Capitulo 1 El Contrato

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          "Angry Night Club Bar" fue el nombre que Xanders le dio al local. Un Bar muy tranquilo en las tardes que se abarrotaba de gente en las noches para convertirse en un verdadero Club Nocturno. Xanders estaba al otro lado del bar con este hombre corpulento que llevaba puesto un traje negro, al igual que él, lo único distinto era su camisa azul cielo y corbata negra, estaba vestido muy elegante para ser cliente de este local, eso sin contar la pinta de adinerado que tenía, con solo mirarlo me imaginaba lo que estaba buscando. Xanders lo llevó a la sala VIP que en esta apertura preferimos mantener cerrada, aún faltaban cosas por arreglar, pero todo el local estaba en óptimas condiciones para recibir clientela, todo en orden... excepto la oficina principal, Xanders la tenía echa un desastre.

— ¿Un cliente? — Le pregunté alzando la voz cerca de su oído para que me escuchara.

— ¡Quiere que hagas un trabajo, ese tío no es de por aquí, y tiene mucha pasta! ¿Viste su reloj? ¡Es un Rolex genuino! Tío, si este tipo se nos escapa de las manos...

— Te dije que me retiraba apenas abriéramos el local, si nos va bien no tendremos que volver a cegar y lo sabes.

Era verdad, abrí este local con Xanders para dejar atrás "mi lado oscuro" como Reaver con mi habilidad podía absorber aquella emoción que para muchos es una piedra de tranca, para otros un poder absoluto y para algunos... un estorbo; la ira. Precisamente de eso se trataba nuestro negocio, devorar la emoción que nuestros clientes querían de algún enemigo o alguien que les estorbara para hacer algún "movimiento táctico" como muchos de nuestros clientes llegaron a decir. Xanders era un cegador de alegría, juntos ganábamos mucho dinero sacando de en medio a varios enemigos de nuestros clientes, y con este local podría absorber toda la que quisiera sin dejar daños a largo plazo en sus "presas", aunque verlas reír alegremente mientras el colocaba su mano derecha en sus frentes y observar como poco a poco su alegría desaparecía de su rostro no era muy gracioso que digamos. Él era un hombre mayor de la misma Sevilla en la que estamos, algo regordete y un poco más bajo que yo, siempre vestido con su camisa verde aceituna y pantalones negros, hablaba conmigo con aliento a anís, estaba muy feliz mientras hablaba conmigo, tal vez tomó un sorbo de emoción de alguien junto con el trago que traía en la mano.

— ¡Oh venga tío! ¿Qué tiene de malo un último trabajo antes de tu retiro? — Dijo palmeando mi espalda — Te propongo algo, si tú vas y abres un contrato con el empollón que esta allá arriba... — Señaló la zona VIP, un enorme rectángulo de vidrios tipo espejo que parecía flotar en el aire en frente de nosotros, podía ver mi reflejo en él, tal vez el sujeto nos estaba viendo en este momento —...yo abriré uno también con uno de sus amigos ¿qué dices?

De nuevo su sonrisa maliciosa de siempre, cuando se propone o te propone algo te convence con la alegría que despide, le sonreí de vuelta y el, lleno de carcajadas me empujó hacia adelante.

— ¡Ve a por todas, muchacho! ¡Que este sea tu último gran trabajo! — Dijo bailando al son de la música, algo fuera de ritmo, pero bailando al fin.

Antes de girarme en dirección a la zona VIP reacomodé mi traje, como estaba aquí desde la tarde mi vestimenta era la menos adecuada para salir de fiesta, pero la indicada para una reunión de negocios. Curioso, estaba vestido igual que el hombre en la sala, solo que yo llevaba una camisa blanca y una corbata unicolor escarlata, el rojo era mi favorito. En frente de las escaleras estaban los tipos que acompañaban a mi "cliente", eran cinco en total, todos vestidos de negro, rostros muy serios y no dejaban de observarme, examinaban el más mínimo movimiento que daba, uno de ellos se atrevió a cerrarme el paso, me planté delante de él y con solo despedir un poco de mi esencia le hice entender quién era, en un par de segundos se alejaron, uno de ellos tragó saliva cuando pasé por su lado. Encontré a mi cliente mirando por la ventana, era una gran vista de la multitud bailando, apenas cerré la puerta la música se amortiguó bastante, y la vibración de los bajos era suave, cosa que alivió mis oídos, él me daba la espalda, media alrededor de un metro noventa, yo que soy de un metro ochenta y dos me veía bastante bajo junto a él, un hombre de color, calvo y vestido de negro. Todos los que lo acompañaban querían pasar desapercibidos, se les notaba a leguas, pero él era distinto, su esencia era superior a los que estaban abajo esperando, aunque, si dejaba salir mi esencia... las cosas quedarían desiguales.

Devorador de Emociones [RESUBIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora