«8»

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No supo procesar lo que estaba pasando hasta que Mirabel comenzó a correr hacia uno de los tejados para, segundos después, que también corrieran Isabela y Camilo, a éste último intentó detenerlo pero no lo logró.
Los tres iban por la vela pero sin mucho éxito: a Isabela le desapareció su liana de flores y Camilo no podía tranformarse.

—¡Camilo!— Se acercó a él, a pesar de que "casita" intentará sacarla de allí, se arrodilló a su lado—. ¿Estás bien?

—no lo sé— Murmuró, mirando también a su prima de vestido multicolor.

Al segundo unos polvos del tejado le cayeron en la cabeza, logrando que dirigiera la vista hacia allí y viera a Mirabel intentado tomar la vela, ignorando completamente el llamado desesperado de sus padres.

Su corazón dió un vuelco al ver que una de las torres se derrumbaba en dirección a todos ellos. Isabela ya no estaba allí, por lo que miró a Camilo, aún sin poder moverse y luego Mirabel, quién caía a unos metros de ellos, estaba indecisa ¿Camilo o Mirabel? ¿A quién debía proteger?

Miró al de rizos y cerró los ojos fuertemente —. ¡Casita, llévate a Camilo!

Y antes de que el chico pudiera percatarse, ya había sido lanzado fuera del desastre, mientras veía como Marina se lanzaba junto a su prima y ambas se abrazaban fuertemente.

—juntas...— Susurró Marina, en los brazos de su amiga.

—...por siempre— La de lentes apretó más el abrazo, sin soltar la vela.

Y toda la casa se derrumbó, dejando a las amigas entre escombros y a casi toda la familia mirando con gran temor hacia todo lo destrozado, incluyendo a Bruno, desde lejos, quién parecía a punto de llorar por su sobrina y la tierna niña a quien le tenía un gran cariño.

—Niñas...— Dijo el hombre de las visiones, escondido en los arbustos.

Toda la gran nube de polvo que se había formado se esfumó, dejando a la vista el derrumbe pero ninguno le dió mucha importancia debido a que todos observaban el pequeño escudo que "casita" había formado en torno a Mirabel y Marina, mientras éstas sólo se mantenían en el abrazo.

La castaña abrió lentamente los ojos, luegos los abrió de golpe al ver su entorno.

—¡Mirabel!— Le dijo, al tiempo se separaba y la tomaba de las mejillas—. ¡Por Dios! ¿Estás bien? ¿No te lastimaste?

—olvídate de mí— Murmuró la de lentes, para luego también poner su mano en la mejilla de su amiga—. ¿Tú cómo estás? ¿Por qué lo hiciste?

—porque eres muy importante para mí— Le respondió Marina con una sonrisa.

La contraria le correspondió el gesto pero al momento ella bajó la vista y su sonrisa desapareció. La vela se había apagado.

—¡Mirabel! ¡Mirabel!— Julieta corrió a auxiliar a su hija, por lo que la Guzmán se alejó. Pudo notar que su amiga no parecía reaccionar.

Sintió unos brazos rodeandola, correspondió al instante, permaneciendo así unos minutos.

—¡Eres tan tonta!— Exclamó el rizado—. ¿Cómo se te ocurre hacer eso? Isabela casi se desmaya y Dolores rezaba por no escuchar algo malo— Marina notó que Camilo presionaba los labios, reteniendo las lágrimas, por lo que sonrió dulcemente—. Diantres, casi te pierdo.

—al menos así estarías libre de las burlas de Isabela y Dolores— Dijo ella, riendo levemente.

—no me importa las burlas si tengo a la chica que me gusta junto a mí— Soltó el chico, sin mirarla.

ꕥ UNIDOS ꕥ Camilo MadrigalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora