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Por fortuna no me cruzé a Adæl en el desayuno

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Por fortuna no me cruzé a Adæl en el desayuno. No me hubiera gustado arruinarme mi comienzo del día.
Tengo que destacar que no se mencionó ni una palabra de lo ocurrido anoche, todos han hecho como si nada hubiera pasado, no me importa la verdad, por mí genial y que no me pregunten qué es lo que sale de mis manos, pero, me parece extraño que no sientan curiosidad sobre algo bastante anormal.

Luego de que todos se fueran a hacer sus quehaceres, yo no tenía mucho que hacer, el instituto comenzaba en unas cuantas semanas y, por ende, mis días eran algo aburridos.

Decido aprovechar ese tiempo para ir al centro comercial más cercano y realizar mi primera compra. Le informo a Danik de mi plan y esta accede a hacérselo saber a Arthur, el cual está ocupado reunido con los mayores de la mansión.

Ver la carretera a la luz del día es un gran placer para mí, desgraciadamente solo tenía la oportunidad de verla de noche cuando Khan y yo nos escapábamos y no era muy agradable, ya que estaba casi desolada. Ahora el tránsito era abundante y hasta me parecía agradable poder ser una transeúnte más sin esconderme de nadie. Si se lo están peguntando, sí, nos escapábamos muy a menudo y si lo sabían o no, se hacían los desinteresados en el orfanatorio.

Estar rodeada de personas siempre es agradable, pero llega un momento en el cual te sofocas y te agobias al no estar acostumbrada según comentó mi psicóloga, es normal hasta tener un ataque de pánico, por esa razón necesitaba calmarme.

Pude explorar el centro comercial sin ahogarme por la presencia de tanta gente, tal vez también me hacía mucha falta esto, pues como dije antes, no estoy acostumbrada.

Visité varias tiendas caras y me complací con unos cuantos antojos que tenía, nada del otro mundo, pero eran demasiadas bolsas. Dos jerseys, unas botas, dos vaqueros, una chaqueta y pues no se me olvida el móvil de Khan y otros regalos.

Cabe resaltar que con cada paso que doy me siento vigilada, o con la tensión de ser sorprendida por las hermanas o alguien peor, no sé cuánto tarde en acostumbrarme a ser libre.

Cuando completaba mi última compra, mi móvil vibró estremeciendo mi bolsito.

Mensaje de Avery

Los menores almorzaremos en el restaurant no muy lejos de casa.
¿Te apetece?

Aun no sabía exactamente el orden de edad en la mansión. Pero mi intuición me lleva a que no será un glorioso almuerzo.

Llego en media hora.

No sé ni yo misma el motivo de mi respuesta, pero ya estaba hecho, tocaba preparar a mis órganos para aguantar lo que sea que fuera a ocurrir.

***

Avery me ha mandado la dirección en un mensaje y justo a los treinta minutos exactos estoy aparcando fuera del restaurant al que en cuanto atraviese las puertas de la entrada me arrepentiré toda mi vida.

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