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—¿Qué más debería mostrarte?— Habló el de rizos, logrando captar la atención de la chica—. No sé si hay algo más interesante.

—¿Acaso no conoces tu propia casa?— Preguntó la chica, riendo.

—de hecho... no— Dijo él.

Mientras el chico rascaba su cabeza en un intento de que se le ocurra qué mostrarle a la visitante, ésta ya había divisado un rincón que despertó su curiosidad.

—¡Oye!— Y rápidamente se interpuso entre ella y las escaleras que iban hacia una torre—. Nadie de la familia entra aquí, mucho menos tú que sólo eres una visita.

—en unas horas, también seré parte de tu familia— Declaró la castaña e intento, sin éxito, apartarlo—. Así que, quiero que me muestres esa torre.

El contrario negó rotundamente con la cabeza — No dejaré que entres a la torre de Bruno, nadie sabe si es peligrosa y... no pienso arriesgarme.

—¿De Bruno?— A la chica le apareció un brillo en los ojos al oír el nombre de su amigo que conoció de pequeña.

Al notarlo, Camilo no pudo evitar que sus mejillas se tiñieran de rosa, debido a que le pareció muy linda la forma en la que Marina se había alegrado.

—exacto...— Sacudiendo su cabeza, volvió en sí mismo. Luego tomó la mano de la chica y la guió lejos de allí—. Ahora, no digas a la torre, ¿Dónde sugieres ir?

—¿Las habitaciones?— Dijo, desinteresadamente, puesto que ella quería ir a la torre.

—no creo que Dolores y mis primas me dejen así que...— La miró con una sonrisa—. ¿A mi habitación?

La castaña rió levemente, mientras negaba —Estás siendo un tonto.

—tal vez— Movió de arriba abajo sus cejas, con una mirada pícara, acercando su rostro. La chica le dió un pequeño golpe en la nariz, por lo que se alejó un poco—. No seas agresiva.

Vió como la chica comenzaba a caminar, pero sólo pudo observarla desde atrás, sin moverse y sin reaccionar. Marina, al no verlo a su lado, miró sobre su hombro, con una sonrisa que hizo a Camilo despertar de su trance.

—¿Vienes?

—eh...— Nervioso, caminó a su lado—. Si, espero te guste mi humilde habitación.

Cuando el de rizos abrió la puerta, la chica pudo confirmar que verdaderamente era humilde. Se esperaba ver cosas levitando, moviéndose solas y animales fantásticos, si, muchas expectativas. Al parecer, su decepción se reflejo en su rostro, debido a que Camilo la miró con el ceño fruncido.

—¿Demasiado aburrida?— Dijo, divertidamente.

—no, eh...— Abochornada, intentó excusarse—. Es muy bonita, digo...si.

El Madrigal rió —. Dime, ¿Cómo es tu habitación ideal, según tú?

La chica lo miró confundida pero el de rizos sólo le hizo señas para que lo pensara.

—creo que...— Pensó unos segundos más—. Con una cama simple, con un dosel morado, me gustan mucho, que este pintada con muchos colores y que hayan muchos peluches y una alfombra roja.

—bien...— Extendió su mano hacia ella—. Si me da el honor de tomar su mano, señorita princesa.

—¿Princesa?— Dudó la chica ante el apodo.

—todo lo que dijiste me recuerda a las princesas, así que, para mí, tú eres una— Y el chico seguía con la mano extendida—. Vamos.

Sonrió y aceptó su mano. Al momento, en toda la habitación parecía como si mucha brillantina comenzará a caer del techo, luego, el suelo parecía haber desaparecido de debajo de sus pies, cosa que asustó un poco a la chica pero el rizado parecía estar totalmente tranquilo, al pasar unos segundos, se sintió nuevamente firme en el suelo y la brillantina dejó de caer.
Sus ojos se abrieron totalmente, sorprendida, ante ella estaba la habitación que había descrito hace unos minutos atrás, literalmente estaba en la habitación que soñó tener.

—decidí poner blanco en el suelo, ya que la alfombra no se vería si lo dejaba como antes— Comentó el chico, sonriendo ampliamente al ver el rostro iluminado de su amiga.

—¿Tú hiciste esto?— Le preguntó ella, atónita, señalando su alrededor.

—es mi habitación, puede cambiar de apariencia con tan sólo pensarlo, si yo así lo quiero— Explicó brevemente.

—eres genial— Murmuró Marina, sin darse cuenta. Se sentó en la alfombra, con el castaño imitando su acción.

Camilo la miró por un instante, no podía evitar sonreír al ver lo emocionada que se veía, se veía mucho más bonita con su castaño cabello cayendo por sus hombros. Notó como la chica se llevaba una mano al pecho pero su rostro cambiaba a uno de angustia al momento y luego suspiró profundamente.

—¿Pasa algo malo?— Preguntó él, no le gustaba que algo perturbara la alegría de su amiga.

—nada grave— Lo tranquilizó ella y le dió una pequeña sonrisa—. Sólo que...en momentos como estos, tan emocionantes y alegres para mí, me gusta que mi padre sepa que genuinamente me siento así, y tenía un collar que él me había regalado cuando era pequeña, así es como lo siento cerca pero...— Cerró los ojos con fuerza—. Hace un tiempo, lo perdí.

—¿Y...— El chico frunció los labios, no sabía como lidiar con esas situaciones—. Cómo era tu collar?

Se dió un golpe mentalmente ante esa boba pregunta, luego escuchó a la chica dejar escapar una risita.

—era de un corazón, se podía partir en dos, era dorado y tenía las iniciales "M" y "C" grabadas— Y la chica sonrió melancolía al recordar tal accesorio.

—bueno...— Un extraño recuerdo vino a su mente pero decidió ignorarlo, no podía ponerse a divagar, quería ayudar a su amiga. Se levantó y, allí fue cuando ambos notaron que sus manos seguían entrelazadas por lo que la chica miró al suelo rápidamente, se dirigió a la puerta—. Ya vuelvo, unas arepitas de mi tía te subirán el ánimo.

Se convirtió en Antonio, con la idea de que nadie le diría nada si era el pequeño consentido del hogar, al abrir la puerta, debió volver a su forma normal debido a que allí estaba su prima "señorita perfecta", como la llamaba Mirabel, parecía que estaba a punto de tocar la puerta.

—ah, Camilo— Y la azabache, miró sobre su hombro al interior de la habitación, extrañada durante segundos por la apariencia de ésta—. Me gustaría llevarme a nuestra visita, por favor. Dolores me dijo que estaba aquí.

—pero ella...— Y bufó frustrado al ver que su prima simplemente pasaba a su lado, ignorandolo, acercándose a la castaña.

—linda, ¿Te gustaría que nos preparemos juntas para la cena?— Le sugirió a la chica.

—pero estoy con Camilo— Dijo, mientras la chica de las flores la tomaba la mano.

—a Camilo no le importa, ¿Cierto primito?— Él chico trago saliva ante la mirada de su prima y asintió—. Ven.

Isabela la guió hasta la puerta pero, antes de salir completamente, se zafó del agarre y abrazó al chico.

—supongo que...en unas horas seremos familia— Dijo ella, sin separarse del todo del abrazo.

—si...— Dijo el chico sin más, la chica se mordió el labio inferior, sin querer irse.

Permanecieron mirándose a los ojos durante un buen rato, mientras Isabela ya había analizado y llegado a una conclusión de la situación, mientras sonreía tiernamente, aunque le dolía arruinar el momento, su abuela le había pedido que hiciera mayores lazos con la pequeña Guzmán.

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Espero disfruten este capítulo, a mí me pareció tierno <3. Dejen en los comentarios que piensas y sus consejos, si gustan.





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