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El sol comenzaba a asomarse en Encanto, los senderos aún desiertos y nadie se encontraba fuera, a excepción de los animales que correteaban de un lado a otro y de una pequeña castaña, quién caminaba dando saltitos con un lindo ramo de begonias en las manos.

—hola, casa arcoiris— Habló la niña, ante la gran vivienda central. Se hincó cerca de uno de los arbustos, dejando suavemente el ramo en el césped—. Eres muy bonita.

La castaña observó su decoración, inclinó su cabeza, tomó una de las begonias y la dejó frente a la puerta. Sonrió.

—¿Te gusta? Espero que si— Pudo notar que la señora Daniela ya había salido a montar su puesto de artesanías—. Tengo que irme, volveré a darte un regalo todos los días.

La niña de vestido celeste volvía dando saltitos a su hogar, saludó a la señora Daniela, y entró felizmente. Su madre la esperaba, parada en el marco de la puerta, mirándola con una sonrisa.

—¿Qué hacías, pequeña? Te vi hablarle a la casa— Le preguntó la mujer, María Guzmán, mientras se ponía su delantal de cocina.

—dijiste que era mágica, todo lo mágico se debe cuidar— Dijo Marina Guzmán, tiernamente—. ¿Mariano sigue dormido?

—claro pequeña, a penas y sale el sol— Le extendió una arepa con queso a su hija y dejó un beso en su cabeza—. Come y luego vuelve a dormir.

La niña comió con parsimonia y luego obedeció a su madre, no sin antes dejar un beso en su mejilla.

***

—¡Uh!— La niña, ahora de 7 años, se paro en seco al ver a un hombre con aspecto algo desarreglado, justo frente a la casa. Éste se giró al sentir una presencia detrás.

—hola pequeña— La saludó el hombre, amablemente. Miró al horizonte, el sol a penas asomaba—. ¿Qué haces despierta tan temprano?

—yo...— Señaló, tímidamente a la casa—...iba a dejarle un regalo a la casa arcoiris.

—¿Eh? ¡Oh!— Se apartó de las puertas del hogar, dejando pasó a la niña—. Lo siento, sigue con tus regalos.

Ella sonrió levemente y repetió la misma rutina que hacía hace ya 2 años, y contando.

—¿Cómo te llamas, pequeña?— Preguntó el hombre, cuando la niña se detuvo a mirarlo—. Yo soy Bruno Madrigal.

—soy Marina Guzmán— Estrechó su mano, sonriendo sin los dos incisivos centrales—. Mucho gusto. Señor Bruno, ya me tengo que ir, ¡Adiós casa arcoiris!

Y salió corriendo a su hogar, mientras Bruno la observaba, sonriendo, esa niña le había causado ternura. Pudo percatarse de que algo se le caía a la pequeña, quedando a los pies del hombre: era un collar; cuando quiso devolverlo, la niña se había perdido de su vista.

Y así la niña continuaba llevando flores a "la casa arcoiris" como ella la llamaba, durante días, semanas, meses y años. Sin que ningún Madrigal la viera puesto que siempre llevaba las begonias cuando el sol a penas asomaba, a excepción de Bruno, a quién no había vuelto a ver desde ese encuentro hace ya unos años atrás.

—¿Otra vez?— Pero claro, nadie contaba con la Madrigal de una gran sensibilidad al ruido. Ella la había escuchado en una de sus tantas visitas y dese entonces, la observaba desde una de las ventanas—. Que tierna niña.

***

—¿Qué Mariano? ¿Qué?— Preguntó, atónita, la jóven, ahora de 15 años—. ¿Con quién, mamá? Mariano no es tan competente como para pedir la mano de alguien cualquiera.

—Isabela Madrigal será su futura prometida— Respondió su madre, sentada junto a Mariano, quién no había dejado de darle una mirada molesta a su hermana debido al comentario anterior.

—¿Quiénes?— Preguntó, ahora confundida, no recordaba haber oído hablar de esa familia hasta que un recuerdo llegó a su mente—. ¿Madrigal?... ¡Bruno Madrigal!

—Marina— Su hermano le habló y le hizo un gesto de silencio—. No se habla de Bruno.

Ella rodó los ojos — Entonces, ¿Cuándo conoceremos a la familia Madrigal?

—Eso lo decidirá Alma Madrigal, jefa del hogar— Respondió María, sonriendo, le dió un beso en la mejilla a su hijo mayor—. Estoy feliz por ti, hijo.

Música se oyó en la calle, logrando que los tres se dirigeran al balcón de su hogar, allí vieron a una chica de cabello desordenado cantando y bailando alegremente, hasta que apareció una chica que dejó bastante impactada a la jóven Guzmán, debido a la perfección de sus movimientos, su cabello y, cuando giraba, la perfección de las flores que soltaba. Se percató de que su hermano la miraba totalmente embobado.

—esa es la famosa Isabela Madrigal— Dijo, sin perder de vista a la mencionada. Al desviar la vista, se fijo detenidamente en la chica que cantaba y bailaba, abrió los ojos, sorprendida—. Esa es Mirabell, ¿Ella también es una Madrigal?

Y su pregunta fue respondida al escuchar cantar "soy de la familia Madrigal". Al instante sonrió, le iba a gustar tener de familia a su única amiga en todo Encanto.

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Hellooo, esto era cuestión de tiempo, ¿No?
Y si, también me encule con Camilo Madrigal

Por cierto, soy de Argentina, por lo que desde ya, pido perdón si me equivoco en algo y aceptó correcciones de Colombianos de sangre.







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