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Los días pasan y el ambiente en la mansión es más agradable

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Los días pasan y el ambiente en la mansión es más agradable. He hecho más vínculo con Cloe, Avery y Freya. Son chicas encantadoras, con Victoria y Danik no hay una mala relación, solo que ellas están metidas más en el mundo adulto y junto a Angelo y Gabriel llevan la empresa Harvey, la cual se menciona mucho pero aún no sé de qué se trata el negocio familiar, y hasta el momento no me interesa.

He llegado a conocer un poco más a Trevor y Noah, son chicos fantásticos influenciados por los hermanos cabeza hueca que tienen, Adæl y Jackson. Con el primero no he tenido más problemas, no porque no lo haya provocado, sino porque sé que nuestra convivencia será extensa, intentara hacerme la vida imposible unas mil veces y yo lo ignoraré hasta que se aburra. Tampoco hemos vuelto a cruzar palabras desde lo de la biblioteca, y es demasiado incomodo verlo a los ojos y no recordar lo que vi.

Hoy es uno de esos días tranquilos en la mansión. Todos sumergidos en las tareas orientadas por Arthur y como ya culminé la mía, tomé mi tiempo libre para flotar en mi lectura.

Pero adivinen que, la tranquilidad dura poco.

Les enseñaré algo lectores, y es que nunca dejen la ventana abierta en un momento de tranquilidad.

Ustedes dirán ¿Qué tornillo se te soltó ahora Lyn?

Pues el tornillo se llama...

—Es mejor que cierres las ventanas, podría entrar algún pájaro.

Ruedo los ojos al ver nada más y nada menos quien está en mi habitación.

—La última vez que te vi te había asesinado.

—Síp, pero una chica me salvó la vida y vine a darle las gracias.

—Que amable, ya te puedes ir.

—¿Por qué tu mal humor? ¿Te bajó Andrés?

—¿Quieres comprobarlo?

—Sería todo un gusto.

Comenzó a caminar en mi dirección y justo cuando sus dedos rozaron mis tobillos le lancé una patada en el pecho.

—¿Desde cuándo te he dado confianza, Cuervo?

—Pues la verdad esta es la tercera vez que hablamos y me pareces bastante... interesante.

—Ni siquiera te he visto el rostro.

—Y serás la única chica que tenga ese honor.

Punto para el imbécil encapuchado.

—¿Acaso follas con el pasamontañas?

—Sé que te acabo de descubrir una nueva fantasía sexual, pero para tu información todas las que han estado conmigo han amanecido muertas.

¿Qué coño me está pasando? Mi cuerpo no reaccionó a eso último que mencionó, todo lo contrario, me abrió mucho más la curiosidad por saber más de él.

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