Capítulo 7-Las Cosas Que Suceden

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Ken┃

-Kenneth, ¿Podrías venir?

-Claro, Madame.

Deposité el ultimo plato y me sequé las manos para ir con Madame Fablet, antes asegurándome de estar en una buena postura o me regañarían.

-¿Sucede algo?

-Oh, Kenneth, necesitó hablar contigo de algo importante. Sientate, hay galletas.

La oficina de Madame Fablet nunca cambiaba. El ambiente era como de décadas atras, siempre acompañado de un olor a galletas que estaban en el escritorio. Los tapices eran rosado pálido, de ese que harta sin dañar la vista.
Me senté en la incomoda silla frente al escritorio de Madame, tomé una galleta y me preparé para lo que hablaríamos.

-Hace nueve años que estas aquí. Desde ese entonces sabemos que nadie te ha adoptado, pero has sido muy útil ayudándonos en el orfanato.-Madame se quitó sus gafas, dejandolas colgar sobre su cuello y sosteniendolas con una huesuda y arrugada mano.-Pero, en poco tiempo cumpliras los 18 años, teniendo la mayoría de edad no puedes estar mas tiempo en este lugar.

Esperaría que dijera algo así, pero no crei que fuera enserio. El orfanato era el único lugar que tenia, ¿Qué más podría hacer?

-Entonces, ¿A partir de que cumpla viviré en las calles? -pregunté lo mas serio que pude.

-Oh, Kenneth, eso lo he arreglado.-Madame Fablet sonrió amablemente.-No querría dejar a alguien como tu en las calles, pero tampoco puedes conseguir un trabajo de esos que fácilmente se encuentran como cargar cajas o ser leñador.

No supe como sentirme ante ese comentario, pues lo dijo de la manera mas amable. Yo sabia que no tenia la mejor forma para valerme, pues mis brazos eran bastante delgados y yo era demasiado ligero. En realidad había quienes llegarían a pensar que era una chica, si no fuera por las ropas. Oh sagrados pantalones.

-Pero-continuó la anciana-, tengo un sobrino que se casó y ahora tiene una pastelería. He considerado que ese trabajo seria perfecto para ti, por lo que le pedí que te contratara. En el mismo edificio hay un cuarto vacío, donde podrías alojarte perfectamente.

Una pastelería. ¡Genial, no puedo esperar a decorar galletitas!

-Vale.-dije manteniendo un tono neutral.

-Muy bien. -la anciana sonrió -. Puedes ir empacando tus cosas, pues te iras pronto.

-Gracias.

Salí de la habitación. Realmente no sabía que pensar. ¿Irme del orfanato? Sabía que en algún momento tendría que hacerlo, pero solía olvidarlo...

Aunque, realmente, no tenía mucho que hacer aquí. Mis memorias comienzan casi cuando llegue a este lugar a los seis años, todos los niños con los que estuve fueron adoptados menos yo. Excepto por un chico, el único amigo que he tenido y a quien me cuesta recordar sin sentir algo por dentro.

Volviendo a mis tareas normales, tenía que salir a comprar algunas cosas al pueblo. Tomé una canasta y salí del edificio, me gustaba pasear por el pueblo y observar a las personas, preguntándome que cosas pensarían y como serían sus vidas. Llegue a una pequeña tienda, donde compraría tomates y otras frutas y verduras.

-¿Escuchaste que el circo vendrá en unos meses?

-Claro, el pequeño Albert no para de decir que quiere de ir.

No pude evitar escuchar la plática de esas mujeres. Un extraño sentimiento brotó, ¿Cual era el único circo que decían que venía a este pueblo...?

Pierrot(BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora