Aeropuerto internacional “Skyscanner”
Los Angeles. Ciudad de anhelos y fama apresurada. Ubicada al sur de california, con una para nada reducida población de habitantes y con una llamativa superficie de 1215 km². Esta es una llamada ciudad global con una gran influencia en ámbitos tan diversos como los negocios, el comercio internacional, el entretenimiento, la cultura, los medios de comunicación, la moda, los deportes, la tecnología, la educación, la medicina o la investigación. Este es un lugar en donde se puede aparentar tranquilamente.
Sonrío mientras escucho desde los altavoces de una tienda los primeros acordes de “Sweet Dispotion”. El Sol calienta sutilmente mi piel dorada mientras me dirijo hacia la salida principal. Una ligera brisa con aroma a bronceador de coco y el bullicio del exterior se ciernen sobre mi apenas pongo un pie afuera. Personas, maletas extraviadas, saludos emocionales. Me siento nervioso, malditamente inseguro de todos los pasos que estoy dando.
La verdad es que no se si hice bien al mandarle ese mensaje a Taylor. Sé que necesito tener más fe en mí mismo. Pero como en todos los ámbitos de mi vida, jamás se si actué bien, en cierta forma ya me he acostumbrado.
Me pongo los anteojos y camino tranquilamente hacia el estacionamiento, ignorando magistralmente lo que ocurre a mí alrededor. Necesito algo de paz interior.
-¡Harry! …Por favor…Harry…- oigo mi nombre como una letanía de voces adolescentes desesperadas.
-¡Hey!- sonrió de medio lado y les guiño un ojo a todas, aparentando un relajo inexistente en mi cuerpo.
Continúo mi camino hacia el coche. Muerdo mi labio inferior y un paparazzi capta el movimiento con el lente de su cámara fotográfica. No sé por qué me preocupo tanto sobre todo, pero estoy casi seguro de que el mensaje fue demasiado… ¿Demasiado atrevido quizás?
Intento mirar mi celular, pero está demasiado estrecho en el bolsillo de mi pantalón negro. Suelto un suspiro exasperado. Bueno…Cuando descendí del avión eran las 16:53 en punto, lo sé por coincidencia mientras sacaba mi celular para enviarle un mensaje a Lou, avisándole de mi llegada a los ángeles.
Paul, mi guardaespaldas, está a mi lado, protegiéndome de los golpes y del grupo cada vez más grande, de personas que está a mí alrededor.
<< Tendrías que haber avisado al aeropuerto >> me dice mi vocecita interior.
¿Pero cómo puedo evitar ser yo mismo? No me siento demasiado especial o importante como para llamar al aeropuerto para avisar de mi llegada a cualquier ciudad. Me detengo un par de veces para compartir fotos y sonrisas con las fans. Estoy pensando en que quizás si hubiesen sido otros tiempos, habría pisado el suelo del aeropuerto como cualquier otra persona común. Sin un enorme guardaespaldas acompañadme, sin está multitud de chicas rodeándome, sin los constantes flashes de las cámaras de los paparazzis. Solo yo, siendo yo.
Pero esta es mi realidad. Y no me quejo precisamente. En realidad, es una bendición descender de ese maldito avión sabiendo que he cumplido la mayoría de mis sueños o de mis expectativas de hacer música. De saber que gozo de salud y amor. De que aunque existen miles de obstáculos en la vida, yo soy casi feliz.
Y el problema radica en la palabra clave de todo esto:
"Casi"
-Chicas, no más fotos.
Paul, tira sutilmente de mi brazo intuyéndome a salir. Sonrío por última vez y lo sigo apresurado. Él nos abre paso con sus enormes brazos vociferando "No se acerquen demasiado" y yo me siento incómodo y nervioso con la situación en general. El calor me está empezando a irritar ligeramente.