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El camino era largo, de hecho se había puesto a pensar en la idea de mudarse, conseguir una casa, con jardín, un lugar para vivir en familia y dejar el apartamento, el no haberse mudado antes no era por falta de dinero, sino porque a ambos les agrada vivir en un lugar pequeño, pero si tenían un hijo querían darle lo mejor.

De repente Levi recibió una llamada, de reojo pudo ver de quien se trataba, suspiro un poco enojado y con un leve movimiento en el tablero del auto contesto aquella llamada.

—¿Qué quieres? —preguntó fríamente a su padre.

—Hijo, ¿Cuándo aceptarás comer con tu padre? —el imbécil estaba ebrio.

—No tengo tiempo para tus estupideces —respondió con un tono enojado.

—No tiene sentido que estés en tu casa, debes salir y divertirte, olvídala.

—No seré como tú, imbécil.

—No... Pero ella sí puede hacer lo mismo que tu madre, puede reemplazarte.

—¡¡¡MEJOR CALLATE!!! ¡ES TAN DIFÍCIL ENTENDER QUE NO TE QUIERO EN MI VIDA! ¡NI SIQUIERA SE PORQUE TRABAJO PARA TI! PERO TODO SE ACABA A PARTIR DE AHORA —finalizo la llamada.

Intentó tranquilizarse pero no tuvo éxito, esta vez no había podido contener su enojo, simplemente quería llegar y abrazar a Hanji, quería olvidar las palabras de su padre; sin embargo muchas cosas que deseamos, no se cumplen por otras razones.

...

Al llegar al apartamento Hanji comenzó a preparar todo el lugar, limpio rápidamente el apartamento aunque ya estaba lo suficientemente limpio y ordenado,  una vez que terminó, tomó asiento en su sala y sacó los resultados de su bolso, quería saber si de verdad estaba embarazada, así que abrió sus resultados y comenzó a leer.

De repente su teléfono empezó a timbrar, alguien la llamaba así que dejó los papeles aun lado y atendió la llamada.

—¿Qué sucede Petra?

—Hanji, Erwin me pidió que la llamara urgentemente, por favor preséntese —finalizó la llamada, por lo que escucho el hospital dejó de estar en calma.

Sabía que no podía descuidar a sus pacientes, así que intento llamar a Levi sin embargo parecía que su teléfono estaba apagado, iba intentar dejar un mensaje pero alguien llamó a su puerta.

—Hola Han, he venido por ti, acompáñame a el hospital de tu familia —era Kenny, el tío de su esposo.

—De hecho iba para ese lugar, así que no hay problema —tomo sus cosas y ambos se marcharon.

Hanji era la doctora de Kenny por eso siempre que tenía una cita médica quería que Hanji se encargará de eso, sin embargo parecía sentirse mal, estaba un poco pálido, mientras conducía la chica intentaba sacarle información con respecto a su estado, pero sus intentos no funcionaron, no tenia una respuesta clara.

...

El hospital estaba bastante calmado cuando Hanji llegó, sin embargo era un silencio demasiado aterrador, la castaña camino detrás de Kenny hasta llegar a la recepción, en ese momento el señor Ackerman se volteo a mirarla.

—Hanji, Levi tuvo un accidente y no te lo dije antes porque-

—Eso es mentira, él está bien, ¿Verdad? —respondió con una sonrisa nerviosa.

—Han, ¿Te parece que estoy mintiendo? —Kenny la miro a los ojos, la castaña lo confirmo y comenzó a negar con su cabeza.

—Dime que estás mintiendo... ¡Dímelo!

Hanji empujo a Kenny y comenzó a correr los largos pasillos, subiendo escaleras, abriendo puertas mientras lloraba desconsoladamente, mientras más continuaba haciéndolo sentía como sus extremidades pesaban cada vez más, como le comenzaba a faltar el aire y sentir como un hueco crecía en su pecho.

No es verdad, dime que estás bien, quiero abrazarte, quiero mirar mi reflejo en tus ojos. — ¡QUIERO SEGUIR A TU LADO! —gritó intentando darse fuerzas. Algunos enfermeros intentaron detenerla sin éxito, quedando totalmente sorprendidos por el estado de la castaña que sentía que estaba a punto de quedarse sin fuerzas.

Al llegar al cuarto piso busca específicamente el área de urgencias, entró en un pasillo, donde solo miro aquel letrero encendido en un rojo vivo, corrió hasta el, no pensaba con claridad solo quería verlo, estaba a punto de llegar cuando alguien la tomo por la cintura.

—¡Hanji! ¡BASTA! No puedes entrar a esa sala, detente hermana —era Eren su hermano menor que intentaba detenerla.

—¡Suéltame Eren! —gritaba mientras intentaba soltarse de su agarre.

—Eren ya estamos aquí.

—Por favor sujétenla fuertemente.

Habían llegado unos enfermeros, uno llevaba un pequeño estuche, mientras el otro tomó el brazo de la castaña que seguía intentando liberarse mientras lloraba, Eren sentía que perdía fuerzas, no soportaba ver a su hermana en ese estado.

Hanji sintió un leve piquete en su brazo, se comenzó a calmar, su visión era cada vez más borrosa perdiendo así el equilibrio, lo último que logro observar antes de que todo se volviera oscuridad, fue aquel pequeño letrero de color rojo apagarse.

VuelveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora