Prologo

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El bar estaba abarrotado de gente, apenas podía caminar y el bullicio no me dejaba escuchar mis propios pensamientos, eso combinado con el aire viciado con humo de cigarro eran todo un caos. Nadie diría que un bar tipo cantina en las tardes podía convertirse en un auténtico club nocturno apenas daban las ocho de la noche, Xanders de verdad era un genio. Mi nombre es Aquiles Mora, vivo en Sevilla desde hace poco, España es un país genial, a punto de un colapso por la crisis económica, crisis que inicio por culpa nuestra, aunque yo me encargaba de corregir eso... como Devorador de Emociones.

¿Qué es un devorador de emociones? Era la pregunta que me hacía cuando descubrí lo que yo era, pero el concepto es relativamente fácil. Nos conocen como "Reaver's, o cegadores, como nos dicen aquí en España; somos personas comunes con una pequeña "cualidad", somos capaces de absorber las emociones de los demás. Nos comparaban mucho con los vampiros, pero nosotros no nacemos de la misma forma, además, nosotros tenemos más estilo, menos sangre y mucho más éxtasis. Así que las teorías "crepusculianas" estaban muy alejadas de nosotros. Ser un Reaver es algo que para la mayoría de nosotros resulta agradable, pero para otros, una completa pesadilla. Cada Reaver tiene su emoción predilecta, se vuelve adicto a ella, así han muerto muchos de nosotros pero también muchas de sus presas. Si eres inteligente utilizas tu "don" para tu propio beneficio. Cosa que hicimos Xanders y yo, como compañeros y unos pocos que jamás había visto.

Un pequeño grupo de Reaver's nos habíamos hecho una buena reputación en el bajo mundo, contrataban nuestros servicios para "neutralizar" cierto enemigo que incomodaba a nuestros clientes y... ¿por qué no? ganábamos mucho dinero haciendo eso, lo que provocaban nuestras victimas por nuestro trabajo ya no era nuestro problema, pero en mi caso, mi plan fue ayudar al balance en la economía española, tenía un Bar-discoteca que mantener y si el país se caía a pedazos mi plan para retirarme de segar emociones también lo haría

Hace poco llegó un cliente al bar, era un hombre de piel como el ébano y de alta estatura, tenía un acento que reconocí casi de inmediato, era venezolano al igual que yo. Xanders me dijo que lo atendiera así que lo lleve a la Sala VIP del Club, sala que estaba cerrada ese día.

Jamás me imagine que este particular cliente tenía un objetivo demasiado peculiar... alguien que no había visto en mucho tiempo.

ooooooooo

Cinco años estudiando danza y ahorrando con mi trabajo logré montar mi propia escuela de baile, eso sin mencionar los patrocinadores que tenía gracias a mi talento. Hoy en el Teatro Teresa Carreño tendría una presentación. Cuando salí del estacionamiento con mi auto me di cuenta de que alguien encendió el suyo apenas pasé por su lado, eran los mismos tipos que he visto varias noches fumando frente a mi casa cuando llegaba de las presentaciones, siempre hacían lo mismo, yo abría la puerta principal, ellos subían a su elegante auto negro con vidrios polarizados y desaparecían en la oscuridad de esa noche, y ahora estaban ahí, siguiéndome.

Sabía que no harían cualquier otra cosa, solo observar, podía sentir sus miradas, les gustaba ver, me daban asco, la policía ya había intentado hacer que dejaran de seguirme pero seguían apareciendo, solo me dijeron que debía llamarlos si de verdad llegaba a sentirme en peligro. De todas formas no confiaba en la policía y esta gente de alguna forma no entabla ningún tipo de contacto conmigo, solo están ahí, observando, me dan escalofríos

Ya en el teatro la gente estaba muy ansiosa por verme, a mí y a mis compañeros, todos estábamos nerviosos, no era la primera vez que nos presentábamos, lo haríamos perfecto, el baile de esta noche saldrá bien, les di ánimo, cambiando sus caras, hacía falta que nuestras emociones se sincronizaran para que todo saliera a la perfección, se Abrió el telón y ya todos estaban en posición.

Mi nombre es Ivanna Acosta, tengo esta curiosa "habilidad" desde que tengo memoria, puedo sentir las emociones de los demás y cambiarlas si tengo la oportunidad, soy empática. Poca gente sabe que tengo este "don" y el único al que le importaba desapareció hace mucho tiempo, pero eso ya es pasado. Ahora, a trabajar, nadie va a arruinar mi sueño, ni siquiera esos dos sujetos de traje negro que me veían sentados desde las butacas del centro en el teatro, los mismos hombres que me estaban siguiendo.

Devorador de Emociones [RESUBIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora