DEKU
Me levante temprano en la mañana, de un humor mucho peor de lo que esperaba, y todo por esa llamada. Ese tipo de reuniones siempre se hacían antes de ir a clases porque podía utilizar la simple excusa de que salí a correr, y aún mejor el día de hoy tenía que utilizar el uniforme de educación física, así que no iba a haber ningún cabo suelto.
Me preparé y salí de mi cuarto, no me encontré con nadie y eso era mucho mejor para mi. Camine hasta llegar al muro que rodea la UA y como siempre sin el menor esfuerzo lo salte. Una vez en la calle tuve que adentrarme en el barrio residencial para verificar que nadie me estuviera siguiendo. Cuando terminé esa pequeña rutina me dirigí al muelle de carga abandonado.
Sabía que estaba cerca por ese olor a sal característico de la zona. Nunca me gusto encontrarnos en ese preciso lugar, pero estábamos seguros que no habría ninguna persona cerca que escuchara nuestra conversación. Cuando llegue al lugar, empuje la pesada puerta de metal y di varios pasos hacia el frío y tétrico almacén.
Por lo poco que podía ver en tal oscuridad supuse que no había nadie, así que alcé mi voz y dije –Ya estas aquí –nadie respondió y después de unos segundos escuche unos pasos detrás de mí. Me di vuelta y tal y como en una película de villanos la persona más odiosa del mundo salió de entre las sombras con su chaqueta azul característica y con esas cicatrices que no ayudaban para nada a su aspecto.
–Hasta que decidiste aparecer Midoriya –habló con un tono de voz bajo.
–Al parecer estabas con ansias de verme, Dabi –mi expresión parecía neutral, pero estaba con mis sentidos al máximo, por si a este imbécil se le ocurría hacer una de las jugarretas de siempre.
Dio varios pasos hacia delante –Siempre es un placer verte – soltó en un volumen alto, y unos segundos después entre dientes dijo – Pero no quiero a este Midoriya.
*Entonces démosle lo que tanto desea*
–Dabi si intentas lastimarme ten por seguro que mis compañeros me van a buscar y – Dabi alzó un dedo para que me detenga, volteo los ojos me miro seriamente y dijo –No quiero escuchar tus amenazas infundadas. Esta personalidad tuya me aburre, siempre que nos vemos me aburres –comenzó a caminar alrededor mío y por mi espalda preguntó – ¿No estás cansando de fingir Midoriya? –al parecer estaba cansado de este pequeño intercambio de palabras, y quería hablar con mi otro yo.
*Voy a salir*
En un inicio el cambio era un poco molesto, pero después de años de práctica se había vuelto tan simple como respirar.
Bajé mi rostro, mi cabello cubría mi rostro, cerré los ojos y como siempre ocurrió.
–Hasta que el pequeño bastardo me deja salir – abrí mis ojos, alce mi rostro y pase mis manos por mi cabello, no me gustaba como lo tenia numero dos. Sabia en donde estaba y con quien estaba. Aunque yo sea el dueño original de este cuerpo, no mantengo el control todo el tiempo, pero eso estaba por cambiar. Me fijé en el hombre que ahora estaba parado enfrente mío – Cuánto tiempo Touya –sonreí mostrando mis dientes
Él sonrió – Ahora sí, es un placer verte, Izuku – se inclinó haciendo algo parecido a una reverencia hacia mi –Pero aun no a pasado ni una semana desde que nos vimos.
–Estar ahí dentro es como un infierno, pierdes el sentido del tiempo –explique –Y ahora déjate de cháchara cicatrices y dime porque querías verme cuando aun no a pasado el tiempo que acordamos hasta que vuelvas a llamar– debía ser algo importante. A pesar de ser una molestia con todos sus juegos, nunca a defraudado a la liga, ni una sola vez desde que llegó. Además, si ya lo hubiera hecho estaría muerto y su sangre estaría en mis manos.

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Hasta el final
Hayran KurguMidoriya Izuku cursa su último año en la UA. Cuando todos los problemas comienzan a llegar uno tras otros. Cada uno de los chicos de la clase A no tienen idea que uno de ellos fue el que atrajo toda esa tormenta sobre ellos.