La chica en su nerviosismo porqué no atraparan a Mirabel y Bruno, aunque no sabía que era lo que estaban haciendo, comenzó a sudar frío, cosa que Julieta notó.
—con permiso, linda— Le dijo la mujer y le tocó la frente—. No tienes fiebre. ¿Estás bien? ¿En qué piensas?
—Camilo— Dijo, inconscientemente, debido a que estaba muy alerta de que el rizado no los viera. Al momento, miró directamente a la cocinera—. Espere, no...
Pero la mujer no hizo más que sonreír y volver a incorporarse, dejando a la chica abochornada y con la palabra en la boca.
—es un buen chico, a pesar de sus bromas— Le decía la mujer y la contraria sólo escuchaba sin mediar palabra—. Pero, creo que tú lo cambiaste un poco, ya no hace tantas bromas.
"Menos mal" pensó la chica, rodando los ojos pero luego volvió a avergonzarse al notar la mirada de la madre de su mejor amiga. Claramente Julieta notaba cosas.
—eh...— Se levantó rápida y nerviosamente—. Disculpe, señora Julieta, pero debo irme, de seguro mi madre aún no se percató de que yo sigo aquí, así que... ¡Adiós!
Y salió casi corriendo, le dió un último saludo a "casita" para luego fijar rumbo hacia su hogar. Al llegar corrió directo a su habitación, dónde se tiró de bruces en su cama, dejando escapar un largo suspiro.
—¿Por qué no podía pasarle a alguien más? A alguna otra niña del pueblo, ¿Por qué a mí?— Al mismo tiempo que dejaba sus preguntas en el aire, se giró para mirar al techo—. Los Madrigal...
Se reincorporó para suspirar y tomar una fotografía de las tantas que tenía en su pared; en ésta se encontraban ella y Mirabel, de aproximadamente unos 7 u 8 años, sonriendo alegremente mientras ayudaban a la señora Daniela en su puesto. Frunció el ceño al notar una silueta detrás de unos árboles, parecía un niño.
—¿Camilo...?— Se pregunto a sí misma, cuando supo apreciar mejor el cabello rizado y su característica ruana, se percató de que tenía los brazos cruzados—. ¿Por qué se ve tan molesto?
Al momento, desvío su atención de la foto para observarse, al instante se quitó la ruana del chico Madrigal y la lanzó a su cama.
Miró la prenda con las mejillas rojas, eso la hacía pensar en el chico y, por alguna razón, se rehusaba a pensar en él.—debería devolverla— "no, no quieres", su conciencia le hablaba, "es un regalo, no lo hagas"—. ¡Qué estoy pensando! Debo devolverla, pero...
Ladeó su cabeza, al tiempo que tomaba la ruana y se dirigía a la puerta de su hogar, al momento de abrirla pudo observar como una flor que surgía del suelo le daba otro golpe a su hermano en la nariz. Rápidamente miró hacia "casita" y abrió los ojos, sorprendida, al ver que ésta estaba repleta de todo tipo de plantas, sin pensarlo, corrió hacia allí. Estaba preocupada, pensaba, quizás, que algún tipo de crisis le estaba pasando a Isa.
—¡Te ves aún peor!— Le gritó a Mariano al pasar por su lado, el hombre sólo se abrazó a su madre.
Al llegar a la puerta, maldijo en voz baja debido a que estaba cerrada, por lo que pego su oreja para lograr escuchar; nada de moralidad importaba para ella si alguien que apreciaba estaba en problema.
—¡¿Qué está pasando!?— Hasta a ella la hizo brincar del susto el grito de la señora mayor.
Pero más allá de eso, sólo lograba escuchar murmullos, de los cuales algunos podía distinguir que era Mirabel, abrió un poco la puerta y por fin pudo espiar lo que ocurría dentro.
—¡Tienes que parar ya Mirabel!— El escuchar eso provocó que apretara los dientes, más aún cuando vió el rostro de tristeza de su amiga—. Las grietas iniciaron contigo, Bruno se fue por culpa tuya, Luisa se queda sin poderes, Isabela está fuera de control ¡Por culpa tuya!
Apretó los puños y eso fue lo que colmo su paciencia por esa anciana, se adentró a la casa, decidida a gritarle en la cara a la mujer hasta que sintió que alguien la atrapa por los brazos y la jalaba detrás de uno de los pilares.
—no sé que piensas hacer pero no lo permitiré— Y la sujetó firmemente.
—¡Sueltame, Camilo! No puedo permitir que esa mujer le hable así— Hablaba entre dientes e intentaba, sin éxito, zafarse. El chico tenía más fuerza de la que creía—. Mirabel no merece más que cariño y amor en su vida, no puedo dejar que la destruyan.
Dejó de forcejear y bajó la mirada, el chico aflojó el agarre y la miró, sus ojos cristalizados no pasaban desapercibidos.
—es mi mejor amiga, no puedo dejar que alguien le hable así— Dijo, con la voz quebrada.
Camilo frunció el ceño, por tan sólo segundos, para luego suavizar su mirada y rodearla en sus brazos. Marina estaba triste y no era momento para tonterías.
—emm...— La castaña se separó del abrazo, secando sus lágrimas. Le extendió la ruana y el chico se desconcertó—. Olvidé devolverte esto, en realidad quería quedármelo... ¡Digo! No iba a dejarte sin tu color y tu típica prenda, se te ven bien, odiaría verte sin ella.
El dejó escapar una risa nerviosa —. Gracias, además no importaba si te la quedabas, tengo muchas y...a ti también se te ven bien, de hecho.
Ambos se sonrieron y el rizado, finalmente, tomó la prenda, luego de la insistencia de su amiga, debido a que, de un momento a otro, se negaba a quedarsela.
De un momento a otro, un gran temblor se sintió bajo sus pies y pudieron apreciar que más grietas se extendían incluso hasta las calles del pueblo, Marina volvió a mirar hacia su amiga.
—¡El Milagro agoniza por culpa tuya!— Fue lo que escuchó decir a su amiga para que segundos después grandes grietas comenzaran a escalar por toda "casita".
Cubrió su boca al escuchar el grito de Pepa y ver que las grietas llegaban hacia la vela, en el alféizar de la ventana.
No entendía mucho de lo que iba a pasar pero sabía que no era nada bueno.-----
Holaa personitas :DWell, espero que les guste este capítulo y déjenme su opinión en los comentarios.
Pregunta del día: ¿Tienen teorías sobre la historia? Si es si, me gustaría escucharlas.
(Me conciencia me acaba de decir que mi historia no es tan conocida como para que me respondan tal cosa)
Los quiero.
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ꕥ UNIDOS ꕥ Camilo Madrigal
Fanfic❛- Isabela, tu amor llegó~ - Camilo Madrigal. -Mejor dicho el tuyo, Camilo- Dolores Madrigal. ❜