Capitulo 11 La Ira Verdadera

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Si pudiera recordar con exactitud lo que pasó hace cinco años tal vez pudiera comprender mejor al Aquiles que estaba conmigo ahora.

Todo paso tan rápido...

El pánico que sentí cuando vi aquellos ojos negros ese día me hizo caer de rodillas en el suelo, estaba muy cansada y por el rabillo del ojo podía ver a Ricardo con la cara ensangrentada no muy lejos de mí, todo mientras mi visión se oscurecía poco a poco. Después de eso recuerdo haber despertado en la sala de emergencias de un hospital, mi hermano estaba ahí, me contó lo que había pasado, la madre de Ricardo llamó al 911 y nos llevaron a un hospital. La cara de Ricardo estaba hinchada, llena de cortes y moretones. Mi hermano me contó que iban a denunciar a Aquiles por agresión, pero nadie sabía dónde estaba, incluso su familia.

Así pasaron los días, mi don seguía ahí, aun podía sentir las emociones y la presencia de los demás. Pero la presencia de Aquiles jamás volví a sentirla, estaba fuera de mi "alcance". Tiempo después olvidé como era sentirlo. Los meses pasaron y Ricardo seguía formando parte de mi vida, nos graduamos juntos del bachillerato y continuamos nuestra relación, decidimos olvidar lo que había pasado y continuar nuestra vida juntos. Cada quien comenzó su carrera en la Universidad, yo en una escuela de danza y Ricardo continuó sus estudios en Electrónica.

Cinco años después, me convertí en una maestra de danza contemporánea y en una bailarina con cierto reconocimiento, o eso creo. Luego aparecieron estos hombres, me vigilaban, podía sentir sus miradas sobre mí y siempre habían sido una constante muy molesta tanto que ni la policía quiso ayudarme. Y ahora... El Reaver del Miedo Black Star hizo aparición, acompañado de Kristian, una Soledad un tanto peculiar... y Aquiles, la Ira.

Desde ese momento mi vida se convirtió en una película de ciencia ficción.

Luego del ataque del Credo no había abierto la escuela y los representantes de mis estudiantes comenzaban a preocuparse, ya habían pasado tres días, demasiadas cosas extrañas habían ocurrido en muy poco tiempo y necesitaba algo de "normalidad" por así decirlo.

Fue genial abrir la escuela y volver a ver a mis alumnos, enseñarles el arte de la danza a jóvenes y niños, incluyendo a mis consentidas, me ayudaba a relajarme, todo en mi propio salón.

El salón de baile estaba cubierto de espejos en tres de sus cuatro paredes, el techo era tan alto y pintado de un azul cielo que podrías pensar que estas al aire libre. La luz del sol entraba durante todo el día y la luz de la luna en la noche gracias al ventanal que cubría la única pared que no estaba cubierta de espejos.

Me puse ropa ligera, una licra negra y una falda lisa verde aceituna. Ya con todo listo para empezar las clases fui a abrir la puerta para esperar a mis alumnas. Y me topé con Aquiles esperando en la entrada.

Al menos no entró por la ventana como lo habría hecho Black.

Aquiles miraba hacia la calle, recostado a la pared junto a la puerta, parecía un escolta, vigilando. Vestía de forma informal, calzado con botas negras, jeans azules holgados y una sudadera negra ajustada, no lo veía vestido así desde hacía mucho tiempo, tenía doblada sobre su hombro derecho una chaqueta que parecía de nylon negro. Con las manos en los bolsillos, como siempre.

— ¿Qué haces aquí? —pregunté, cruzándome de brazos frente a la puerta.

El giró el rostro para mirarme cuando le hablé. Pareció haberle sorprendido que lo haya descubierto ahí de pie, estaba muy distraído.

— Si quieres me voy —dijo levantándose de la pared.

— ¿No tienes nada mejor que hacer?

Devorador de Emociones [RESUBIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora