Chapter 16

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Su sonrisa llegaba hasta mí a través de la poca distancia entre ambos. Una sonrisa demasiado bonita como para desgastarla, pero él quería dármela a mí y sólo a mí; haciendo que miles de mariposas revolotearan en mi estómago. Luego tomó mi mano, y sentí que pude tocar el mismísimo cielo. El corazón se me aceleró cuando él puso mi nombre en sus labios y la sonrisa se expandía ahora por mi rostro.

─ ¿Quién más puede hacerte sentir esto? ─ Me preguntó, con su voz tan profunda.

Era la primera noche que soñaba con él, con Geonhak. Suspiré con la cabeza enterrada en la almohada y mi suspiro se convirtió en un vapor cálido que me pegó en todo el rostro. Alcé la cabeza y pude sentir algunos que otros cabellos despeinados a cada costado de mi cara.

Hoy era sábado. Recordé angustiado el sueño y llegué a la conclusión de que tenía que contarle esto a alguien porque si no, explotaría tarde o temprano. Me levanté y arreglé en media hora y tecleé sobre mi celular el número de Youngjo. ¿Quién mejor que él para entender toda esta locura?

─ ¿Hola? ─ Me contestó, del otro lado.

─ Youngjo, ¿podemos vernos hoy? ─ Pregunté.

─ Claro, dime en dónde y a qué hora. ─ Accedió.

─ En la plaza, en una hora y media, ¿está bien?

─ Perfecto, ¿puedo preguntar para qué? ─ Curioseó.

─ Te digo cuando te vea.

─ Está bien.

Colgué la llamada y me apresuré a salir del departamento, seguro tardaría más de una hora y media si no me daba prisa. Aunque llegar por mis propios medios me costaría trabajo.

Tomé un taxi que tardó casi los sesenta minutos en llegar y pagué con los euros que habían salido de mi bolso o que, mejor dicho, Hwanwoong había colocado allí para mi uso. Bajé y me adentré en el motín de gente que circulaba bajo el cielo grisáceo como el día de ayer, y me senté en una banca blanca que estaba vacía por puro milagro, como si aguardara por mí.

Le regalé un suspiro al aire y luego miré hacia arriba, a lo mejor llovería hoy. Las nubes grises que surcaban el cielo se veían considerablemente amenazadoras. Empecé a divagar entre mis pensamientos, mientras esperaba por Youngjo; quien hasta el día de hoy se había vuelto casi mi mejor amigo, nos contábamos todo y esta vez, no sería la excepción. Estaba dispuesto a decirle con punto y coma todo, y eso incluía aceptar que Geonhak me atraía y bastante.

A la media hora Youngjo apareció entre el tumulto de gente, su suéter color vino y su cabello fue lo que alcancé a distinguir primero.

─ ¡Youngjo, acá! ─ Manoteé para que me viera y no sólo logré llamar la atención de él, sino de algunos otros que me miraron extrañados por hablar en otro idioma. Me encogí un poco cohibido y aun así Youngjo me alcanzó a mirar y se acercó.

─ ¡Hola! ─ Me sonrió.

─ Qué bueno que llegaste. ─ Dije y lo jalé de la mano para sentarlo conmigo.

─ Dime, ¿qué pasa?

─ Bueno... tengo un muy, muy, grave problema. ─ Farfullé. Sus cejas se elevaron al mismo tiempo en un gesto de sorpresa, pero luego pasó a ser un ceño fruncido bañado de un matiz de preocupación.

─ ¿Qué tipo de problema? ¿Qué es? ─ Inquirió, visiblemente atento.

─ Bueno, ¿prefieres que te lo diga sin tantos rodeos? ─ Pregunté, a lo mejor así era más fácil para mí. Asintió. ─ Creo que me gusta tu hermano. ─ Dije, casi hablando entre dientes, consumido por la vergüenza.

Manual de lo prohibido [LeeOn]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora