Pasar la noche sumergida en un libro comenzaba a ser mi pasión, y un excelente escape. Solo necesité eso y dormir unas horas más para sentirme como nueva. Y así pasó justo una semana. En los orfanatos no hay mucho que hacer, para ser sincera lo único que me gusta en este lugar es la paz que habita.
Aunque siempre tiene que haber alguien que quiera joder tu paz. Y esa es la razón por la que ahora mi habitación está hecha un desastre y yo soy la personificación de la frase echando humo hasta por las orejas.
Odiaba que me quitaran mis cosas. En realidad, odiaba absolutamente todo lo que me rodeaba, pero no podía hacer mucho.
Luego de regar todo mi cuarto intentando encontrar lo que me robaron, solo se me ocurrió una persona, la muy hija de perra es peor que un grano en el culo. Ya con la ira en niveles bastante altos, emprendo mi camino a donde está la zorra que me hace la vida imposible.
Al llegar al jardín trasero encuentro justo lo que busco, pero en manos muy equivocadas.
—¿No te parece que ya tienes suficientes vellos en el coño como para andar jugando con las cosas ajenas, Brianna?
—Aún me sorprende que con todo lo que te han enseñado las hermanas en este lugar continúes teniendo ese vocabulario, Lyn- menciona una de las amigas de esta y todos a su alrededor sueltan risitas.
Cuenta hasta diez, Lyn.
Aprieto mis puños a los lados perdiendo la paciencia.
—Devuélveme mi diario mal nacida- se escucharon abucheos.
—Si tanto lo quieres, ven a por él, bruja— sí, colmó mi paciencia.
Me lancé a rescatar mi diario y como la muy imbécil tiene secuaces, tuve que acudir a ciertas habilidades para apartar a todos de mi camino y me dejaran espacio libre para arrancarle los pelos a esta infeliz.
Recogí del suelo una piedra y se la lancé, tenía una puntería exquisita, un chillido de dolor salió de la boca de ahora una Brianna herida y cayó de cara al suelo.
Eso perra, come tierra.
Corrí hasta ella y con una sonrisa de ángel recogí mi diario, lo abracé y respiré tranquila al tenerlo en mis manos. Dejé a Brianna tirada con sus secuaces yendo a ayudarla y yo volví a mi habitación como si nada hubiese ocurrido, sabía que esto iba a estallar más adelante y que las monjas me iban a poner un "tremendo castigo". Siempre nos ponían a leer, y pues de tantas veces que lo habían hecho, ya hasta me empezó a gustar, así que me daba igual si me castigaban o no.
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No somos los únicos
Science Fiction¡Bienvenidos a un nuevo mundo! Vengan, les mostraré otra atrocidad de mi Wattpaverso. En cuanto comience el número cero, no tendrás vuelta atrás. No te voy a defraudar con lo que descubrirás. Más allá de la imaginación, se encuentra un mundo de caos...