La función había terminado, algunos niños trataban de acercarse a los payasos pero estos parecían evitarlos.
La encargada parecía cansada ya, por lo que aun al saber que varios niños eran bastante descontrolados, dijo que teníamos un tiempo libre en lo que reposaba. Todos se dispersaron entre las butacas y el escenario, haciendo más desorden con el desorden que dejaron los payasos.
No podía dejar de pensar como se sentirían los payasos, si realmente debía ser importante lo que llevaban debajo de la mascara. Saqué la mía y la coloqué sobre mi rostro, a través de esos agujeros el mundo lucia necesitado de sonrisas.
Lo que me sacó de mis pensamientos fue una voz llorando a lo lejos, sin esperarlo ya me encontraba acudiendo a ella.
Era un niño rubio que parecía de mi edad, nunca antes lo había visto hasta ahora que se encontraba llorando detrás de una butaca. Me acerqué a el, esperando poder hacer algo.- Hola. -inclinado hacia el toqué su hombro, esperando una reacción-. ¿Por qué esa cara?
El alzó la vista para voltear a verme. No me reconoció, pues tenia la máscara puesta.
- ¿Payaso? -me dijo-. El show ya terminó, deberías estar con los otros...
Debajo de la máscara sonrei, mientras negaba con mi dedo.
- No me iré hasta ver que sonrías. Dime, ¿Qué pasa?
- Bueno. -dijo aún secándose una lágrima-. La verdad es que, en realidad yo nunca quise venir al circo...
Eso me extrañó, pues a todos los niños parecía encantarles.
- ¿Eso por qué? -pregunté inclinandome.
-El Maestro de Ceremonias.. El fue quien me envió acá.
Dudé ante su pregunta, no logré comprender a qué se refería.
- ¿De qué hablas? -pregunté inclinandome junto a el.
-B-bueno, el es mi padre... -su mirada se vio perdida tras unos instantes-. El no me pudo tener, así que me mandó para acá.
Me recordó un poco a mi historia, no pedí mas detalles, y lo deje por si continuaba.
- En fin, ¿Por qué estas aquí, payaso?
Retiré la mascara de mi rostro, para dejarme ver.
- Yo no soy un payaso -le dije.
El me miró, contemplando mi ahora inexpresivo rostro.
- ¿Tu eres el Hace Risas?
No entendí lo que dijo, por eso decidí preguntar.
- ¿El qué?
- Hace Risas. -respondió con los ojos abiertos-. Ese chico del orfanato que siempre nos hace reír. De hecho... —noté un leve brillo en sus ojos cuando desvió la mirada—. E-en realidad nos hemos conocido antes... —parecio querer decir más, pero sólo optó por ar de hablar.
Me sorprendí, yo no sabía que era conocido por ese nombre. Era claro que era por animar a esos niños cuando estaban mal. Además, no recordaba cuando lo habría visto...
- Si, lo soy.
A pesar de haber estado llorando, sin el rostro seco el niño se levantó y fue a tirarse en mis brazos. ¿Era un abrazo? Correspondí, era la primera vez que alguien lo hacia.
- Gracias. -pude sentir sus lágrimas corriendo, ¿de qué me agradecía?-. Tu eres quien me ha hecho reír, a pesar de seguir llorando en silencio.
Se separó de mi y lo pude ver, con lágrimas cayendo por su rostro. Sin decir una palabra comencé a secarlas, el solo respondió con una mirada.
- Tu debes sonreír, no mereces llorar.
El algo inseguro me miró y sonrió.
- Supongo que realmente te debo agradecer, Hace Risas. -hizo un gesto, como si hubiera hecho algo mal-. Hace Risas... ¿Cuál es tu nombre?
Ese niño inspiraba confianza. Las encargadas del orfanato no solían memorizar nombres, solo los niños se preguntaban para conocer a sus amigos.
- Podemos ser amigos. -su pequeña sonrisa me sacó de mis pensamientos, junto con esas palabras-. Soy Ken.
Amigos... ¿Yo tendría un amigo? Nunca en mi vida me sentí así.
- Claro.. -dije aun algo pensativo, era algo que no podía creer-. Mi nombre es R...
Muchos niños cruzaron empujando nos, dando a entender que era hora de irnos. Ken trató de tomar mi mano para irnos, pero yo no me moví al darme cuenta de que se había caído mi máscara.
Fui por debajo de las butacas a buscarla, mas adentro era muy obscuro y no veía nada. Tocaba el suelo buscandola, con algo de prisa, pues los otros se iban.
Por fin la encontré, a pesar de ser tan simple esa nariz roja y esa sonrisa con tan solo el tacto eran irreconocibles.Tardé lo mismo en salir de la obscuridad de lo que había tardado en entrar, tropezandome por llevar ahora mas prisa. Pero, me encontré con una sorpresa: los niños ya no estaban.
Dejándome llevar por la desesperación, corrí a la salida a buscarlos, pero todo me decía que ellos ya estaban muy lejos. Las lágrimas comenzaron a correr por mi cara, algo que era poco común en mi. Pero hubo algo que me hizo dejar de sollozar, yo me encontraba arrodillado en el suelo hasta que noté un objeto a mi izquierda...
... era el gorro de Ken.
Aún con lágrimas cayendo, fui gateando por la tierra de afuera del circo hasta tomarlo, cuando lo tenia entre mis manos lo tomé y comencé a sollozar. Le había fallado a mi primer amigo.
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Hola~ esperó que estén leyendo, esta vez esperé una semana para publicar la segunda parte, ahora esperaré para la tercera a que tenga otro voto (y claro, hasta que la termine ;u;)