enormes pendientes de aros de oro se balanceaba adelante y atrás, cogiendo rayos de sol que pasaban a través de la ventana. No hago citas a ciegas, le dije, de nuevo. No es a ciegas, cariño, lo conozco explico ella, como si esto creara alguna diferencia.

—Un chico agradable. Tiene manos grandes también. Que? dije. Levanto las manos - impecables, naturalmente, como si necesitara una ayuda visual para saber de esta parte básica de la anatomía humana. Manos. Me di cuenta el otro día, cuando vino de recoger a su madre de su lavado de sal marina. Hermosas manos. Parpadee tratando de entender la conexión entre estas dos características. No. Nada. ¿Lola? una voz me llamo de repente desde el salo, mi cuero cabelludo se quema? Es solo el tinte, azúcar, contesto Lola, sin girarse. De cualquier forma Katniss. Te lo digo de verdad. Y su madre vuelve esta tarde para su pedicura- No, dije rotundamente. Olvídalo. Pero el es perfecto! Nadie, le dije, volviendo a las comprobaciones, es perfecto. ¿Lola? ahora la voz sonaba mas nerviosa y menos cortes. Esto realmente duele...   ¿Quieres encontrar el amor, Katniss? No.

—No te entiendo chica! Estas apunto de cometer un error. Lola siempre se volvía ruidosa cuando estaba apasionada por alguna cosa: ahora, su voz retumbaba en la pequeña sala de espera, agitando los abrillantadores de muestra sobre el estante de encima de mi cabeza. Unas vocales mas activas y ya estaríamos trastornados. Sin hacerle caso a la mujer que la demandaba en la otra habitación. ¡Lola! la mujer ahora chillaba, parecía como si estuviera al borde de las lagrimas. Creo que huelo a pelo quemado  ¡Oh, por dios! bramo Lola, enfadada con las dos, y se dio la vuelta pisando muy fuerte contra el suelo. Mientras una laca de uñas púrpura se estrellaba en mi escritorio, a solo unas pulgadas, suspire después del sonido metálico.

—Era lunes. Mi madre y Don volverían de Sant Bart en tres días. Gire otra página del calendario, pasando mi dedo por los días, contando otra vez cuantas semanas me quedaban antes de que fuera al colegio. Stanford. Tres mil millas de distancia de aquí, casi un tiro directo a través del país. Una escuela increíble, mi máxima opción y había sido aceptada por cinco mas de las otras seis a las que había decidido apuntarme. Todo mi trabajo duro, clases AP, seminarios honorarios. Finalmente esto significaba algo. El primer año de estudiante, cuando tales decisiones se toman, mis profesores me tenían fija para la escuela del estado, si yo era afortunada, algún lugar en el que podría hacer un superior fácilmente, como psicología con un poco menos de pomposidad. Como si solamente porque fuera algo atractiva con una vida social activa (y bien, no la mejor reputación) y no hiciera todo eso del equipo de debate y las animadoras, estuviera destinada a algo inferior. Agrupada con los fracasados y los apenas graduados, donde solo salía gente sin futuro.   Pero yo les había demostrado que se equivocaban. Use mi propio dinero para pagarme un tutor de física, la clase que casi me mata, así como una clase preparatoria para el SAT, que realice tres veces. Era la única de mis amigos en clases de AP excepto Lissa, quien como hija de dos doctores en filosofía, se esperaba que fuera brillante. Pero yo siempre trabaje duro cuando me encontraba con algún obstáculo, o cuando alguien asumía que yo no podía tener éxito. Esto era lo que me conducía, en todas esas noches de estudiar. El hecho de que tanta gente estuviera segura de que no podía hacerlo. Yo era la única de nuestra clase de graduación que iba a Standford. Quería decir que empezaba mi vida de nuevo, fresca y nueva, muy lejos de casa. Todo el dinero el dinero que me había ahorrado del salón después de pagar mi coche estaba en mi cuenta de ahorros, para cubrir el dinero del dormitorio, libros y gastos de mantenimiento. La matricula no tenia parte de lo que me habían dejado Chris y mi padre. Había sido apartado por algún abogado, al que lamentaba no poder agradecerle personalmente, hasta que tuviéramos veinticinco años o para el colegio, lo que quería decir que mi madre no podía tocarlo ni durante los malos momentos. Esto también quería decir que no importaba como ella fundiera su propio dinero, mis cuatro años de universidad estaban a salvo. Y todo porque cada vez que "This lullaby" (escrita por Thomas Everdeen, reservados todos los derechos) sonaba de fondo en algún anuncio, o en la radio, o se reeditaba por alguna cantante en las Vegas, se compraba otro día de mi futuro. Los carillones sobre la puerta sonaron y el hombre de UPS entro, llevando una caja, que dejo sobre el escritorio frente a mí. Un paquete para ti Katniss, dijo, sacando un papel de su portapeles. Firme sobre la hoja y cogi la caja. Gracias, Jacob. Ah, y esto también. dijo, dándome un sobre. Te veo mañana. Okay, dije. El envoltorio no llevaba sello - extraño - o sellado. Abrí la solapa y metí la mano, sacando tres fotografías. Todas eran de la misma pareja, ambos de unos setenta años, probablemente, posando en algún lugar. El hombre tenía una gorra de baseball y una camiseta que ponía JUGANDO AL GOLF PARA ALIMENTARME. La mujer tenía una cámara atada con una correa a su cinturón y llevaba unos zapatos para pies sensibles. Ellos tenían un brazo alrededor del otro y se veían muy felices: en la primera imagen sonreían, en la siguiente se reían y en la tercera se besaban, dulcemente, sus labios se tocaban. Como cualquier   pareja que puedas ver durante las vacaciones que te pide que si les puedes hacer una o dos fotografías. Que era todo, y estaba bien, excepto por lo de quien demonios eran ellos? Y que, se supone que esto significa algo, de todos modos? Me levante, mirando hacia afuera al camión de UPS, pero ya se había ido. Se suponía que tenia que conocer a estas personas o algo? Eche un vistazo a las imágenes, pero la pareja simplemente me sonreía abiertamente, cogidos en su momento tropical, sin ofrecer ninguna explicación. Katniss, cariño, tráeme algo de agua fría, ¿puedes? Lola grito desde la otra habitación, y podía decir por su voz - tranquila pero ruidosa - que ella quería decir que lo hiciera ahora. y un poco de este Neosporin de debajo de la caja registradora? ¡Claro! grite alegremente, metiendo las fotografías en mi bolso. Di un tirón al Neosporin del cajón, añadiendo alguna gasa y unas vendas, que de experiencias anteriores, pensé que podríamos necesitar. Los casos de urgencia de pelo ocurrían todo el tiempo, la verdad, era que simplemente había que estar preparado. Tres horas más tarde, cuando el drama finalmente había disminuido y el cliente con el cabello vendado, y un certificado y promesa escrita, finalmente conseguí cerrar el cajón de efectivo para conseguir mi bolso y caminar fuera.

Una cancion para Katniss (Everlark)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora