«9»

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Marina esperaba una respuesta de parte del hombre, cosa que nunca recibió debido a que unos gritos llamándola hicieron que Bruno saliera corriendo.

—¡Esto no termino, Bruno!— Murmuró hacía el lugar donde el hombre había desaparecido.

Sintió unos brazos atraparla y su cabello siendo acariciado. No supo descifrar quie era hasta que un aroma a cera de vela inundó sus fosas nasales. ¿Por qué ella la estaba abrazando?

—oh Marina, nos asustaste mucho— Acuno su rostro en sus manos, mientras sonreía con una extraña mirada.

—lo siento, señora Alma— Dijo la chica, quedando a una distancia prudente de la mujer—. No quise hacerle pasar un mal rato.

—oh no, tranquila, mi niña— La anciana rió pero la contraria supo que era una risa pícara—. Sólo debes volver y no preocupar más a Camilo...ni a los demás.

Pero la mujer de mediana edad no dió siquiera un paso cuando se acercó a un arbusto y pudo divisar un hilo azul, un hilo del atuendo de Mirabel. Marina lo voy y no perdió el tiempo para seguir el camino.

—niña Marina, ¿No crees que es peligroso? Por favor, vuelve, yo iré a buscar a Mirabel— La castaña pudo notar el tono desesperado de la anciana por enviarla de vuelta con todos los demás.

—no, señora Alma— Y claramente sabía el porqué—. No me importa que Camilo o que alguien más esté preocupado por mí. Yo estoy preocupada por Mirabel.

Siguió su camino, con Alma a la par, sin decir nada, aunque la mujer seguía parloteando todo cosas referidas sobre "no preocupes a Camilo", "él te quiero mucho", "he notado los cercanos que se volvieron". Eso la frustraba, al punto de tener que presionar sus puños para que nada irrespetuoso se le escapará; todo esos pensamientos se les esfumaron al instante que oyeron unos sollozos y pudo ver a Mirabel sentada a la orilla del lago.

—¿Marina...?— Dijo la de lentes, al reparar en sus presencia pero no pudo no terminar la frase debido a que su amiga la atrapó en un abrazo.

—¡Dios! No vuelvas a hacer eso, ¡Jamás! ¡Jamás!— Su voz cortada y sus ojos inundados de lágrimas no se podían ocultar.

Ambas se miraron a los ojos y solo atinaron a juntar sus frentes, mientras sus lágrimas caían.
La Guzmán se percató de que la matriarca quería hablar con su amiga, por lo que se apartó y observó como se sentaba junto a Mirabel.

Al entender que era un momento en el que ella no debía estar presente, se alejó unos metros.
Al hacerlo, tropezó con la raíz de un árbol sobresaliente del suelo y cayó de espaldas, con Bruno mirándola desde arriba.

—¡Ahí estás!— Le dijo y se levantó a gran velocidad. Estaba molesta y vió que el hombre iba a hablar—. No me vengas con excusas, quiero saber a que te referías con que "tus visiones son basura."

—eh, je— Se rascaba la nuca y mira a un lado, nervioso. Hizo un movimiento con las manos—. Bueno...yo ya te había visto en una visión, a ti y Camilo, estaban juntos, se veían feliz y toda la cosa pero...— Dirigió su mirada hacia el cuello de la chica—...él debía darte el collar, no yo.

—eh...— Las mejillas de la chica estaban ardiendo, carraspeó para recuperarse—. Pues, tienes razón, tu visión fue falsa porque yo jamás estaría con alguien como él, habló mal de Mirabel y Mirabel es una de las personas más importantes en mi vida, y él no entra ni en esa categoría.

—Claro, Mirabel...— En ese momento Bruno recordó a su sobrina—. ¡Mirabel! ¿La dejaste a solas con mi madre? ¡Le va a hecha la culpa de todo!

Subió a su caballo, tomó a la chica de la mano y la jaló junto a él, la pobre no tuvo ni tiempo de preguntar cuando comenzaron a cabalgar por el bosque, mientras Marina chillaba, aferrada con todo.

—¡Ella no lo hizo!— Gritó el hombre, frenando abruptamente al caballo y casi tirando a la chica en el intento.

Alma y Mirabel veían a Bruno bajar torpemente del caballo, intentando explicar que todo fue su culpa por la situación que ocurrió cuando la de lentes le fue a pedir ayuda. Pero el hombre de apariencia desalineada no pudo decir mucho más porque un abrazo repentino de su madre lo tomó por sorpresa.

—Así que ¿Todo arreglado?— Le preguntó Marina a su amiga.

—exacto— Sonrió Mirabel, aunque la contraria no estaba tan convencida de que hubiera sido posible solucionar todo tan rápido pero, aún así, le correspondió el gesto—. Ahora, vamos.

—¿A dónde?— Preguntó Bruno, cuando todos estaban encima del caballo.

—a casa.

Y comenzaron a cabalgar nuevamente hacia Encanto; Mirabel iba decidida hacia su familia, Alma y Bruno no parecían querer hablar mucho, pero Marina observaba todo: las calles agrietadas, al igual que las casas pero sonrisas se le escapaban al ver el semblante de alegría de la gente al verlos llegar, incluso de tres niños traviesos que ella solía cuidar.
Su alegría no duró mucho cuando llegaron frente a los escombros que quedaban de casita, su corazón dolió y no pudo evitar que una lágrima solitaria se deslizará por su mejilla, lágrima que al segundo fue llevada por el viento debido a que fue jalada por Mirabel, ya que iban tomadas de la mano.

—¡Mamá! ¡Papá!— Dijo la de rizos, corriendo a abrazar a su madre, quién  le acariciaba el cabello, sintiendo un gran alivio.

—mi amor, nos preocupaste— La acuno entre sus manos—. No te encontrábamos.

Toda la situación, Marina la observaba desde cierta distancia, dejando escapar una risita al ver a Agustín, nuevamente, picado por las abejas pero asegurando que estaría bien.

—no si no tenemos una casa— Esa voz la hizo rodar los ojos y dejar un escapar un suspiró de fastidio. Siempre tan positivo él. Sintió satisfacción al ver a Félix golpearlo—. ¿No quieres que diga la verdad? Eso de ahí no es una casa.

Su padre sólo lo ignoró y fue junto a los demás, mientras el de rizos se percataba de la presencia de Marina allí, tímidamente, se acercó y la castaña sintió el impulso de alejarse pero decidió mantenerse en su lugar y escuchar lo que el de ruana tenía para decir, aunque no quisiera escucharlo.

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Hola, pido perdón por ausentarme tanto. La razón es que ya comencé el colegio y pues, obviamente, no hay mucho tiempo.

Pregunta del día: ¿Les gusta Twitch?

Los quiero


ꕥ UNIDOS ꕥ Camilo MadrigalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora