El auto corría con velocidad a tempranas horas de la mañana por la autopista principal.
La calidez del sol asomado entre las nubes bañaba el rostro de Layla en el asiento de copiloto, sus ojos entrecerrados recibiendo el viento y apreciando los altos edificios del paisaje. No podía dejar de suspirar deleitándose con el aire ligero y pleno de libertad.
Observaba las panaderías, cafeterías, tiendas y floristerías imaginándose una tarde acudiendo a dichos establecimientos llevando una vida normal, lamentándose el tiempo perdido y apreciando el porvenir.
Se recostó en el asiento desviando la mirada de la ventanilla por un momento para dirigirse a Lyssandra conduciendo en el asiento a su lado.
La policía se mantenía firme al volante, a pesar de que les habían ofrecido llevarlas a ambas en taxi, está se negó; asegurando que se encontraba perfecta para conducir. Así que Mark le alcanzó su vehículo hasta el hospital y luego de firmar el papeleo correspondiente para el alta de ambas partieron hacia el hogar de la pelinegra.
-¿Falta mucho para llegar a tu casa? -Pregunto Layla curiosa.
-No-respondió con una pequeña sonrisa, concentrada en la vía.
Giró el volante para salir de la autopista hacia una calle transversal y bajo la velocidad a medida que pasaban al lado de una plaza llena de gente. Niños corriendo, parejas en bancos, ancianos leyendo. Un gran árbol en el centro, desplegando sus hojas como rocío.
Layla estaba maravillada, ignorante de las miradas que Lyssandra le brindaba apreciando su asombro como si se tratara de una niña pequeña.
El auto ingresó por la parte trasera de un edificio con fachada de ladrillos al final de la calle, siendo previamente identificado por el portero de seguridad. Cruzaron el estacionamiento casi vacío hasta detener el auto en uno de los puestos al fondo. Lyssandra apagó el vehículo para bajarse, abrir la puerta de Layla y dirigirla hacia el ascensor a unos metros.
-Bienvenida, no me disculpo por el desastre-Aclaro Lyssandra con tono vacilón al llegar a su puerta en el piso 11, abriéndola para ella.
Layla puso los ojos en blanco con una pequeña sonrisa e ingresó; La recibieron paredes gris perla con un suelo de cerámica blanco inmaculado.
Del lado izquierdo visualizó la pequeña cocina adjunta entre encimera y un par de gabinetes en la pared, la nevera en la esquina y el espacio dividido por un mesón de madera rústica y un par de sillas del mismo tipo.
Del lado derecho, la sala de estar correspondía un sofá de tres plazas color café frente un pantalla plana empotrado a la pared del fondo y una mesilla con unas latas de cerveza sobre ella.En la pared lateral, a una esquina, una planta de un verde reluciente siendo bañada por el sol que atravesaba el ventanal.
Finalmente, en el espacio del medio entre la cocina y la sala, un pasillo que supuso eran las habitaciones y el baño.-Es bonito-Soltó tomando asiento en el sofá, apreciando el lugar pequeño pero acogedor con el espacio justo para lo necesario-¿Minimalista?
-Yo diría sencillo y cómodo-Corrigió Ly dirigiéndose a la cocina-¿Quieres algo de tomar? Hay agua...jugo, y cerveza-visualizaba en la nevera.
-No, gracias-respondió desinteresada, viendo cómo una de las puertas se abría y dejaba entrever un gato gordo de largo pelaje gris rayado-Hola pequeño.
Lyssandra se acercó tomando un vaso de agua-Ese es Poker. Dale su tiempo y se acostumbrara a ti, es un poco odioso cuando se trata de alguien que no soy yo. Hola mi amor-soltó con dulzura cuando el felino se acercó para frotarse cariñosamente entre sus piernas. Ella dejo el vaso junto las latas vacías sobre la mesilla y levantó a la mascota entre sus brazos como un bebé-Te enseñaré mi habitación, y la tuya también.
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Pecado del Deber [EN PROCESO]
ActionLayla ha perdido la mitad de su vida como una prostituta dentro de lo nefasto y oscuro de la sociedad regida por los pecados más venenosos encadenados al corazón humano: La avaricia y la lujuria. En su labor conoce a la oficial Lyssandra, una policí...