Capítulo #8 Un golpe por el equipo

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El frio hace que me rodee con los brazos para entrar en calor, aunque no sirve de mucho ya que el saco del uniforme no es precisamente cálido, mi teléfono comienza a vibrar en mi mochila, lo tomo, pero lo vuelvo a guardar cuando veo el nombre de mi hermana en la pantalla

No puedo lidiar con los reclamos de mi hermana, estoy demasiado fastidiada y cansada para hacerlo ahora

La lluvia vuelve a cobrar intensidad haciendo que me moje incluso estando bajo el techo plástico de la parada de autobús, tengo que proteger mi mochila contra la lluvia o de lo contrario mi teléfono  y libros se arruinaran, me quito el saco, cubro la mochila y la acomodo en la esquila del banco ya que el agua no llega ahí

Faltan veinte minutos para el que autobús llegue y ya estoy tan empapada que mi blusa se pega a mi cuerpo y mis dientes castañean

Trato de distraerme viendo el paisaje lluvioso, a pesar del frio y la incomodidad del banco de metal todo sigue siendo hermosamente caótico

La lluvia cae constantemente formando una dulce melodía de paz, el olor terroso, ver las gotas desfilando una tras otra como pequeños soldaditos hacen de sea una experiencia extra sensorial

La campanilla del restaurante gourmet de enfrente suena y de ella sale Gunter Cevallos, trae jeans, botines cafés y una chaqueta de cuero café con un relleno afelpado en color crema por lo que deja ver el cuello doblado de la misma, lo que me hace suspirar anhelando un poco de su calor

Camina por la acera hasta detenerse frente al auto negro de su tía, lo abre y al momento en el que va a abrir el auto levanta la vista y sus aleonados ojos se posan en mí

Me siento tan idiota, de seguro me veo como una loca, estoy toda empapada, con el cabello despeinado y escurriendo, la camisa pegada a mi torso y temblando como un chihuahua

El sonido del autobús me hace apartar la vista, ponerme de pie, colocarme el saco y tomar mi mochila y paraguas. La imagen de Cevallos desaparece detrás del transporte, el conductor abre la puerta y yo subo al autobús en el que no hay más de diez personas

Recargo mi frente en el vidrio de la ventanilla para seguir disfrutando de la vista, sin sentir la brisa golpearme tan brutalmente hasta el punto de helarme la piel, mi aliento hace que el vidrio se empañe y pueda dibujar una carita feliz en el vidrio

Había olvidado lo que era de disfrutar de los pequeños placeres de la vida, el transporte se detiene en la esquina de la que es mi cuadra, bajo con rapidez abriendo el paraguas ya que la lluvia no ha hecho más que aumentar

Me detengo a abrir mi mochila y sacar las llaves de casa, al estar en mi patio veo a Cristal en la ventana, seguro está molesta, doy un largo respiro y camino hacia la puerta       

Esta se abre de golpe, Cris sale para hacerme a un lado y escucho un auto arrancar apenas ella sale del porche

—Juro que si le dijiste algo a Gunter Cevallos te matare mientras duermes —me toma con furia del brazo —o mejor a aun lo matare a él y te culpare a ti

—Yo no sabía que me seguía, vine en autobús —le muestro mi boleto del bus

—Es un estúpido que no sabe en qué se está metiendo, si no te deja en paz lo quitare del camino —me quita el boleto del bus — ¿Por qué tardaste tanto? ¿en dónde demonios te has metido?

—solo fui a devolverle su cuaderno de apuntes a Majo y su madre me invito a comer, Nico se ofreció a traerme, pero le dije que no     

Una sonrisa maliciosa se forma en el rostro de mi melliza, como dije las únicas personas que saben de mi enamoramiento adolecente de Nicolás Soler son Majo y Cristal

Verdades a medias Donde viven las historias. Descúbrelo ahora