Capítulo 8

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POV Layla
Fije mi vista en la mesita de noche a un costado de mi cama, el pequeño reloj despertador que marcaba las dos y cuarenta de la madrugada.

No he podido pegar ojo en toda la noche, quizás debería ir por un poco de leche tibia para intentar conciliar el sueño.

Ayer, aparte de ir a mi sesión terapéutica fui a una organización encargada de donar ropa y algunas provisiones a aquellas mujeres rescatadas de las redes de prostitución. Me habían donado algo de ropa para invierno, dos cajas de agua y un poco de comida, Maddie fue llevada por servicios sociales a por ropa y algunos juguetes, fue encantador verla tan feliz al recibir los obsequios.

Me sentía terriblemente mal por no contarle mi día a Ly, pero no quería hablarle. Me sentía aún ofendida por lo sucedido la otra noche, las imágenes no dejaban de abrumar mis pensamientos; su boca cálida sobre la mía, su sabor dulzón por el licor, su respiración... por un momento, la habitación se hace pequeña e insoportable.

Tranquilízate Layla. Me incorporé fijando la vista en la puerta para caminar hasta ella, la oscuridad al abrir hace que me sienta diminuta, dirigiéndome en puntillas para no hacer ruido observo un destello al final del pasillo. Al asomarme veo la T.V encendida y la pelinegra entretenida con una película, no parece haber oído mis pasos o la puerta abrirse.

- ¿Tampoco puedes dormir? - pregunta Ly en un tono cansado.

No contesté, siguiendo mi camino hasta el refrigerador. Tomo el aza de la puerta y alcanzo una botellita de agua. Por alguna razón las manos me sudaban.

Bebí lo necesario devolviendo el envase a su lugar, me giré sobre mis talones sorprendiéndome con la pelinegra parada en el umbral de la puerta, observándome; tenía los ojos agotados, su cabello resbalaba a un lado creando sombras sobre su rostro, sus labios formaban una línea recta e inexpresiva. Eludí su mirada, intentando pasar, pero su cuerpo me lo impidió.

-Quiero ir a mi habitación -exclamé con molestia.

-¿Qué debo hacer para que me perdones? -murmuró - sé que fui una idiota, pero créeme que lo menos que quiero es hacer que tu estadía aquí sea incómoda. No quiero que pienses que solo me aprovecho de tu situación o de ti, no suelo ser así, lo juro.

¿No sueles ser así? ¿Entonces quién es esa Lyssandra que me besó aquella noche? ¿Por qué dijiste que solo ebria puedes hacerlo? ¡¿Por qué actúas de una manera hoy y mañana de otra?!

-Layla... por favor -suplicó Ly por una respuesta- no quiero que estés así conmigo... ya tengo suficiente con este caso que me revienta la cabeza cada segundo.

-¿Por qué haces ver todo bien en un momento y luego cambias conmigo? ¿Qué estoy haciendo mal? -explote en un sollozo, secando con mi antebrazo las lágrimas.

Ly jalo mi cuerpo, apoyando mi cabeza en su hombro. Traía una camisa ancha y suave que rozaba sus rodillas. Intenté alejarme, pero su agarre era fuerte aunque no lo suficiente para causarme daño.

Sus dedos acariciaban mi nuca mientras emitía un arrullo cerca de mi oído, mis ojos fueron nublándose aún más con lágrimas deseosas de salir, negué rotundamente queriendo alejarme de ella, pero en cambio, había enrollado mis brazos sobre su cintura aferrándome aún más a su cuerpo.

-No quiero perderte, temo que por mi trabajo pueda ocurrirte algo de lo cual pueda arrepentirme... -comento con su dulce voz, su mentón se posó en mi hombro -no me perdonaría nunca si algo te sucede Layla...

-No sucederá, yo estoy bien... debes confiar más en mí y dejar de mantener las cosas bajo tu propio control.

Ella asintió.

Pecado del Deber [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora