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Escuché que preguntaban por mi, deseaba profundamente que fuera ella, pero estaba atendiendo un parto, no podía poner en peligro la vida de ésta mamá por ir a ver quien me buscaba. Estuve dentro del quirofano al rededor de 6 horas ya que no dilataba lo suficiente, al final tuvimos que hacer cesárea, para ese momento mis energías se habían esfumado, me dolían los brazos y la espalda y eso que apenas había empezado el día.

Tome un suspiro mientras veía a Amelia a lo lejos platicando con otros doctores. Me acerque rascándome la cabeza.

-Dr. Shepherd, ¿me da un segundo?- le sonreí al otro médico mientras ella se disculpaba y me prestaba toda la atención-

-¿No te habías ido? Recuerdo haber visto a   un bombero preguntar por ti, pero eso fue hace... - miró el reloj de su mano izquierda- seis horas- me miró extrañada.

-sí, lo sé, me dijeron, pero mi paciente-yo-ella - suspiré moviendo mis manos- me llevó más tiempo-arrugué mi nariz haciendo una mueca-¿crees que siga aquí?-

Amelia sonrió de lado y soltó una carcajada escandalosa mientras se aleja a caminando de espaldas, sin perderme de vista-si sigue aquí de verdad necesitaba verte-

Tomé mi cofia guardándola en el bolso de mi bata, mientras me dirigía a la sala de espera. Una vez allí, miré a mi alrededor buscando algún bombero como había dicho Amelia, no encontré nada pero si a una Maya dormida en una silla, fruncí el ceño viendo como su pómulo dañado estaba un poco hinchado, y su labio se veía mejor que antes. Moví su hombro lentamente, intentando despertarla, a pesar de ser una pésima postura en la que estaba parecía muy cómoda.

-Maya-susurre sentandome en la silla a su lado, sin dejar de moverla-Bambina- acaricie su mejilla, viendo como abría lentamente sus ojitos cambiando de posición-Buenos días dormilona-sonreí bajando mi mano de cara, siendo detenida a mitad de camino, por la suya, entrelazado nuestros dedos.

-No sabía que eras doctora- murmuró bajando la mirada.

-Hay muchas cosas que no sabes de mi, Maya-sonreí falsamente- ¿Qué haces aquí?-

-Yo... Yo quería hablar contigo-murmuró en voz baja, aun sin alzar la mirada-Quería visitarte en el bar, pero recordé tu mensaje y-carraspeo Interrumpiendola- Uno que no contestaste- suelta una pequeña risa-sí, sí lo siento por eso-me miró rápidamente para volver a apartar su mirada, parecía nerviosa.

Suspiré levantándome, sin soltar la mano de Maya, mire a mi alrededor y unos cuantos doctores nos miraban, fruncí el ceño mirando a cada uno para al final dirigir mi mirada a una Maya timida- Ven conmigo-no esperé respuesta y la jale conmigo, recorriendo todo el pasillo y recibiendo miradas.

Yo no era una persona que compartiera mi vida privada como otros de mis compañeros médicos, era muy reservada, no hablaba de mis gustos o de mis pasatiempos, era muy profesional.

Y el verme caminando de la mano de una chica, chica que se había quedado dormida en la sala de espera, era algo de que hablar.
A pesar de llevar 2 años trabajando dentro de éste hospital aún no lograba congeniar del todo con los demás doctores, solo con unos pocos, y gracias a mi hermano, Andrea, él era quien me presentaba y me animaba a contar mis cosas, incluso para él éra difícil saber de mi vida privada.

Seguimos caminando por el pasillo, encontrándome con Amelia, quien me sonrió alzando ambas cejas al ver nuestras manos unidas, deteniéndose en el rostro de Maya analizándola rápidamente, obteniendo su aprobación de forma inmediata. Sonreí de lado, caminando más rápido pasándola, llegando a mi oficina, Maya pasó primero y después yo, cerrando la puerta detrás de mi.

-¿De qué querías hablar, Bambina?- murmuré parandome frente a ella, acariciando su mejilla, para así darle mas confianza-Puedes contarme todo- sonreí alentadoramente mientras nuestras miradas se encontraron

Bartender- Marina FanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora